Capitulo 4-3

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ane se recogió las faldas y siguió al sirviente, que portaba un farol. Las festividades ya habían comenzado; se oían los sonidos del placer carnal por todas partes. De repente pensó en ________. Ella quería mantener vigilada a su prima, y tal vez pedirles a unos cuantos amigos que se aseguraran de que estaba bien. Uno de aquellos amigos era Montague.

Ella ni siquiera se había dado cuenta de su colapso, de su repentina desaparición, porque estaba demasiado concentrada en conseguir sus dos objetivos: el de mantener a salvo a ________ y el de conseguir acostarse con Harry Styles. Cuando el sirviente la encontró y le dio la noticia, a Jane se le olvidaron todos los planes, y se marchó con él para tomar el bote que transportaba a los asistentes desde las ruinas de la abadía a Hensley Court.

—Deprisa —dijo.

—Sí, señorita. El señor Dodson me dijo que os llevara rápidamente. Su Señoría no quiere tomarse la medicina, y está empeñado en volver a la fiesta. El señor Dodson está preocupado.

—¿Que no quiere tomarse la medicina? Yo me encargaré de eso.

Cuando llegaron a Hensley Court, Jane estaba frenética y ni siquiera esperó a que el criado amarrara el bote y la ayudara a bajar a tierra. Saltó a la orilla del río y atravesó corriendo el jardín.

Dodson, el fiel sirviente de Monty, estaba esperándola, retorciéndose las manos y paseándose de un lado a otro.

—Oh, milady —dijo al verla—. Gracias a Dios que habéis venido. No sé qué hacer.

—¿Cómo está, Dodson?

Dodson la llevó hacia la casa.

—No está bien, milady, aunque podría estar peor. Si pudiera convencerlo para que tomara su medicación y se retirara a descansar esta noche… Pero se empeña en que debe regresar.

—No, no va a volver. Tendrá que vérselas conmigo.

Dodson le señaló la entrada al salón.

—Sería sólo durante esta noche, milady. Para mañana, el señor Pagett habrá llegado, y él ayudará al amo…

—¿Qué has dicho? —rugió alguien desde el salón.

Jane abrió las puertas de par en par.

—Siempre has tenido muy buen oído, Monty —le dijo, sonriendo—. Ahora, deja de hacerte la prima donna y permite a Dodson que te cuide como es debido.

En realidad, Montague tenía muy mal aspecto. Estaba muy pálido y sudoroso. Sin embargo, consiguió fulminar a Dodson con la mirada.

—¿Qué es eso de que va a venir Daniel? —preguntó en un tono horrible.

Dodson llevaba algún tiempo sirviendo a Montague, y no se acobardó.

—Me ha parecido que sería lo mejor, señor. Estáis muy débil, y no queréis escucharnos ni a vuestro médico ni a mí. Tal vez el señor Pagett consiga que entréis en razón.

—¿El vicario? ¡Bah! —dijo Monty con irritación, y se le quebró la voz mientras intentaba no toser—. ¡Es un cura! Lo único que va a hacer es echarme un sermón sobre lo equivocado de mi conducta. Jane, te digo que no hay nada peor que los libertinos reformados. Sólo porque han encontrado a Dios, o algo así, creen que todos los demás tenemos que encontrarlo también.

—Perdonad que lo mencione, milord, pero lo lógico es que un vicario ayude a los demás a encontrar a Dios —dijo Dodson tímidamente.

—Maldición, esta noche estás hecho un bastardo y un fresco, Dodson.

—Sí, milord —dijo Dodson con serenidad.

Jane se sentó en un taburete, junto al diván en el que estaba tendido Montague.

—Seguro que estaba pensando en mí —le dijo a su amigo—. Tú no quieres hacerles caso a los sirvientes, y alguien tiene que conseguir que te comportes como es debido. Como yo soy una de las pocas personas que puede mantenerte a raya, la tarea recae en mí, y Dodson no quiere que me pierda los tres días de diversión.

