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Después de que el juego terminara después de 6 sets, donde Karasuno ganó 3 y fukurodani los otros 3. Cada equipo comenzó a prepararse para retirarse del gimnasio, aunque el pequeño pelirrojo y su compañero pelinegro seguían saltando de la emoción, muchos de los otros jugadores se veían exhaustos. Y su capitán tuvo que convencerles diciéndoles que volverían al día siguiente.

Por otro lado, María se retiró del gimnasio caminando un poco, acostándose en una banca la cual estaba no muy lejos del gimnasio pero lo suficiente como para que se pudiera relajar un momento.

Dando un gran suspiro miró hacia el ya obscuro cielo, en el cuál se podían ver las estrellas con gran claridad. La pobre chica estaba agotada, tanto físicamente como emocionalmente, tantas cosas habían sucedido en un muy corto lapso de tiempo y esto la tenía confundida y angustiada.

— ¿Me puedo sentar?— preguntó Tsukki el cual ya se encontraba a un lado de María.

— Claro. — asintió Maria con voz suave mientras se levantaba para así poder darle un lugar al chico.

— Te gusta, ¿verdad?— Soltó el rubio con un tono frío e inexpresivo.

Al no escuchar una respuesta volteo a ver a María la cual ya se encontraba llorando por sus insensibles palabras mostrando la sorpresa que lo golpeó al ver la expresión de la chica.

— ¿Qué quieres que te diga? —Respondió maria con voz temblorosa.

— Que me digas la verdad, quiero saber que sientes por mi. — le contesto Tsukki mirándola a los ojos.

María respiro unos segundo antes de contestar para así poder controlar su llanto.

— Tsukki, la verdad es que yo te ame tanto que solo me culpo a mi misma por esperar a que me amaras de la misma manera. Te ame tanto que me forcé para dejar de amarte, pero finalmente me di cuenta que es imposible, siempre te voy a amar... pero como a un amigo.

El chico de lentes se quedo mirándola unos segundos. Su pelo corto se movía con suavidad debido al aire fresco que hacía, sus mejillas sonrojadas y nariz por el llanto, y sus ojos ligeramente brillosos por las lágrimas. Se veía tan hermosa como siempre lo había sido. Pero era muy tarde para decirle que el quería que todo eso, fuera solo para el.

— María, yo-... — una voz gritando el nombre de la chica interrumpió al chico de terminar su oración.

Ambos miraron al dueño de la voz que llamaba a María. No tan lejos vieron al chico alto de pelo bicolor y ojos dorados llamándola mientras se acercaba al lugar donde estaban ellos.

Rápidamente la chica se limpió las lágrimas, y Tsukki lo comprendió. Levanto una de sus manos y acaricio suavemente la cabeza de la chica logrando que ella levantara la mirada. Sus ojos se encontraron con los hermosos ojos café de la chica que lo miraban.
Entonces una sonrisa se mostró en el rostro del chico que solo con sus labios le dio forma a un sentimiento, sin salir ni un sonido de ellos.

"Te amo." Entendió la chica por el movimiento de los labios de su amigo.

El bicolor miraba nervioso la escena mientras más se acercaba temía ver a la chica sonreír o besar al chico. Pero entonces vio como el rubio, después de parecer decirle algo comenzaba a alejarse de ella caminado hacia el. Cuando llegaron cerca ambos se pararon lado a lado sin siquiera mirarse.

— Si no la proteges, y la haces llorar como yo lo hice, volveré por ella.

El chico búho se sorprendió por las palabras de Tsukishima. Y entendió de que hablaba al instante.

— Como si te la fuera a devolver. — respondió seriamente tomando por sorpresa al bloqueador de Karasuno. Quizá el capitán, no era tan estupido e infantil como aparentaba. Su chica estaría bien. Pensó Tsukishima alejándose sin mirar hacia atrás por miedo a que vieran su expresión de dolor y las lágrimas que se le derramaban lentamente por el rostro. Pero se arrepintió de no haber volteado a verla a ella una última vez.

María limpiaba sus lágrimas rápidamente antes de que llegara Bokuto. No quería que la viera en tal estado. Mientras lo hacía cuando escucho que estaba más cerca ella iba a voltear para mirarlo y decir que todo estaba bien, pero el chico pegó su cuerpo al de ella, abrazándola con delicadeza y fuerza a la vez. Una mano en su espalda y la otra sosteniendo suavemente su cabeza contra su pecho.

María tomada por la sorpresa se sonrojó con fuerza. Al quererse separar de él, el chico la pego más a su cuerpo, recargó su barbilla contra la cabeza de la pequeña.

— Bokuto, yo...

— Hay que quedarnos así un poco más. — respondió el chico intentando ocultar el sonrojo que se extendía por su rostro. Esa acción había sido un impulso, pero no pensó en las reacciones que tendría en el.

La chica suspiró sonrojada mientras enterró su rostro más en el pecho del chico.

— Bokuto. Desde que te conozco he pensado que eres asombroso.— dijo la chica sin voltear a ver al chico aún. — Tu forma de ser con todos, y contigo mismo, hace que mi corazón se mueva. Tu risa, y todas tus acciones qué haces sin pena y con todo tu ser. — La chica se separó un poco para encontrarse con los ojos dorados del chico que brillaban con intensidad en la oscuridad.

— Estoy enamorado de ti. — La interrumpió. — No se como expresarlo tanto con palabras, pero; quiero abrazarte y no soltarte, quiero que me veas jugar solo a mi siempre, tenía mucho miedo de que te llevaran de mi lado. Ya no quería esperar más, estoy enamorado de ti, perdidamente. Dame una oportunidad, Maria. — El chico la separo tomándola de ambas manos. — Dame una oportunidad, y no te vas a arrepentir.

La mirada del chico posada sobre ella, la ponía nerviosa. Sus orbes dorados la veían con decisión y sinceridad.

Ella asintió sonriendo.

— Siento lo mismo por ti, Kotaro.

El chico subió una mano para apartar suavemente el cabello del rostro de ella. Su mano bajo suavemente a su mejilla, haciendo que la chica sintiera disfrutando del tacto del chico.

— ¿Puedo? — preguntó el chico recibiendo un asentimiento leve de la chica, que por dentro sentía como le iba a estallar el corazón.

El chico subió su otra mano a la mejilla que quedaba libre tomándola con delicadeza entre sus manos. Y se acercó a ella quien aún tenía los ojos cerrados.

Sintió como algo se posaba sobre sus labios. Ambos disfrutaron del tacto suave. Hasta que la chica subió sus manos hacia la camisa del chavo atrayéndolo más a ella intensificando el beso. Era suave y brusco a la vez, sabía a vainilla y cerezas. Ambos sonrieron en el beso. Bokuto había encontrado una nueva adiccion.

See me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora