Capitulo 3-2

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—Las mujeres no llevan nada bajo sus trajes, ________. Es una noche cálida de primavera, y vas a pasar mucho calor, sobre todo teniendo en cuenta que vas a llevar la cabeza cubierta.

—La única vez que me desnudo es en el baño, y si fuera posible, lo evitaría también —dijo ________.

—Qué testaruda. Meggie, tráeme la camisa negra. Con eso podrás cubrirte y no resultarás indecente.

________ observó la fina seda negra que había tomado Meggie.

—No.

—Para que la gente crea que eres un hombre tienes que quitarte las ballenas. De veras, te sentirás muy bien con esta camisa. Nadie va a mirar debajo de tu hábito. Si quieres, puedes dejarte las medias y las ligas puestas. Muchas mujeres lo hacen, incluso cuando mantienen relaciones sexuales.

—¿De veras? —preguntó ________, fascinada.

La doncella de Jane comenzó a quitarle el vestido. Le desabotonó la espalda rápidamente, y el feo traje cayó al suelo.

—Pues sí. A los hombres les resulta excitante. Y a las mujeres también, tanto a las que las llevan como a las que… disfrutan de las mujeres que las llevan.

—No entiendo cómo es posible —dijo ________, sin darse cuenta de que la doncella le desataba las ballenas—. Y no entiendo cómo es posible que los hombres…

—Con suerte, podrás presenciar una demostración completa —respondió Jane, observándola con ojo crítico—. Querida, tienes un pecho precioso. ¿Por qué te lo envuelves así?

________ se puso las manos sobre el pecho.

—Me molestan —dijo fastidiada.

—Bueno, los aros también fuera, querida. Te delatarían más que los pechos.

—¿Podríamos dejar de hablar de mis pechos, por favor? —rogó ________, muy ruborizada.

Jane titubeó.

—Querida mía, no sé si esto es buena idea. Eres demasiado inocente…

________ detestaba de veras que la llamaran inocente. Así pues, respiró profundamente y se quitó el miriñaque, de modo que se quedó tan sólo con una camisa blanca, las bragas, las medias y las ligas.

—Así está bien —dijo con firmeza.

Jane negó con la cabeza.

—No, mi amor. Quítate el resto. Y si yo fuera tú, me quitaría las medias. Pueden ser un impedimento si necesitas moverte con rapidez.

—¿Y por qué iba a necesitarlo?

Jane se encogió de hombros.

—Aquí hay gente persistente, terca, aunque se comporten bien. Te prometo que estaré cerca, en caso de que te metas en un problema. Pero hazme caso, ponte sólo la camisa negra. Vas a disfrutar mucho de la sensación de libertad que te dará.

________ lo dudaba, pero obedeció. Se quitó toda su ropa y preguntó nerviosamente:

—¿Dónde está la camisa?

Meggie se la entregó, murmurando entre dientes. La doncella se había opuesto a aquello desde el principio, pero ________ se había empeñado. El hábito que iba a ponerse estaba hecho de un lienzo grueso de color marrón, mucho más elegante que la vestimenta de un monje común y corriente. ________ se lo puso, y lo dejó deslizar sobre su cuerpo como si fuera una caricia suave. Se puso la capucha y exhaló un suspiro de alivio. Las mangas eran largas y le cubrían las manos, y también la capucha le cubría por completo ambos lados del rostro. Podría hacer lo que quisiera sin miedo a ser descubierta.

Jane se acercó con un lazo blanco.

—Que no se te olvide esto, querida. Es tu salvoconducto.

________ la miró con inseguridad.

—¿Y qué pasaría si lo perdiera?

—Nada demasiado terrible. Si pierdes el lazo y alguien te aborda, sólo tienes que decirle que no. Han hecho un juramento de honor y obedecerán.

—¿Honor? —preguntó Meggie con indignación.

—Más o menos —respondió Jane, y se volvió hacia ________—. Bueno, ¿estás lista, querida? Todavía puedes cambiar de opinión. Ya está oscureciendo, y tenemos que estar en la abadía cuando se ponga el sol.

—No voy a cambiar de opinión, Jane.

—Entonces, agacha la cabeza y nos pondremos en camino. Y, ________… No pensarás muy mal de mí, ¿no? Yo participo voluntariamente en estas actividades, y si creyera que puedes tomarme asco por ello, no te habría traído.

—Querida, yo no puedo tomarte asco por ningún motivo. Tú puedes buscar el placer del modo que mejor te parezca, como hacen los hombres. Te prometo que no voy a juzgarte.

Jane sonrió.

—No, tú no harías algo así. Sin embargo, creo que voy a ver si puedo conseguir que te vigile otra persona. El tipo de actividad que yo voy a practicar no es muy digna, y no sé si quiero que te acuerdes de mí así cada vez que me mires.

________ se echó a reír, pasando por alto la punzada de inseguridad que notó en el estómago.

—Como quieras. Siempre y cuando nadie me importune ni me pida nada, estaré bien.

—Nadie lo hará. El Ejército Celestial tiene pocas normas, aparte de «Haz lo que quieras», pero una de ellas es sagrada: todos los actos deben ser agradables para todos los participantes, y nadie puede interferir ni criticar las preferencias de un determinado miembro del grupo. Nadie te va a tocar, querida. Te lo prometo.

________ miró el lazo blanco que llevaba alrededor del brazo.

—Estaré perfectamente, Jane. No te preocupes. Estoy segura de ello —dijo.

Y se preguntó si no estaba mintiendo.

»◘Reckless Love◘«║Harry Styles║Where stories live. Discover now