—¿¡Dónde está todo el mundo!?— grita ahora Danielle, presa del pánico.
Lily intenta calmarla: se acerca a ella y acaricia su brazo suavemente. Sin embargo, ella vuelve a tocar el timbre de la recepción, esperando ser atendida.
En realidad, todos esperamos que funcione.
—El servicio del hotel sabía que veníamos, ¿verdad?— Lily asiente a las palabras de Elaine, que se encuentra a mi lado de pie—. Esto no pinta nada bien.
Me hallo sentada en el reposabrazos de uno de los sillones del vestíbulo sin mediar palabra. No puedo pensar, no se me ocurre nada lógico por lo cual cientos de personas hayan podido desaparecer de la noche a la mañana.
—¿De qué estás hablando, rarita?— responde Byron de manera grotesca—. Tenemos todo este hotel a nuestra disposición— sentencia antes de subirse a uno de los carritos de maletas que hay en la recepción y jugar con él.
—¿Qué dices tú, Byron? Espero que seas consciente de que esta situación no es normal— indico con la voz algo subida de tono. El mote hiriente hacia Eleaine me ha molestado, y que se tomara un asunto tan serio a la ligera aún más—. Estoy con ella, creo que deberíamos descubrir adónde han ido todos.
El delantero de los Lions de nuestra universidad se baja del carga-equipaje y me dedica una mala mirada.
Elaine sitúa su mano sobre mi hombro y le da un apretón amistoso. Está agradecida de que la haya defendido delante de todos y sobre todo del cromañón de Byron.
Assad, por su parte, rebusca tras la barra del bar, y cuando encuentra un par de botellas, regresa airoso de su hallazgo.
—Al menos tenemos barra libre. ¿A quién le apetece un Mai Tai?
Mientras Lily le regaña por querer una bebida alcohólica a pesar de ser ya mayor de edad, Jake se aproxima a mí con algo entre sus manos: un vaso de whiskey.
—Mira, hay carmín en el borde y parece reciente. Es como si todos se hubieran levantado y marchado de repente.
—¿Pero sin su equipaje? ¿Por que harían eso?— indica Ciara incorporándose a nuestra conversación—. Además, no hay cobertura— me enseña la pantalla de su móvil y compruebo lo que dice.
—A lo mejor no hay torres de telefonía aquí. Estamos en medio de la selva— sugiere Byron, habiéndose centrado en lo importante del asunto.
—Por supuesto que hay torres en la isla, pedazo de inepto— murmura Alexander, que está apoyado en el mostrador, con los brazos cruzados al pecho.
—¿Ah, sí? ¿Y cómo estás tú tan seguro de eso, Edward Cullen?— ataca Youra en defensa del grandullón.
La expresión en el pálido rostro de Alexander flaquea un poco al principio, pero después se convierte en una inescrutable.
—Yo... he dado por supuesto que... ¡lo sé porque no soy un completo imbécil! Eran completamente visibles desde el hangar.
Me resulta extraño oír aquello porque ni siquiera desde la torre de control divisé alguna otra estructura de metal, pero no me meto en su discusión.
—Ha debido de haber algún tipo de incidente. Una fuga de gas, una epidemia; algo que haya hecho a la gente huir tan rápido.
—Es una teoría probable. Estamos en una isla, es normal que ocurran ese tipo de cosas— argumenta Elaine a mi favor. La sonrío amablemente.
—Para ti todo es normal, Elaine. Debes de tener una vida muy interesante— indica ahora Danielle y la chica de gafas se encoge en su sitio; se siente atacada.
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La isla - h.s
ФэнтезиTras ser seleccionada para un exótico viaje a la isla recién descubierta de Kīhāpai, Hayley Collins y sus compañeros de aventura, junto con un exasperante pero sexy piloto, están decididos a disfrutar de aquella experiencia al máximo en su segundo c...