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Hayley se acercó hasta al borde y vio como el cuerpo de la chica de pelo negro cayó, cayó y cayó. En pocos segundos, golpeó con una roca y, apenas un instante más tarde, su cuerpo se perdió en el agua.

Se quedó mirando ese punto un momento justo cuando escuchó el sonido de una explosión lejos de ella. Se giró al instante y vio una nube de humo salir de entre las copa de los arboles en la zona que ella supuso que sería el punto donde se encontraba el pueblo.

Rápidamente, se guardó el cuchillo en la funda y se quedó mirando un momento sus nudillos, los cuales estaban magullados debido a los golpes. La venda estaba sucia por tierra y por sangre, y el dedo vendado le dolía más que antes debido a los golpes. Pero, de nuevo, no le importó. Simplemente, se pasó el dorso de una de sus manos por la barbilla, donde la sangre del labio había resbalado.

Pero no quiso entretenerse mucho. Tenía que irse de allí de una vez.

Bajó la vista a su tobillo, el cual le palpitaba con fuerza dolorido, y enviaba latigazos de dolor por todo su cuerpo. La pastilla que se había tomado parecía no haber tenido el efecto deseado y la adrenalina de ir a buscar a Jasmine había disminuido un poco.

Tras la pelea con Daphne, su cuerpo pidió una pausa. Sus músculos pedían un descanso.

Miró al cielo un momento. El sol se alzaba sobre ella, en ese momento escondido tras unas nubes. Pero no tardaría en volver a aparecer y alejarse de esas pocas nubes que había por el cielo.

Cogió aire y lo soltó lentamente por la boca, cerrando los ojos mientras respiraba profundamente, con la intención de dejar de sentir ese dolor por todo su cuerpo. De recuperar la energía y volver a correr como había hecho hasta ahora. Pero había corrido demasiado, había esforzado demasiado su cuerpo, y su tobillo era el peor parado de aquello.

Aun así, comenzó a caminar lentamente y apretó los labios con fuerza cuando, al apoyar el pie, un nuevo latigazo de dolor recorrió toda su pierna.

Joder, pensó mientras se dejó caer en el suelo y se levantó el pantalón.

Ya sabía que su tobillo estaba mal. Que a pesar de aquel mejunje que había estado poniéndose y a pesar de la pastilla que se había tomado... todo ese tiempo había esforzado demasiado el pie y no se había podido recuperar correctamente. Ya lo había pensado. Por ello no le sorprendió ver su tobillo rojo, morado e incluso con algunas zonas verdosas además de estar totalmente hinchado.

Yo puedo hacerlo. He conseguido llegar hasta aquí. Puedo hacerlo. No paraba de repetirse eso mientras miraba su pie y lo movía lentamente.

Yo puedo hacerlo.

Se repitió aquella frase durante varios segundos o minutos, no estaba segura, y cuando sus músculos parecían haber descansado lo suficiente, apoyó ambas manos en la tierra y se impulsó hacia arriba, con la ayuda de su pierna sana.

Miró a su alrededor y vio el arma que había tirado antes al suelo mientras cojeaba. Dudaba que esa cojera pudiese desaparecer algún día.

Tras coger el arma, revisó que estaba cargada y vio que sólo había dos balas, así que miró a su alrededor y se acercó a coger el arma que había tenido Daphne. Revisó que sí estaba cargada y, al ver que sí, volvió a levantar la vista hasta la espesura de los árboles y no quiso alargarlo más.

Apretó la mandíbula con fuerza cuando un pinchazo de dolor que se formó en su tobillo al empezar de nuevo a correr, sólo que mucho más lento en comparación a lo que había corrido antes. Pero como todas las veces anteriores, ignoró aquel dolor que recorría todo su cuerpo desde el tobillo e intentó correr a pesar del dolor y la cojera.

Un día para vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora