☥ ‣ Capítulo 71

121 13 3
                                    

La manzana de la discordia.

Zaid

Activo la alarma del Bugatti y me oriento al interior de la clínica. Hace un par de días Valery dió a luz, Mila está vuelto loco gritándole a todo el mundo que es padre.

Cruzo la recepción y evito tanto trámite en el mesón. Le enseño la placa federal, las enfermeras no ponen refutes y me dejan pasar. Subo al noveno piso, aquí están los críos recién nacidos y las habitaciones maternales.

Entro a la habitación, Valery está acostada en la camilla mientras Mika con el bebé.

—¡Ya abrió sus ojitos! —celebra Mika.

Saludo a Valery y le dejo lo que me pidió de comida junto al mesón.

—Gracias —murmura cansada.

—Oye —habla Mika—. Supe lo que le hiciste a Xander. Es noticia en el burdel. Te pasaste de inhumano, cabrón.

—Fue un corte pequeño.

—¿De que hablan? —inquiere Valery.

—De nada, amor. Aprovecha a dormir.

—No puedo... Con todo lo que lloraron anoche los bebés no pude dormir bien, Theo tampoco me dejo dormir. Prefiero ordenar e irnos.

—Hazlo con tiempo, para eso vine.

—Gracias —Mika me pasa al bebé—. Tenlo mientras hago los bolsos.

Paso a sentarme en el sillón con el bebé entre los brazos. Evitó moverme demasiado, no quiero despertarlo y que empiece a chillar.

Mika ayuda a Valery para ir al baño. Mientras la mujer se arregla, su marido empieza a ordenar los bolsos.

—Te ves menos rudo con un bebé en los brazos, cabrón —se ríe—. ¿Por qué no formas familia?

—No se me antoja.

—Es una experiencia hermosa.

—Prefiero coger, hasta ahí es hermoso.

Sacude la cabeza, no va a convencerme.

Valery sale del baño arreglada. Mika pide una silla de ruedas, luego acomoda a su mujer ahí y los bolsos. Me queda llevar al bebé en brazos al salir de la habitación hacia el elevador.

Abordo primero el elevador, luego siguen ellos y bajamos al primer piso. El imbécil de Mika olvida un bolso en la habitación, por lo que nos regresamos como tres idiotas que se dan un paseo pendejo por los pasillos de la clínica.

—Palmea la espalda suavecito —me indica Valery—. Con la mano, Zaid. ¡No así no!

—¡Lo hago despacio! —ya me hastíe.

—¡No alces la voz! —dice a regañadientes—. Puedes causarle problemas auditivos. Los recién nacidos son delicados, imbécil.

—Ash —alego.

—Estoy orgulloso de ser padre —expresa Mika—. No le veo nada de malo.

—Dime eso cuando Theo tenga tres años o entre en la adolescencia —murmura Valery.

Las puertas del elevador se abren.

—¡La blanquita de ojos garzos!

De inmediato, recaigo la vista en Elaine. Va acompañada de Nahia y Erick. Los tres están pálidos, a nada que se le sobresalen los ojos.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora