—¡Eh, Lily!— una voz me saca del trance en el que he entrado. He estado vigilando la puerta del hangar desde que la chica misteriosa se resguardó allí—. ¿Dónde narices está tu gente?
Me sacudo en el sitio, observando ahora la escena que está ocurriendo frente a mis ojos. El piloto Singh se acerca malhumorado hacia nuestra guía, la cual sigue igual de sonriente desde que partimos en el avión. Las pisadas de Singh retumban en el suelo de tierra, y levantan polvo.
—¡No hay nadie aquí!— vuelve a gritar, situándose frente a la morena de camisa amarillo limón.
Miro a mi alrededor, esta vez no fijándome en el paisaje sino más bien en las personas que me rodean. Solo estamos nosotros; no hay rastro de ninguna otra persona en el pequeño aeropuerto donde nos encontramos.
Lily se aclara la garganta, enfrentándose al joven de los ojos claros.
—Deberían estar esperándonos para guiarnos hacia el Resort...— se rasca un brazo y sonríe algo nerviosa. Después, eleva el dedo índice derecho, en señal de que ha dado con una excusa lógica—. Estoy segura de que han tenido un pequeño atraso. Estarán aquí dentro de poco, ya veréis.
—¡Y una mierda!— ruge el castaño—. Voy a ir ahora mismo a la torre de control a conseguir respuestas porque esto es intolerable.
Parpadeo por sus palabras, no sabiendo muy bien qué tiene que ver el sistema de control del aeropuerto con el problema del hotel.
—¿Y qué crees que sucede allí?— pregunto, interviniendo en la conversación. Ambos me observan sorprendidos por mi presencia. No se habían percatado de que Jake y yo nos encontrábamos a escasos metros de ellos.
El chico se encoge de hombros como respuesta; no me sirve.
—No lo sé, pero tengo un mal presentimiento. Nadie me contestó durante el aterrizaje y tuve que hacerlo a ciegas.
Por eso le había visto gritarle a la radio minutos antes: no estaba discutiendo, estaba intentando que alguien recibiera su mensaje.
—Y dime, Barbie, ¿te apetece acompañarme a echarles la bronca a los de la torre?— me pregunta, elevando las cejas el piloto y tomándome levemente del antebrazo.
Judy entonces da varias palmadas, llamando la atención de todos los estudiantes, que se acercan a ella.
—¡Está bien, chicos, cambio de planes! Dado que los del hotel no han venido a recibirnos, seremos nosotros los que nos presentaremos allí. ¡Vamos, seguidme! ¡El resort está bajando la colina!— grita para que todos nos enteremos y se pone en marcha sin mirar atrás. Da por hecho que la seguiríamos, y así es.
A excepción de mí.
Miro por encima del hombro a Jake, que está esperándome al final de la fila que han formado mis compañeros. Con un movimiento de cabeza le doy a entender que no me espere.
El chico frunce el ceño pero sigue mis ordenes. Toma su maleta y continúa la marcha por el camino terroso.
Acelero el paso para alcanzar al piloto, que ya se ha alejado bastante del hangar, en dirección contraria a la que han tomado mis compañeros.
No sé por qué estoy haciendo esto, pero toco levemente su brazo cuando llego a su lado.
—Entonces no te importa si te acompaño, ¿no?— el chico se pasa la mano por el cabello, despeinándolo y me dedica una bonita sonrisa. Tiene los dientes perfectos; debió haber llevado algún tipo de aparato dental cuando era joven.
—¿Pides permiso para todo? Vamos, Barbie— indica mientras nos situamos bajo la torre de control; no está muy lejos de donde nos encontramos. Mide unos 20 metros de altura y el metal del que está formado se encuentra prácticamente corroido.

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La isla - h.s
FantasiaTras ser seleccionada para un exótico viaje a la isla recién descubierta de Kīhāpai, Hayley Collins y sus compañeros de aventura, junto con un exasperante pero sexy piloto, están decididos a disfrutar de aquella experiencia al máximo en su segundo c...