El día después fue el día que me di cuenta todo lo que necesitaba.
Fue después de mirarme, la forma más evidente que tuve en la palma de mi mano, todas las ausencias que iban a coronar mis encuentros.
No me alcanza.
Eso que me diste lo tienen todxs.
Lo ofrecen todxs.
Lo muestran todxs.
A mí me importaba el día después dónde ya pasado el rejunte de las ganas acumuladas, se iba a ver la ventana sin la cortina del deseo insatisfecho.
Ahora que ya tenías lo que querías, venia a la orilla de mi cama lo que a mí me iba a hacer falta.
Y no estuvo.
Y no estará.
Y entonces recordé la causa de la postergación del afecto.
Hay que revivir para recordar.
Eso hice.
Acordarme.
A veces pienso que me escudo en lo imposible porque es la forma más sana de no revolcarme en ninguna herida.
Porque cuando hay agua que riegue la semilla, la tierra se hace barro y ya es imposible meter pisada.
No voy a caminar en telarañas de ramas que me enredan los pies para nada.
Ya estoy cansada de escuchar los mismos chamuyos baratos.
No me interesan las causas.
Los motivos y todo la linda persona que soy.
Somos un montón con los mismos rasgos que ameritan el afecto.
Pero es poco.
Es estanco.
No me nutre.
No me mira.
Solo responde.
Y yo quiero que me lleven a volar.
Las letras del abecedario me las conozco todas.
No me digas.
No me expliques.
No me cuentes.
Porque el problema empieza justo cuando querés plantar bandera de la boca para afuera.
Y yo hace rato no escucho más lo que ya conozco de memoria.
Y mucho menos, pasado el día después.
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El dolor de haber sido Lolita.
Literatura FaktuEsta es mi historia. Quizá también una manera de canalizar esta furia que me rompe en el pecho. Podrán encontrar compilaciones de textos y poesía propios, e incluso quizás lo utilice a manera de blog. Las experiencias que contaré serán crudas y h...