Capitulo 2
La tarde del viernes fue totalmente diferente a las que solía tener; despatarrado en el sofá de mi sala frente al televisor y con una caja de pizza en las piernas viendo el canal de deportes.
Sam y yo bajamos juntos del autobús y caminamos despacio hasta el parque, el viento jugaba con su hermoso cabello rizado, que esta vez llevaba suelto y nos sentamos en la misma banca dónde me había esperado la última vez.
—Es increíble —dije de pronto con ironía.
—¿Qué cosa? —preguntó curiosa, posando de inmediato su mirada en mi.
—Todo lo que me cuentas, me resulta difícil creer que todo eso sea verdad y más aún porque, todavía no veo una sola prueba real sobre esto.
Sam me miró por algunos segundos, se acomodó el cabello detrás de los oídos con ambas manos, se giró levemente hacia mi y observó nuestro entorno.
—Necesitas tener la mente muy abierta —dijo finalmente mirándome a los ojos—. Tanto la metafísica, como la espiritualidad, son temas demasiado complejos y no cualquiera logra entenderlos a la primera —explicó con serenidad—. Sé que eres del tipo de persona que se persigna y se santigua frente a cada iglesia, capilla o cruz que ves por la calle y... te costará creer en un universo diferente, dónde no existe el dios que la iglesia menciona y te costará también mucho más, creer en tu propia capacidad y en un mundo que está plagado de energía, así que créeme cuando te digo que nuestra energía se mide a través de tu nivel vibracional y las buenas cosas ocurren más por el nivel positivo de nuestra vibración que por tu fé y devoción...
No entendía muy bien todo lo que me decía y quizá debió notarlo en mi rostro porque, sólo me miraba como esperando a que dijera algo.
—Yo he rezado con mucha fé y convicción de que Dios me ayudará durante momentos difíciles y él me ha respondido, ha solucionado mis problemas, al igual que a la mayoría de personas que conozco —argumenté con firmeza.
—Ese es el problema —refutó de inmediato—. La mayoría de las personas cree que hay un dios o algún santo que intercede en nuestras vidas y que nos cuida y protege de todo mal. Creen que una oración con fé los ayudará, pero lo que sienten como «fé» es sólo la sensación de su energía, una energía que está fluyendo a través de todo el cuerpo y mientras mayor sea la vibración positiva, mayor será el resultado que se reciba...
»Estamos hechos de energía —dijo tomando mis manos entre las suyas haciéndome sentir una calidez especial, algo que no había sentido jamás—. ¿Lo sientes? —preguntó mirándome fijamente a los ojos—. Sé que puedes sentir mi energía. La palabra atracción es empleada en diferentes aspectos. En este caso, podemos decir que a la energía y por eso cuando dos personas se gustan o se enamoran a primera vista, es común que digan que hubo atracción entre ambos, pues son sus vibraciones extrasensoriales las responsables de que esto pase y, aunque la iglesia lo condene, el sexo es la mejor manera de liberar toda esa energía contenida en nuestro interior.
Apenas podía creer lo que acababa de decirme, me parecía increíble todo lo que se había inventado solo para terminar diciéndome esto.
—No tenías que inventar esta historia —le dije divertido—. Si lo que buscabas era pasar la noche conmigo ¡me lo hubieras dicho!
—Creo que no debí contarte nada —dijo de pronto apartándose de mi—. Sabía que no estabas listo pero descuida, yo me encargaré de explicarte todo con calma y estás marcas que tú y yo tenemos, dentro de poco tendrán tanto sentido como lo tienen para mí...
Ver el cambio en su rostro me hizo entender mi terrible error. Había entendido muy mal las cosas y de paso la había ofendido.
—Lamento mucho mal interpretar tus palabras —dije disculpándome al momento—, pero de verdad, por un instante pensé que...
—No hables más —me interrumpió poniendo su dedo en mis labios—, ambos queremos eso, es lógico porque aunque nuestras memorias son un poco diferentes, nuestras almas son las mismas y vibran del mismo modo, por eso es que se reconocen.