Montague la miró fijamente.

—No te está saliendo muy bien, preciosa mía —murmuró—. Dodson te tiene cariño, y desaprueba todo esto. Creo que nada le gustaría más que mantenerte alejada de ello.

—¡Milord! —exclamó Dodson.

—Oh, vete, Dodson. Y cuando aparezca el vicario, mándalo directamente a la casa del pastor. Seguro que alguien ha enviado allí a un ama de llaves para él.

—Sí, alguien —respondió Dodson con gran dignidad. Como Dodson era el ayuda de cámara, el mayordomo y el secretario de Montague, aquel alguien era él—. Milady, tal vez queráis tomar algo. ¿Una taza de té, o una copa de vino?

Jane sonrió.

—Una taza de té estaría muy bien, gracias. ¿Y una sopa fría? Trae también un poco para Su Señoría, Dodson.

—Yo no quiero comer nada —dijo Monty nerviosamente—, a no ser que se trate de un solomillo y una pinta de cerveza.

—Un buen caldo de carne, creo yo —dijo Jane, ignorándolo—. Y un poco de agua de cebada.

—¿Agua de cebada? ¡Puaj! —Monty los fulminó a los dos con la mirada—. Podéis matarme directamente. Dodson, lo mejor será que mandes a buscar a Harry Styles, y Jane, tú puedes volver a los deleites. Sí, sé que le habías echado el ojo a Harry, pero mis necesidades van primero. Harry entenderá perfectamente que no puedo soportar comer esa bazofia.

—El vizconde Styles sería igual de estricto, milord —lo contradijo Dodson—. Nadie desea que muráis.

Monty tuvo un espasmo de tos, y cuando terminó, quedó desfallecido, con las mejillas ruborizadas y una mirada febril.

—Haced lo que queráis —susurró—. No tengo fuerzas para luchar contra vosotros dos. A este paso me vais a matar.

—Espero que no, milord —respondió Dodson, y se retiró con gran dignidad.

Hubo silencio durante unos momentos. Las ventanas estaban abiertas y entraba el aire fresco de la noche, y en la distancia, Jane oía la música flotando por encima del agua, acompañada del sonido de las risas. Y como nadie iba a darse cuenta de que ella faltaba, exhaló un suspiro de alivio. Por lo menos, aquella noche podía estar tranquila.

—Eres muy malo con el pobre Dodson —dijo.

Monty suspiró.

—Sí, ¿verdad? Parece que nunca le molesta —dijo Montague, y tiró de la manta que cubría su cuerpo frágil—. Te ocuparás de él, ¿no, Jane? Yo he organizado todo lo que he podido para que esté bien, pero me preocupa ese anciano.

—No digas tonterías —lo reprendió ella—, Dodson te triplica en edad. Tú le sobrevivirás durante décadas y serás el que te veas en problemas sin él. Nunca vas a encontrar a nadie que esté dispuesto a soportarte como hace ese hombre.

Monty sonrió ligeramente, pero no se molestó en discutir con ella. Volvió la cabeza y miró hacia las ruinas de la abadía. La luna brillaba en el cielo y las dos agujas de la abadía se alzaban contra el cielo nocturno.

—Hace una noche preciosa, Jane —dijo—. ¿Sabes? Odio admitirlo, pero prefiero estar aquí que retozando entre las sábanas con algún tipejo. Y tú también.

Ella no se molestó en negarlo. Él la conocía demasiado bien como para creerla. Algunas veces se preguntaba cuántas personas más se daban cuenta de que toda su alegría era fingida. ________, seguro. Y sin duda, había algunos más.

—Habrá más noches para retozar, Monty —respondió ella, acariciándole las manos.

Monty le apretó los dedos con afecto y debilidad.

—Una lástima, querida —murmuró.

»◘Reckless Love◘«║Harry Styles║Where stories live. Discover now