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Ese día se quedó un poco más en la capilla, el silencio del lugar le ayudaba a pensar y a tomar buenas decisiones para no equivocarse en sus pasos. Y es que la noticia de la muerte de Bianca debía de tomarla de la mejor manera. Siguió observando la imagen de cristo, como si estuviera esperando que le respondiera, permaneció con su mirada fija, para luego bajarla y posarla en sus grandes manos, llevándolo a un momento de su pasado que creía haber olvidado.
Varias imágenes de unas manos entrelazadas llegaron su mente. La pequeña mano femenina acariciaba la suya para luego tirar de él y reír con gracia e inocencia. Una risa que no podía oír, ya que por el tiempo había olvidado el tono de su voz; y tampoco es que quisiera mantenerlo en su mente, al fin y al cabo, lo mejor para él era olvidar su voz y de lo posible a la persona misma. Aunque lo último nunca había sucedido del todo, por más que quisiera fingir lo contrario.
Se persignó y se puso de pie tomando sus cosas y salir de la capilla. El aire fresco de ese día provoco que relajara sus músculos y su caminar fuera mucho más relajado a como había llegado. Se encaminó a la residencia en donde pernoctaba, observando como el lugar se encontraba en completo silencio y tranquilidad, lo que agradeció. Aunque, aun así, encontraba extraño que no se viera alguna otra persona por el jardín del Vaticano.
Siguió camino hasta su cuarto, pasando por el habitual pasillo, el cual contaba con pinturas católicas, las cuales ya había observado con anterioridad. Al llegar a su cuarto, abrió la puerta, pero antes de que pudiera cerrarla, el pie de una persona se lo impidió.
—Ditella espera. —la voz de Svein tenía un tono de nerviosismo. —¿puedo pasar?
—Si, claro... —respondió con extrañeza. —¿Cómo es que no te vi?
—Te esperaba detrás de una de las esculturas —respondió como si fuera lo más obvio —Nadie puede saber que estoy aquí, sino creerán que...
—Que tenemos una aventura amorosa —respondió Francis mientras dejaba su bolso sobre la cama y guardaba su chaqueta. —Como si ellos no tuvieran una con tus compañeros —agregó con ironía. Girándose a su amigo e indicándole que se sentara.
—Si...Bueno no venía a eso. ¿Recuerdas que te conté que habían tratado de atentar contra el santo padre? —Francis asintió mientras dejaba sus manos en el bolsillo de su pantalón y se posicionaba frente a su amigo. —Como era de esperarse, aumentaron la seguridad y con ello, los refuerzos de la policía especial del Vaticano.
Francis arrugó el ceño. No comprendía a donde quería llegar su amigo, ni mucho menos el por qué tanto alboroto por el aumento de la policía.
—¿A dónde quieres llegar Svein?
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Divina Oscuridad
General FictionUn joven sacerdote vuelve al Vaticano después de haber estado años en la isla de Sicilia localidad de Palermo. En su regreso que creía solo una estadía más, los recuerdos y personas de un pasado oscuro vuelven a él y deberá elegir entre la tentación...