Y así, sin darme cuenta sus labios se juntaron con los míos sintiendo un choque electrizante que me recorrió todo el cuerpo haciéndome estremecer; sentí sus manos posarse sobre mi rostro, logrando que por unos instantes perdiera la noción del tiempo y espacio, sólo éramos nosotros, ajenos al mundo que nos rodeaba y de pronto, una sensación cálida me tomó por sorpresa. Era como si un líquido caliente resbalara por mi cintura... no supe definir con exactitud lo que era y casi en seguida, mi entorno pareció cambiar. Escuché disparos muy lejanos, desgarradores gritos desesperados de personas clamando por ayuda, caballos galopando y un fuerte hedor a humo, un estruendo cercano me sacudió por completo, lo que me provocó un dolor incomparable, como una certera puñalada en la espalda que quemaba al igual que una braza.
Abrí los ojos de inmediato debido a la sensación tan dolorosa y me aparté de Sam solo para comprobar que todo parecía haberlo imaginado.
—¿Qué rayos fue eso? —pregunté todavía asustado y dolorido por el impacto.
—Relájate respondió Sam —sólo te transporté a nuestro último momento.
—¿De que hablas, cual momento? —pregunté desconcertado.
—Del que vivieron nuestras almas en otro tiempo, en otras circunstancias.
—Sería bueno que comenzaras a hablarme de eso —dije exasperado.
—Antes de conocernos en el autobús, nosotros no nos habíamos visto, pero nuestras almas, esencia, espíritu o como prefieras llamarle, ellas si se conocieron hace mucho tiempo; era el año de 1938 en la península ibérica cercas de Gibraltar, España.
Yo tenía una hacienda que había heredado de mis padres y que, en medio del conflicto usé para ocultar a familias víctimas de la guerra —decía sin desviar la mirada que tenía fija en mis ojos—. Tú y yo morimos juntos luchando por defender la hacienda donde vivíamos...
—Espera ¿Qué? —le interrumpí de inmediato—. ¿Una hacienda? ¿Una vida en España? No le encuentro sentido, discúlpame pero no creo que esté listo para tanto...
Me sonaba todo tan descabellado, pero también su historia explicaba en cierto modo, esa impresión de conocerla desde hace tiempo y también aquella fugaz pero clara visión que tuve al percibir su dulce aroma que me transportó a esa hacienda y pensé que también la silueta que había visto, pudiera ser de ella y lo que ahora me contaba no resultaba tan descabellado como parecía.
—Te advertí que no sería fácil creerme —replicó con seriedad mirando nuevamente a nuestro alrededor—. Tengo que irme —dijo incorporándose con urgencia —se está haciendo tarde y si tú no estás dispuesto a aceptar o al menos tratar de entender lo que tengo que decirte, entonces no tiene caso que sigamos hablando.
—Por favor discúlpame —supliqué levantándome también—. Por alguna razón despertaste mi curiosidad y me gustaría saber más, así que prometo ser más receptivo desde ahora.
—De acuerdo —contestó después de una pausa—, pero debemos buscar otro sitio para seguir hablando —agregó.
A pesar de que mi casa estaba cerca, me pidió que la acompañara a su departamento, a lo que accedí sin reparo, sin embargo, me sorprendió mucho la presencia de un hombre que al parecer había comenzado a seguirnos, era alto; calculé que aproximadamente uno ochenta, de rasgos duros y mirada sombría. Usaba un traje moderno de tres piezas en color gris, gafas oscuras y un maletín de cuero, pero sin lugar a dudas, la cosa que más resaltaba en ese rostro era una enorme marca en la mejilla. Una especie de cicatriz que lo volvía inconfundible.
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MEMORIA DE UNA VIDA PASADA Pausada Por Edicion
CasualeHéctor es un hombre común. Creyente y temeroso de Dios, quién lleva una vida cotidianamente tranquila, hasta que conoce a Samantha, una mujer tanto sensual como extrovertida que llegará a poner todo su mundo patas arriba. Héctor jamás la había visto...