Jane vio desaparecer a su prima, y después volvió a mirarse en el espejo sin hacer caso de las atenciones de su doncella. Seguramente estaba haciendo lo correcto. Con echarle un solo vistazo a lo que ocurría en una de las celebraciones del Ejército Celestial, su inocente prima ________ sentiría tanta repugnancia que nunca volvería a plantearse la idea del matrimonio. Así no cometería el mismo error que había cometido Jane.
Conocía a su prima mucho mejor de lo que pensaba ________. Entendía perfectamente bien lo que significaba su mirada cada vez que el vizconde Styles entraba en una sala. Harry Styles era lo suficientemente guapo y atractivo como para tentar a ________, que se empeñaba en decir que a ella no le importaban los hombres en general ni el vizconde en particular. Y, en realidad, seguramente estaba a salvo. Styles podía conseguir a cualquier mujer que quisiera, y normalmente la conseguía. No tendría predilección por una mujer demasiado alta con el pelo color cobre, tan aferrada a la soltería que iba a empezar a llevar cofia y a sentarse con las viudas. Cosa que ________ haría, sin duda, si Jane se lo permitiera.
Y, por si acaso, cuando Jane hubiera terminado con él, Harry ya no tendría ni el más mínimo interés en ________.
No, no era muy probable que Styles se acercara a ella, y Jane estaba bastante segura de que ________ era inmune a todos los demás, por muy guapos, ricos o encantadores que fueran. Y, en cuanto a los hombres a los que su prima podría atraer, algún viudo gordo y viejo, o incluso peor, un vicario piadoso… Cuando ________ viera aquello de lo que eran capaces esos hombres, los rechazaría a todos. En realidad, iba a llevarla a los bosques de Sussex, a aquella reunión que celebraba el Ejército Celestial, para protegerla.
________ sólo conocía parte de los horrores que había padecido Jane en su matrimonio con el viejo conde de Whitmore, y Jane no tenía intención de contarle las partes más terribles, detalles que era mejor dejar en las sombras. Se negaba a pensar en aquellas cosas, salvo en mitad de la noche, cuando no podía evitarlo, y tenía que taparse la boca con la almohada para ahogar sus propios gritos. Había terminado. Todo aquello pertenecía al pasado. Sin embargo, no iba a arriesgarse a que a su querida ________ le ocurriera lo mismo.
Tal vez aquello no fuera necesario. Después de todo, ________ tenía razón, desafortunadamente. Lo más seguro era que ningún hombre quisiera casarse con ella. Tenía veintitrés años, era demasiado alta y demasiado curvilínea como para lucir con gracia la moda del momento, demasiado resuelta, demasiado contraria a halagar a los vanidosos hombres. Con observar durante unas cuantas noches los Deleites del Ejército Celestial, no volvería a plantearse cambiar de estado civil.
Era una pena, porque ________ sería una madre maravillosa. Pero la maternidad iba acompañada de los maridos, y el precio era demasiado alto.
—Voilà, enfin! —exclamó Louise, dando un paso atrás con satisfacción.
Jane se miró al espejo. Estaba deslumbrante. Una obra de arte. Una creación fría, sin vida, bellísima. Suficiente para atraer al disoluto vizconde Styles a su lecho, y asegurarse así la muerte de los sueños de ________.
—Eh bien —dijo monótonamente.
Y se levantó del tocador, lista para terminar el trabajo.
