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Tres años después del nacimiento de las quintillizas Rogers.

Natasha y Steve habían logrado sobrevivir a los difíciles dos años que habían atravesado, un período que indudablemente se había convertido en el más arduo y desafiante de sus vidas.

Las quintillizas, en ese tiempo, habían evolucionado y alcanzado un grado significativo de independencia. Ya no eran las mismas niñas que dependían totalmente de sus padres; habían comenzado a querer vestirse solas, y su carácter se había fortalecido de manera notable. No dudaban en expresar sus opiniones y deseos, manifestando así un sentido de autonomía que sorprendía incluso a sus padres. Además, habían desarrollado una astucia destacable, mostrando habilidades en la manipulación tanto de la astuta espía como del disciplinado soldado, empleando tácticas que les permitían obtener lo que deseaban.

Las quintillizas se dispersaban por toda la casa, llenando cada rincón con su energía y travesuras. Ya fuera en la planta superior, donde habían hecho de su habitación de juegos un refugio de creatividad, o en la planta baja, donde las risas y el bullicio eran constantes, siempre encontraban formas de explorar su entorno. Les fascinaba cerrar las puertas y encerrarse en diversas habitaciones, creando un aire de misterio y desafío que aumentaba la sensación de caos en el hogar. Esta nueva etapa de su desarrollo había presentado un reto considerable para Natasha y Steve, quienes se veían cada vez más impotentes ante la creciente independencia de sus hijas. Establecer disciplina, organizar actividades significativas y aplicar reglas coherentes se había vuelto una tarea cada vez más compleja y complicada, dejando a los padres luchando por mantener un equilibrio de la vida familiar.

Las gemelas Ava Lane y Olivia Marie eran tan semejantes en apariencia que sus padres, Steve y Natasha, a menudo las confundían. Este parecido se convirtió en un desafío constante, ya que incluso los amigos más cercanos tenían dificultades para distinguir a una de la otra.

Ava era conocida por una costumbre peculiar: tenía la tendencia a acumular objetos a su alrededor. Desde una edad temprana, desarrolló el hábito de llevar consigo un bolso lleno de artículos que consideraba esenciales para su vida cotidiana. Este bolso no era simplemente un accesorio; era su herramienta de supervivencia, repleto de juguetes, libros y otros objetos que, según ella, no podía dejar atrás. Entre sus posesiones más queridas había un juguete que la acompañaba en todo momento.

Por otro lado, Olivia era el alma del grupo. Su carácter jovial y su capacidad para hacer reír a los demás la hacían destacar entre sus hermanas. Siempre estaba lista para contar un chiste o compartir una ocurrencia que alegrara el día de quienes la rodeaban. La danza era otra de sus pasiones; se movía al ritmo de la música con una gracia contagiosa, creando un ambiente festivo a su alrededor. En una fase particular de su desarrollo, Olivia había adoptado la costumbre de verbalizar todo lo que pasaba por su mente, lo que a menudo resultaba hilarante y provocaba risas en su familia y amigos.

En contraste, Parker se caracterizaba por su timidez. A pesar de su inteligencia notable, no disfrutaba de los cambios ni de interactuar con personas nuevas. Sin embargo, esta timidez no le impedía manifestar su naturaleza dominante; era la que, en ocasiones, organizaba y dirigía las actividades del grupo, sorprendiendo a todos con su capacidad para liderar.

Riley, por su parte, era un verdadero desafío en el hogar. Su personalidad fuerte y decidida la llevaba a querer tener siempre la razón, lo que a menudo generaba tensiones familiares. No dudaba en cuestionar las reglas establecidas, incluso cuando las conocía a la perfección. Esta tenacidad la hacía destacar, pero también le traía conflictos con sus hermanas y padres.

Por último, Hazel era la hermana que mostraba la menor cantidad de cambios en su personalidad. Siempre alegre y despreocupada, parecía vivir en su propio mundo lleno de sueños e ilusiones. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, había comenzado a mostrar una mayor firmeza frente a la influencia dominadora de sus hermanas. Aunque continuaba siendo una persona dulce y amable, había aprendido a defenderse y, en ocasiones, podía perder la paciencia, revelando un carácter fuerte que sorprendía a quienes la conocían. Este lado de Hazel se manifestaba de manera inesperada, como cuando, en un arrebato de frustración, podía dar un pellizco a alguna de sus hermanas.

Cinco por sopresa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora