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Al día siguiente Kenzie se estaba preparando para su salida con Stan.
El centro comercial en donde está el cine, estaba cerca de donde Mackenzie vivía, por lo que acordaron verse allá.

Bajó las escaleras rápidamente y se encontró con su hermanita quien estaba guardando algunas cosas en su mochila para irse a casa de los Denbrough.

-¿Vas a algún lado?- Preguntó Alexa.

-Sí, a dejarte.

-Sabes que no me refiero a eso.

Kenzie solo le dió una sonrisa de boca cerrada y tomó las llaves de su casa para irse.

Caminaron hasta estar frente a la puerta de los Denbrough. Alexa tocó un par de veces hasta que alguien abrió.

Lastimosamente para Kenzie, no habrío la señora Denbrough como de costumbre, si no Bill...

-Oh... Hola Kens.- Dijo el chico.

-Hola Bill...

Hubo un silencio un poco largo e incómodo, hasta que el castaño habló.

-M-i madre te está esperando en el p-piano Ale.

-Gracias Bill.- La pequeña entró con una gran sonrisa en su rostro y se dirigió a donde Bill le había mencionado.
Mackenzie ya estaba apunto de irse cuando Bill la detuvo.

-¿P-podemos hablar?

-Me encantaría, pero tengo que llegar a otro lugar.

-De acuerdo, ¿entonces cuando regreses podemos hablar?

-Sí, intentaré apresurarme.
Mackenzie le dió una sonrisa de boca cerrada, y poniendo su patineta en el suelo, comenzó a patinar hacía el cine.

Al llegar a allá alcanzó a ver a Stan en la entrada del cine ¿Cómo es que ya estaba ahí? Mackenzie había llegado 10 minutos antes, y aún así al parecer llegó tarde.

-¡Stan!- Gritó la pelirroja para llamar la atención del adolescente.

Stan se acercó a la chica mientras veía como intentaba esconder su patineta para que así no la robaran.
Cuando finalmente acabó, Kenzie volvió a hablar.

-Bien, ¿qué película vamos a ver?

-Ví que se estrenó una película sobre una sirena o algo así, suena un poco para niños pero en estos momentos prefiero ver algo así.

-Sí, suena bien.

Los dos chicos entraron al cine, compraron los boletos y un gran bote de palomitas con dos refrescos.
Al llegar a la sala de cine había varias personas, por lo que fue difícil encontrar un lugar.

Cuando por fin encontraron un asiento se sentaron y disfrutaron la película de "La sirenita"...

-¡Fue muy linda! Tenías razón, ver este tipo de películas en casos como estos ayuda bastante.- Mencionó Kenzie emocionada.

-Yo siempre tengo razón.- Dijo Stan. -Solo no me gustó que a pesar de que el príncipe ya se había enamorado de Ariel, aún así escogió a la otra solo por su "voz".

Los adolescentes seguían discutían sobre la película mientras se terminaban las últimas palomitas que quedaban en el bote.

-¿Ahora qué quieres hacer?- Preguntó el chico.

-¿Vamos por un helado?

-Sí, ¿por qué no?

La heladería a la que querían ir los chicos estaba un poco alejada de la zona del cine, por lo que mientras caminaban hacía allá, conversaban sobre cómo las cosas habían cambiado tan drásticamente con los perdedores. A pesar de lo que dijeron, ambos se sentían bastante mal de dejar ahí a su amigo, pero les ganó el miedo, el miedo a ese estúpido payaso.

Después de caminar unos minutos, llegaron, había varias personas en la fila, y no querían seguir conversando de algo tan triste como era lo que estaba sucediendo. Por lo que Mackenzie dijo lo primero que se le vino a la mente.

-Y que me dices de... chicas.

-¿Chicas?

-Sí, mencionaste en el cine que nunca habías tenido novia, ¿ni siquiera te ha gustado alguien?

-Bueno, yo nunca dije eso.

-¿Entonces sí?

-Sí.- En ese momento, Stan y Kenzie hicieron contacto visual, pero ninguno de los dos retiró la mirada como lo hacen constantemente, está vez los dos la mantuvieron. -Creo que sí.

-¿Y quién es?

-¡Ahoy chicos! ¿Listos para ordenar uno de nuestros deliciosos helados?

Fueron interrumpidos por el chico que atendía antes de que Stan pudiera decir algo más.
La voz de el heladero los regresó a la realidad, y ninguno de los dos sabía que ordenar.

-Yo quiero un helado de chocolate, por favor.- Dijo Stan.

-Y yo uno de fresa con vainilla... Por favor.

El heladero les entregó sus dos helados a los chicos, pagaron y ambos se fueron a sentar a lado de una fuente, en ese lugar no había muchas personas, es por eso que decidieron sentarse ahí.

-¿Y bien?- Habló Mackenzie.

-¿Qué cosa?- Preguntó Stan mientras comía un poco de su helado.

-¿Quién es la desafortunada?

El chico solo se quedó callado.

-Vamos, dime.

-No tiene sentido, no creo que algún día se lo pueda decir.

-Tienes que tomar más la iniciativa, ¿cómo sabes que ella no siente lo mismo por ti?

Stan se volvió a quedar callado, viendo como la pelirroja se sentaba a lado de él.

-Bien, si no se lo quieres decir directamente, entonces busca otra forma para que ella sepa que te gusta.

El chico solo la vió, y bajó su mirada la mano de Mackenzie, la cuál estaba muy cerca de la de él. Supo que está era su oportunidad, si no lo hacía ahora, nunca lo haría.

Movió lentamente su mano hasta que hizo contacto con la de ella. Mackenzie al notar esto rápidamente miró a Stan, haciendo que ambos hicieran contacto visual. Pero no cualquiera, en los ojos de ambos se podían ver expresar tantas cosas, confusión, temor, ¿amor?

-Stan...

-Me gustas Mackenzie...- El chico hizo una pausa para ver si la expresión en la cara de Kenzie cambiaba, pero al ver que no decía ni hacía nada, solo continuó. -No sé desde cuando empezó esto, desde cuando empezó a sentir esto que siento por ti, tal vez empezó hace bastante, solo no quería aceptarlo.

Los dos chicos estaban en absoluto silencio, esperando a que alguno dijera algo más.

La chica no dijo nada, pero movió su mano de forma en la que esta, y la de Stan se enlazaron entre sí. Ella solo le sonrió, recibiendo otra sonrisa de parte de el chico.

Después de unos minutos los chicos se fueron a sus casas, no dijeron nada en el camino de regreso, solo se acompañaron en silencio.

-Nos vemos luego Stan.

-Adios Kenzie.- Stanley ya se había dado vuelta para seguir con su camino, pero volvió a voltear para decir una cosa más. -Ah, y... No quiero que lo que te dije hoy de alguna forma te presione, no tienes que contestarme nada ahora.

-Gracias, te marco luego.

Los dos chicos se sonrieron y cada uno se fue caminando los pocos minutos que faltaban para llegar a sus respectivas casas.

Mackenzie tocó a la casa de los Denbrough para recoger a su hermana, olvidando por completo la plática que había quedado pendiente con Bill...

It (Eso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora