Capítulo uno
Cuentan las leyendas que existen pequeños seres mitológicos que no podemos ver pero que ellos a nosotros si, muchos podrán creer o no, eso dependerá de cada persona, pero algo que la mayoría cree es que ellos están más cerca de lo que uno cree, puede que en este mismo instante uno este robando una manzana de tu frutero, o incluso leyendo arriba de ti... Quien sabe.
El jardín de los ojos bonitos.
Levi caminaba tranquilo por el gran pasto de la enorme casa, o ese era su parecer, ya que esta era de una sola planta, bueno, todo para el era grande, sonrió cuando una mariposa paso a su lado para sentarse en un girasol, de inmediato su sonrisa fue borrada cambiando por un suspiro de cansancio cuando escuchó los ladridos de los perros que se escuchaban por fuera del cerco de madera.
Chasqueo la lengua, odiaba a los perros, ellos dejaban saliva por doquier, cagaban y orinaban donde se le daban la gana reclamando territorio, prefería los gatos, tal vez por eso se había echo amigo del gato de la vecina, su nombre era Michi, era un gato gruñon, talvez por eso eran amigos.Ese gato si que se quejaba, el pobre gato de pelaje blanco con manchas negras se quejaba de su nombre, no todos los gatos tenían que tener el mismo nombre decía siempre que escuchaba a su esclava llamarlo para comer o llevarlo al veterinario, cosa con la que Levi concordaba, por eso cuando estaba a solas le llamaba por Mich, no era una cosa del otro mundo pero al gato le gustaba, y bueno, el no tiene problemas con su propio nombre, el suyo creía que era original en su diminuto mundo, aunque en el lado humano terminaría siendo una marca de pantalones.
El sonido de algo detenerse fuera de la casa hizo que levantara la mirada de aquellos perros hacia la puerta blanca, era un enorme camión de mudanza. Con curiosidad se subió a una de las pequeñas plantas de girasoles, y ocultándose entre las flores observo como unos hombres salían a descargar cosas dentro de la casa.
—¿Visitantes? —se preguntó, luego observo como un gato de negro pelaje y de ojos ónix salía de una camioneta, estaba curioso.
La casa regularmente se encontraba sola, pero de vez en cuando una mujer llegaba a limpiar y mantener todo en orden, le agradaba la señora, siempre dejaba migajas de pan en la orilla de la ventana.
Supuso que la señora se mudaría para siempre, pero ese no era el caso...Saludo al gato cuando sus ojos se conectaron, pero este le había ignorado, cosa que le hizo fruncir el entrecejo y bajar su mano lentamente, le caía mal desde ya, el gato camino entre sus cuatros patas meneando su cola, que gato más presumido, gruño.
La señora si que debía de tener una vida difícil, se lamento, solo hasta que de la camioneta vio salir a un chico castaño, su boca se abrió de la sorpresa, más cuando el tomó entre los brazos al gato presumido dándole caricias haciéndole ronronear, el solamente se restregó entre sus brazos dando a conocer a quien le pertenecia lanzándole una mirada feroz con burla.
El pequeño azabache chasqueo la lengua, no le interesaba aquel humano como para que ese tonto animal se lo restregara, ahora estaba dudando si prefería a los gatos, gruño, pero bueno no tenía nada de malo, seguramente ese tonto pensaría que le quitaría a su humano, pero solo era un visitante más, fue cuando observo bien al humano.
Era un humano grande, tenía el cabello castaño como la madera del viejo árbol donde vivía, una sonrisa hermosa digna de comercial de dentífrico y sus ojos eran de un verde intenso, perfecto..., como el color de un infinito bosque, el color favorito de Levi.
—Bien Shuni, esta es nuestra nueva casa, ¿te gusta? —preguntó el castaño al gato, con una voz que hizo que el pequeño duende se estremeciera, era una voz hermosa, como el cantar de los ruiseñores, no había sentido eso desde que había probado el té de los humanos, era delicioso.
—Prrr —ronroneo el gato, que realmente era gata aun en los brazos del chico, este sonrió dejando a su gatita en el suelo.
—Ve a conocer la casa Shuni, yo llevaré esto —la gata negra camino mirando alrededor ignorando el echó que el pequeño duende estaba presente en esa matita de girasol.
El castaño solo sonrió ayudando a los hombres a bajar las cosas y acomodarlas, era una muy bonita casa de un color blanco, el patio era grande y lleno de flores y zacate que ya necesitaba ser apodado.
—Gracias por la ayuda —sacó de su cartera unos billetes para dárselos a los encargados, quienes los aceptaron dejando ahí al nuevo inquilino suspirando al ver todo lo que tendría que hacer, mínimo tres día tendría para ordenar todo.
Observo la casa y el nuevo vecindario, era tranquilo, apenas y podía ver a los niños correr y andar en bicicleta, era relativamente tranquilo, eso le ayudaría para continuar sus mangas de fantasía shoujo y yaoi y tal vez, solo tal vez, probar nuevas experiencias, aunque no esperaba mucho.
Mientras tanto, el pequeño duendecillo caminaba de nuevo a su pequeño hogar, dentro de un agujero de unos de los árboles de la casa, con aun en su mente el rostro de ese humano que le causó curiosidad, que desde ahora pertenecía la casa y por ende también el.
Porque cuando humano vive en el mismo lugar que un duende, el duende se vuelve pertenecía del dueño y un guía a la buena suerte, y no hay mejor dueño que ese chico de los ojos bonitos.
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Un pequeño duende [Ereri] ©iLAWJAE
Fiksi PenggemarLevi es un pequeño duende de jardín, desde primavera observaba a ese chico castaño que lo había cautivado. Los duendes tienen prohibido contactarse con los humanos, ¿pero qué pasa cuando rompes esa regla? RE SUBIENDO Los personajes utilizados perte...