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-Rápido, más rápido - urgía a su montura. De repente, se detuvo abruptamente al ver un ciervo frente a ella. Lo observaba maravillada por su belleza, pero escuchó los sonidos de los cazadores del rey acercándose..

- Corre, rápido o van a atraparte, ¡Hazlo! - advirtió al ciervo. El animal la miró por un momento antes de huir, asustando al caballo de Madelaine en el proceso. -. ¡Ay... espera! - gritó ella mientras su caballo se lanzaba en una carrera descontrolada.

Quizás fue una fortuna que las hermanastras de Madelaine fueran tan crueles, pues de no haber huido al bosque, tal vez jamás habría conocido al príncipe.

Y así, sin saberlo, Madelaine se dirigió hacia un encuentro que cambiaría su vida para siempre.

El sol se filtraba entre las hojas de los árboles, creando un juego de luces y sombras en el suelo del bosque. El sonido de cascos resonaba entre la vegetación, acompañado por el relincho nervioso de un caballo.

-Quieto bonito, woouu... wou..., quieto, tranquilo, detente - le decía Madelaine a su caballo, mientras luchaba por mantener el control. Sus manos se aferraban con fuerza a las riendas, su rostro reflejaba una mezcla de determinación y preocupación.

De repente, como si el destino hubiera decidido intervenir, un joven de cabello negro y ojos azules como el mar apareció cabalgando a su lado. Su voz, firme y preocupada, cortó el aire:

-Señorita, señorita, ¿se encuentra bien? ¡Resista! - gritó el joven, acercándose más con su propio caballo, intentando alcanzarla.

Madelaine, con la respiración entrecortada, logró responder -No es nada, estoy bien... gracias - Sus palabras salieron entrecortadas, mezcladas con el sonido del viento y los cascos de los caballos.dijo ella con la voz algo agitada.

El joven, con un movimiento ágil y decidido, extendió su mano hacia el caballo de Madelaine-Wouu, wouu, wouu -exclamó, logrando finalmente que el animal se calmara. Una vez que la situación estuvo bajo control, rodeó a Madelaine y su caballo, sus ojos azules escudriñando con preocupación.- ¿Está usted bien?

Madelaine, recuperando la compostura, giró su caballo para enfrentar a su salvador. Con una mezcla de alivio y reproche en su voz, respondió -Estoy bien, pero casi matas de un susto al pobre -

El joven frunció el ceño, confundido -¿A quién? - preguntó, sus ojos verdes buscando alguna señal de otra presencia.

-¡Al ciervo! - exclamó Madelaine, la indignación clara en su voz. Sus ojos brillaban con una mezcla de compasión y desafío mientras continuaba -. ¿Qué es lo que te hizo para que tengas que perseguirlo?

El joven, sorprendido por la preocupación de Madelaine por un animal salvaje, no pudo evitar sonreír -Te confieso que jamás nos habíamos visto -dijo con un toque de humor en su voz -. ¿Es amigo tuyo?

Madelaine, captando el tono juguetón, respondió con una sonrisa -Es un conocido, apenas lo conocí hoy -Su rostro se suavizó mientras continuaba -. Lo miré a los ojos y... Y él a los míos, e intuí que aún tenía algo grande que hacer con su vida. Es todo.

Intrigado por esta joven tan peculiar, el muchacho no pudo contener su curiosidad -¿Cuál es tu nombre, señorita? - preguntó, inclinándose ligeramente hacia adelante en su silla de montar.

Madelaine dudó por un momento, su mirada bajando hacia las crines de su caballo.

-Mi nombre no importa - respondió finalmente, un toque de tristeza en su voz.

-Es peligroso internarse sola en el bosque - advirtió el joven, su tono mezclando preocupación y una pizca de reproche.

Con una sonrisa traviesa, Madelaine replicó -No estoy sola, estoy contigo -Luego, girando la conversación, preguntó -. Joven, ¿cuál es tu nombre? -

El muchacho soltó una carcajada, genuinamente sorprendido -En serio no lo sabes -preguntó, pero al ver la expresión confundida de Madelaine, se dio cuenta de que realmente no lo conocía -. Digo... me llaman Kit - se corrigió, decidiendo usar su nombre verdadero - o mi padre lo hace - añadió con una sonrisa pícara - si está de buen humor.

Ambos rieron, el sonido de su alegría mezclándose con los sonidos del bosque. La conversación fluyó con facilidad entre ellos, revelando detalles de sus vidas sin revelar demasiado. Kit habló de su vida en el palacio como "aprendiz", mientras Madelaine evitaba hablar de su propia situación.

-Es maravilloso, ¿y ahí te tratan bien? - preguntó Madelaine, genuinamente interesada.preguntó Madelaine, genuinamente interesada.

-Tal vez mejor de lo que me merezco - respondió Kit con humildad - ¿Y a ti? -

La sonrisa de Madelaine flaqueó por un momento -Tan bien como pueden tratarme - respondió, tratando de ocultar la tristeza en su voz

Kit, dándose cuenta de su error, se disculpó inmediatamente -Cómo lo siento.

-No es culpa tuya - le aseguró Madelaine, sus ojos encontrándose con los de Kit.

-Ni tuya, seguramente - respondió él, tratando de animarla.

Madelaine sonrió, agradecida por su amabilidad -Aunque no está tan mal... otros seguramente sufren más... y por eso lo mejor es ser valientes y bondadosos... ¿también lo piensas? - preguntó, sus ojos brillando con esperanza.

Kit sintió algo moverse dentro de él ante esas palabras -Sí -respondió finalmente, con una sonrisa - Tienes razón. Eso es justo lo que pienso

Se miraron a los ojos, el mundo a su alrededor desvaneciéndose por un momento, hasta que el sonido de trompetas a lo lejos rompió el hechizo.

-No lo vayan a lastimar, te lo pido - suplicó Madelaine, refiriéndose al ciervo.

-Pero, es una cacería, es lo que se hace.

-No porque sea lo que se hace significa que está bien hacerlo -le dijo ella, reprochando lo que había dicho. Al escuchar eso, Kit pensó un momento y con una sonrisa se dirigió a ella.

-Tienes razón -le dijo sonriendo.

-Entonces... ¿lo vas a dejar en paz? -le preguntó suavemente.

-Lo haré.

-Eres muy amable, joven Kit - dijo ella suavemente

Nuevamente, sus miradas se encontraron, pero fueron interrumpidos por la llegada del capitán de la guardia real.

-Ah, lo encontré, su alte...

-Soy Kit, Kit... Dime Kit, voy en un minuto - interrumpió Kit rápidamente, preocupado por mantener su identidad en secreto.

-Tenemos que reagruparnos... viene, señor Kit -dijo el capitán riéndose.

-Ya te lo dije, en un minuto -dijo sin apartar la mirada de Madelaine, a lo que ella solo rio, sonrojada, agachando la mirada. Sin querer alejarse, tuvo que hacerlo, mas no avanzó cinco pasos y se giró a mirarla-. Espero encontrarte otra vez - dijo, sus ojos azules brillando con una emoción que no podía nombrar.

-Y yo a ti -dijo con una sonrisa nerviosa por su mirada, a lo que él sonrió mostrando sus dientes. Dio la vuelta con su caballo y se marchó, no sin antes voltear nuevamente a verla.

Mientras Kit se alejaba, Madelaine se quedó allí, su corazón latiendo rápidamente. Recordó su cabello negro, esos ojos azules que parecían contener las mismas estrellas, su rostro, sus labios. Se sonrojó ante estos pensamientos, agachando la mirada. Con una última mirada al lugar donde había estado el joven, se dio la vuelta y se dirigió de vuelta a su casa, llevando consigo el recuerdo de este encuentro inesperado que había iluminado su día de una manera que nunca habría imaginado.




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