Las palabras de Ferguson

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¡ATENCIÓN!
Este capítulo contiene violencia y diálogos que podrían perturbar a algunos lectores, se recomienda discreción.















Desde joven, aprendí que los humanos eran una creación divina, que busca ser un ser superior a todos, animales, brujas, hadas, incluso los mismos humanos de su propia especie.
Tenía un futuro prometedor, era el mejor recluta de la guardia real, siempre me mantenía firme y no dejaba que ninguna emoción me dominará.
Siempre estaba serenó, y la razón mandaba en mí, buscaba ser la justicia y cambiar este mundo. Juzgar con firmeza y seguridad, ser la voz de esas personas que nacieron sin bendición alguna de ser un hada o bruja, siendo solo unas pobres almas.

En este mundo hay solo dos mandos, el bien y el mal. Estos dos mandos están destinados a pelear.

Pero empecemos hablando de mi infancia, siempre fue muy trágica.
Yo nací en una gran familia, con unos padres y hermanos disfuncionales.

Yo era el último de sus hijos, cuando nací, fui más pequeño que mis hermanos, mi madre me sobreprotegia mucho, por qué tenía el miedo constante de qué si no tenía cuidado, me iba a terminar lastimando. Mi padre, por su parte, siempre me trataba de manera ruda, para que yo dejara de ser "dependiente" de mi madre y me convirtiera en un hombre.
Con tan solo 9 años, mi padre me ponía a hacer las tareas más pesadas de toda la casa.
Y si no lo hacía bien, era castigado severamente.

La relación con mis hermanos no era la muy sana que digamos, pues ellos al ser más grandes que yo, me obligaban a hacer sus tareas y me trataban de manera inferior.
Sí no les hacía caso, me golpeaban en grupo o a veces me amarraban las manos y los pies, me tapaban los ojos y se iban turnando para golpear me. Sin embargo había uno de ellos con quién mi relación siempre fue cercana y única, Devon, era el penúltimo hijo y entendía a la perfección por lo que pasaba y me hacían estos asquerosos cerdos.

Un día, por la mañana, mi madre me despertó, estaba muy asustada, la cara la tenía pálida, estaba sudando, le temblaba el cuerpo y traía manchas de sangre.

Le pregunté -¿Qué pasa?
-Tú padre ha bebido demasiado alcohol y en un ataque de irá a matado a tus hermanos, yo le suplique que parará, pero se llevó a Devon, los seguí, cuando estuvieron lejos, lo tiró en el piso, lo pateó y con una piedra lo mató. Me dijo con una voz temblorosa y aguda.

Sentía miedo, odio hacia mi padre, era tan grande mi coraje que solo quería vengar a mi hermano.
Lloré, y lloré, mi madre y mi hermano eran los únicos que me habían tratado bien, como un ser humano y no como un animal.

Me levanté, abrace a mi madre y la lleve a un refugio que Devon y yo habíamos creado. Dejamos atrás la casa, y cuando la dejé ahí, prometí regresar por ella.

Con una pala en la mano, fui a buscar a mi padre. Y cuando lo encontré estaba manchado de sangre, lo mire aterrorizado. En el aire se podía oler la sangre de mis hermanos, sin duda este tipo los mato a todos en un solo lugar.

-¿Disfrutas del espectáculo? Pregunto con un tono sarcástico.
-¿Y tú no sabes que otra cosa hacer? ¿De qué te sirvió a ver matado a tus hijos, tú lo disfrutaste?
-Para ser honesto, sí, no sabes cuánta satisfacción se siente al deshacerte de las cargas que tanto te molestan. Y creo que aún me faltan 2.

Corrí hacia él, tomé impulso con una piedra, salté y lo golpee con la pala en la cabeza.

-¡MALDITO CERDO, ¿ACASO CREES QUE ES DIVERTIDO MATAR GENTE?

Al recibir el primer golpe, se calló y al verlo en el piso, continúe atacando lo.

-¡TE PARTIRE CON MIS MANOS SI ES POSIBLE Y ME BAÑARÉ EN TU SANGRE!

Con la pala golpeaba su cara, y después baje al torso, así sería más fácil partirlo en dos. Seguí, y seguí, él solo gritaba, el asqueroso cerdo seguía vivo a pesar de los golpes recibidos.

Me sentía tan bien haciendo ésto y aunque no estaba bien, lo disfrutaba.

Me levanté, y le corté las piernas, por los gestos de su cara estaba gritando de dolor, pero siendo honesto, no escuchaba nada.

-¡Oye! No cierres los ojos, tengo algo que preguntar te. Le dije
-¿Qué... Qui... Quieres? Pregunto mientras intentaba respirar.
-¿Qué le hiciste a Devon?
-Yo... Dijo con una voz temblorosa. Yo... Lo golpeé, lo patee, le escupí, lo amarre a un árbol y lo viole.
-Que asco me das, ¿Sigue vivo? Debía de mantenerme calmado o el idiota no diría la verdad.
-N... No.
-¿Cómo lo mataste?
-Cuando termine, busque la piedra más grande y pesada y se la aventé en la cabeza.
-¿Y qué te hago primero?
-N... No, hijo, por favor. Yo...
-¿Tú qué? ¿Acaso no fuiste tú el que dijo que "Se siente tan bien deshacer de las cargas que te molestan"? Ese eres tú. Te voy a matar anciano, pero no te daré gusto de tener una muerte rápida, será lenta y dolorosa.

Lo tomé del cabello, lo jale hacia el suelo, lo patee hasta que empezó a escupir sangre. Cómo no quería que muriera de esa manera, era momento de amarrarlo y hacer lo demás, cuando tuve a mi padre bañado en sangre lo amarre en un árbol, busque la rama más gruesa y más astillada del lugar.

Y empecé a introducir la rama por su ano, no me detuve a pensar tan siquiera sí le dolía o no, solo escuchaba sus gritos de dolor y me daba satisfacción.

-¡OYE, TENÍAS RAZÓN, LASTIMAR A LOS DEMÁS ES SATISFACTORIO! Dije mientras empujaba la rama.

-¡FERGUSON...! ¡SUÉLTAME...! ¡DÉJAME TRANQUILO...!

-¡¿ACASO ESCUCHASTE A DEVON CUANDO TE PIDIÓ QUÉ PARARAS? ¡NO MERECES NADA MÁS QUE LA MUERTE!

Después de un rato, me harté de escuchar sus gritos, tomé la pala, agarre impulso, y lo golpeé en la espalda baja. Provocando que mi padre se partiera en dos.

-Mirate, todo muerto ¡JAJAJA...! Supongo que así te ves mejor, no... Espera... Te hace falta una piedra en la cara...

Lo desamarre, puse su torso en el suelo, busque la piedra más pesada, y se la aventé a la cabeza. Pude ver cómo sus entrañas quedaron aplastadas, levanté la piedra. Mi ganas de venganza no estaban saciadas aún, cargue su cuerpo hasta un acantilado y lo aventé al vacío.

Fuí a buscar el cuerpo de mi hermano. Era horrible todo el desastre que había a mi alrededor, este lugar está a manchado de sangre, de sangre inocente y lo decía por Devon.

Con la pala empecé a escarbar en la tierra, haciendo un espacio para cada uno de mis hermanos. Los puse a cada uno en su respectivo agujero y antes de hechar la tierra, fui por mi madre, para que ella se despidiera.
Llegó, se despidió, llene de tierra los agujeros y después de hablar, nos fuimos a crear una vida diferente.








































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