MEMORIA DE UNA VIDA PASADA

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Capítulo 6

—Debemos aclarar algunas cosas antes de seguir con esta charla —replicó, caminando de nuevo a la cocina —los mexicas, aztecas, mayas y todas las tribus mesoamericanas a las que normalmente me refiero como «los antiguos» no creían en tu Dios como ahora lo conoces —decía gritando desde la otra habitación —ellos más bien creían o tenían un MATRIARCADO, le rendían culto a la naturaleza, de ahí se origina la expresión: «madre tierra».

—Eran politeístas —refuté de inmediato a modo de defensa a mis arraigadas creencias.

—¡Exacto! —exclamó orgullosa, para mí sorpresa, volviendo con otro par de cervezas —lo cuál en la actualidad y muy a mi criterio, es una completa contradicción.

—Ninguna religión reconoce a otro Dios que no sea el creador de todas las cosas —repliqué teniendo la esperanza de, por fin encontrar un punto negativo en todo su argumento que parecía estar muy bien estructurado.

—¿Acaso no adoran a la virgen de Guadalupe? —preguntó enarcando una ceja al tiempo en que me extendía una de las cervezas —tienen también a San Martin Caballero, San Judas Tadeo, la santa virgen de no sé quién, el santo niño de no sé dónde... y últimamente a Juan Pablo segundo —aseveró con tono iracundo —ese mismo politeísmo no le agradó a los españoles en su llegada a Mesoamérica y mucho menos a la iglesia, que ya gobernaba toda Europa, asociaron muchas de las costumbres que hoy son comunes, con hábitos demoníacos y fue condenado todo tipo de curación por medio de la herbolaria y todo estudio de los astros y el conocimiento del universo y ¡adivina qué...! —exclamó iracunda —fue la maldita inquisición la que se encargó de castigar públicamente todos esos actos, con torturas despiadadas para que aceptaran que todo su conocimiento era influenciado por Satanás, a quién por cierto, los antiguos no conocían —concluyó al tiempo en que se dejaba caer de nuevo en el sofá ante mi mirada inquisitiva —el pecado para ellos —volvió a decir después de una larga pausa —consistía más bien en eyacular fuera de la vagina durante un acto sexual, era eso a lo que ellos le llamaban pecado; tenían que estar conectados física, mental y espiritualmente al momento de terminar para que sus chakras pudieran activarse en conjunto y que ambos lograran alcanzar, literalmente las estrellas.

Con esto, me refiero a que ambos cuerpos en pleno éxtasis, logran generar la energía suficiente para que su espíritu pueda desprenderse del cuerpo y poder realizar lo que ahora se conoce como viaje astral, de este acto proviene esa frase que dice: «hacerte ver las estrellas» pero con el paso de los siglos y las vanas ideas implantadas por la iglesia, se fue perdiendo el origen y significado de diversas expresiones, mismas que, para un poema o una frase de conquista resultan útiles, porque a pesar del tiempo y las nuevas ideas, nuestro ser, nuestro ADN, sigue conformado por energía, la energía antigua que ninguna idea tonta puede modificar, por eso es que aún surten efecto en nosotros las palabras cursis, los comentarios de antaño que, para nosotros denotan amor verdadero porque tienen un significado más profundo, por desgracia, su origen pertenece a un pasado que la mayoría ignora en su totalidad.
Los chakras son básicamente puntos de energía espiritual distribuidos en nuestro cuerpo, son 7 en total y están repartidos de la siguiente manera.

RAIZ: instinto, seguridad y supervivencia —dijo señalando sus pies con el dedo índice

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RAIZ: instinto, seguridad y supervivencia —dijo señalando sus pies con el dedo índice.

SACRO: emoción, energía sexual y creatividad, este se ubica en nuestra zona pélvica, por eso el sexo es condenado y reprobado por la iglesia.

PLEXO SOLAR: mente, poder, control y libertad propia.

CORAZÓN: devoción, amor, compasión y sanación.

GARGANTA: autoexpresión, nuestra palabra tiene un poder inimaginable.

TERCER OJO: ubicado justo en la frente y se le conoce también como glándula pineal, genera intuición y poder extra sensorial.

CORONILLA: trascendencia y conexión divina.

El SACRO, se activa con la energía generada en un acto sexual, ese calor que sentimos es la energía que fluye en nuestro ser y así como este tiene una función, todos los demás la tienen.

El de la garganta por ejemplo, se encarga de darle poder a las palabras, todo aquello que decretamos como hecho, aún sin tener el comienzo, eventualmente se realizará, solo basta creer en tus propias palabras para que se materialice.

El tercer ojo nos permite tener una visión más allá de esta realidad, ampliando nuestra percepción astral y universal, así como espiritual, ahora, un dato importante —dijo haciendo una pausa para darle un trago a su cerveza —cuando estás en misa y el sacerdote habla sobre nuestros pecados y nos pide darnos golpes en el pecho, automáticamente estamos culpándonos por algo que nos hicieron creer que está mal o que es malo y, al mismo tiempo nos hacen autorreprimir el chakra del corazón y toda esta serie de cosas son las que nos mantienen en la oscuridad, alejados de la verdad, de esta forma nos someten espiritualmente.

Es bien sabido por todos que el poder del amor es inmenso y en realidad lo es —aseveró con firmeza —por esa razón es que te hacen reprimir ese punto de poder cada semana durante las misas dominicales.

El amor verdadero no hace distinción de razas, o género, es puro y sincero, si todos nos amáramos tal como lo marca la religión, nuestra unión espiritual con el otro significaría una ventana a la verdad.

—Todo suena muy convincente —dije por fin, después de una larga pausa en la que intentaba asimilar cada palabra —pero ¿Qué hay de Jesucristo? —pregunté de pronto.

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