PRÓLOGO

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Octubre 1988

Era una tarde lluviosa en el pueblo de Derry.
Mackenzie Rogers corría lo más rápido que podía para llegar a su casa.
Su cabello rojo y mojado se le pegaba a la cara gracias al aire y a la lluvia. Aunque intentaba ir bastante rápido, el camino parecía no tener fin.

Llegó un momento en el que creía que ya no podría correr más, su cuerpo le dolía debido a que se había caído al intentar hacer unos trucos en su patineta, por lo que decidió detenerse en una banqueta a descansar un poco.

A través de la lluvia pudo notar a un pequeño niño con impermeable amarillo corriendo con un barco de papel. Ella conocía al mencionado niño, su nombre era Georgie, era compañero de su hermanita en la escuela, y aunque le sorprendió verlo afuera con este clima, solo lo dejo pasar, seguramente no era algo de que preocuparse.

El niño pasó en frente de Mackenzie, y mientras ella lo seguía con la mirada, el niño continuaba su camino.
Hasta que notó que el pequeño se había caído, al parecer golpeándose con algo.

La chica llevó su mano a su boca en manera de sorpresa, pero no pudo evitar reírse un poco al ver la caída del niño.
A pesar de lo cansada que estaba, se levantó para ir a ayudarlo y así asegurarse de que estuviera bien.

-¡Hey Jorgito! ¿Te encuentras bien?- Preguntó la Pelirroja mientras se acercaba a Georgie.

El niño asintió con la cabeza mientras se levantaba poco a poco.

-Tu eres Mackenzie ¿No? La hermana de Alexa Rogers.- Mencionó el pequeño.

-Si, si, ¿Pero seguro que estás bien?

-Si yo... ¡Mi barco! Oh no, Bill va a asesinarme.

La confusión en la cara de Kenzie era obvia, pero de todas formas seguía con su idea de ayudar al pequeño.

-No creo que el barco sea tan importante ¿Por qué no mejor regresas a tu casa? Vamos, te acompaño.

-No, pero gracias, quiero quedarme buscando mi bote un poco más.

-Está bien, como quieras, nos vemos mañana Jorgito.

-Mi nombre es Georgie- Dijo el pequeño algo molesto.

-Lo sé Jorgito.

Mackenzie le dio una sonrisa de boca cerrada al menor, y se fue corriendo hacia su casa, mientras que Georgie continuó buscando su pequeño barco.

Si tan solo Mackenzie le hubiera insistido un poco más...

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