☥ ‣ CAPÍTULO 18

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Barranco del infierno

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Barranco del infierno

Zaid

Humedezco la gasa y aplico a toques el antiséptico sobre la herida. Fue superficial, pero es mejor vendarla antes que se infecte. Elaine sigue inconsciente y eso me facilita atenderla, de lo contrario, ya estaría haciéndome tremendo berrinche.

Apenas la vi apuntarse con el arma no dude en intervenir, desconozco los motivos del por qué lo hizo, pero no es un tema que me importe. Yo sólo cumplí con salvarla de sus impulsos.

En cuanto nos arroje a piso, grito y pataleó. Su estado, suscito la noche que cayó inconsciente en mis brazos luego del accidente. Me recordó lo vulnerable que era, pero ahora forjo un coraje más fuerte, admito que la cría tiene los cojones, uno que rara vez se ve en una mujer.

Halago que no se lo haré saber nunca.

Después de su llanto, realicé primeros auxilios en su hombro dislocado. Fue tanto el dolor que se desmayó. El clima húmedo no coopera y se vuelve más frío, el viento ondea los árboles y los animales nocturnos salen a merodear.

Cierro el botín y saco de la mochila la pomada antiséptica. Le subo la cremallera hasta arriba de los senos y aplico suave en el tajo. No obstante, recibo una súbita patada en el torso.

—¡No me toques! —grita a la defensiva.

—¡Estoy curándote, nada más!

Mira los utensilios de primeros auxilios repartidos por el suelo. Se fija que tiene los senos desnudos y de imprevisto me ataca. Usa del entrenamiento y su coraje para agredirme.

—¡Elaine, cálmate! —espeto cuando me da tremendo puñetazo en el pómulo.

La agente sigue la agresión hasta ubicarse a horcajadas de mí. Ubica el filo de la navaja en mi garganta y no procedo ningún contraataque.

—¡Debes pedirme permiso! —grita—. ¡No soporto que me toquen si estoy vulnerable!

—¡Te desmayaste! —espeto—. ¡¿Querías un permiso telepático o qué?!

—¡No me alces la voz, cabrón! —amenaza y presiona la navaja en mi cuello.

—¡Bájame el tono, cría!

Intercambio el ataque en una maniobra rápida, atajo su brazo e impulso su cuerpo bajo el mío mientras presiono la navaja contra su cuello. Me propina un cabezazo en las narices, la vista me lagrimea y pellizco mi nariz con aflicción.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora