☥ ‣ Capítulo 76

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Reminiscencias

Zaid

Con Kayden acusado por maltrato, e internado por sobredosis y Elaine en observación por intento de suicidio, se completa el mes de mierda. La culpa también me señala. Busco soluciones para dilucidar el conflicto, porque no cederé ante la frustración.

«Necesito un trago». Doy desganados pasos hacia la cocina.

Cansado, me empino las botella hasta quedar con la mente borracha. Bloqueo emociones, o eso intento. En estas circunstancias, ya no puedo fingir que nada se fue a la mierda.

Charlie ausente, Kayden en los mismos pasos que Roxanne. Y sí continuó en vicio, en un par de años seré el alcohólico que terminará de hundir a la familia Manson.

Camino mareado a la habitación, me acuesto y bebo otra botella. Cierro bajo mi puño la cadenita de la Inmaculada Concepción. La marca de haber perdido a un bebé que ni siquiera sabía de su existencia será de por vida.

Cierro los párpados ante el cansancio. 

"Corro lejos de la sala cuando es consumida por las llamas. Me cubro la boca y toso, todos los juguetes y muebles se queman con prisa. Asustado, subo las escaleras. Entro a la habitación de mamá y salto a su cama. La remuevo de los hombros, pero no despierta.

—¡Mamá! —le grito—. ¡Vamos por Kayden!

Veo agujas alrededor suyo, no reacciona.

—¡Mamá, por favor! —la remuevo—. ¡Ya despierta! ¡Hay fuego en la casa!

Escucho gritos en el primer piso, dejo a mamá y le prometo volver. Salgo de la habitación, bajo a la antesala y llamo a Kayden.

La casa cruje y el miedo es tanto, que me escondo debajo de las escaleras. Me llevo la rodillas al pecho y escondo la cara.

«¿Dónde estás, papá?»

—¡Zaid! —su voz hace que levante la cabeza.

Dejo el escondite para ir por él. Encuentro a Kayden en la cocina, está arriba de una silla y llena las ollas usando su vaso de héroe.

—¡Ayúdame!

—¡Tenemos que ir por mamá! —le jalo el brazo para que me siga.

—¡No! —grita—. ¡Hay que apagar el fuego!

—¡Vanos por mamá! —le digo—. ¡Está dormida!

Salimos de la cocina yéndonos al segundo piso, pero no es posible. Los muebles se desploman y la nube de humo se hace más densa. Siento que no puedo respirar.

Las ventanas estallan y Kayden me jala del brazo para cubrirnos. Lloro asustado, pero él me abraza para que no tema.

—¡Subamos por mamá! —le suplico.

—¡Saldremos al jardín! —me jala, pero no lo sigo—. ¡Zaid, sígueme!

—¡Quieres dejarla! —lo empujo.

Me devuelve el empujón y baja las escaleras.

—¡Te odio por dejarme solo, Kayden!

—¡Y yo te odio a ti! —grita desde la puerta.

Lo dejo atrás y subo las escaleras. Las llamas aumentan. La esperanza hace que volteé en busca de un apoyo. Kayden no salió de la casa, sino que se acerca al fuego de la sala.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora