1. Entre papeles y cenizas.

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1 de junio de 1968.

Era sábado por la tarde cuando recibí esa llamada que cambió el rumbo de mi vida. Recuerdo bien la fecha porque ese mismo día los Beatles lanzaron al mercado su famoso Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, del cual se suponía que yo debía escribir una reseña.

Me asignado el trabajo de escribir pequeñas críticas o análisis de distintas producciones artísticas para la sección de arte y cultura del periódico, ya que últimamente parecía que no podía con el trabajo más pesado que era el de entrevistar políticos o investigar estafas de empresas multinacionales.

Ya llevaba unas cuantas semanas sin ver mis famosas columnas en el periódico y el editor en jefe que tanta confianza había depositado en mi se encontraba un tanto preocupado, porque su escritor estrella aún no tenía una historia qué contar para colocar en la primera plana.


Yo era tan sólo un joven periodista que escaló rápido y se convirtió en un prodigio del oficio, entonces cuando parecía que no encontraba inspiración en nada y pasaba un determinado período de tiempo sin lograr redactar un párrafo decente, lo único que pensaba era que tal vez ya había llegado a la cumbre de mi carrera, que a mis 24 años ya había dado todo lo que tenía de mi. Sin embargo, cuando estaba inspirado las palabras se escribían solas y de un tirón, sólo necesitaba encontrar el disparador.

Un cigarro que había encendido estaba consumiéndose a sí mismo sobre el cenicero, mientras yo miraba la hoja en blanco de mi máquina de escribir. Había colocado el escritorio frente a la amplia ventana de la sala para ver las concurridas calles de Los Ángeles, con el propósito de encontrar inspiración en la extravagante gente que pasaba por allí y los lujosos autos del vecindario.

En ese preciso momento el sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos. Era Donna, la secretaria de mi jefe: joven, alta, delgada, morocha de ojos azules, con los labios siempre pintados de un rojo escarlata y portando los tacones más altos de la oficina.

—Hola Lenny, ¿qué tal todo?—se oyó su agudo timbre de voz al otro lado del teléfono. Tal vez ese era su único defecto, además de siempre coquetear conmigo a pesar de que yo no tenía interés alguno en ella.—Te extraño mucho aquí en el periódico, la hora del almuerzo no es lo mismo sin ti y tus bromas.

—Hola Donna.—saludé en medio de un cansado suspiro, intentando sonar lo más amable posible.—Pronto volveré a la oficina, por el momento trabajo desde casa.

—Oh, puedo visitarte allí entonces.—sugirió cambiando su tono de voz a uno más seductor, pero no provocaba nada en mí más que vergüenza ajena al pensar en todos sus compañeros de la oficina oyendo su conversación.—Podemos beber algo y ponernos al día.

—No, gracias.

—Pero...

—¿Para qué llamaste? ¿Para seducirme nada más?—pregunté ya un tanto molesto y le di una pintada a mi cigarro.—No sé qué haces tú, pero yo estoy trabajando.

O algo así.

La inspiración no aparecía sin importar cuánto tiempo pasara buscándola.

—Cariño, te llamé porque te tengo una noticia...—dijo la chica con entusiasmo, ignorando completamente el tono que usé con ella hace unos segundos.—¿Conoces a Jim Morrison?

Era imposible habitar este planeta sin haber oído de Jim Morrison. Su música sonaba en todas las estaciones de radio, su rostro estaba en la portada de los diarios y revistas, la juventud sólo tenía ojos para él y lo seguían hasta el fin del mundo como a un Mesías.

—Claro que si, el cantante.—respondí casi sin interés.

Su música era buena, pero lo cierto es que no me consideraba un gran fanático de su banda, The Doors.

—Ese mismo, si... Y muy guapo, por cierto.—aclaró Donna largando una tonta risa de enamorada y luego exclamó:—¡Dijo que le gustó mi perfume!

Ahora entendía todo.

—¿Conociste a Jim Morrison? ¿Me llamaste sólo para contarme eso?—pregunté rodando los ojos.

Desde el momento que levanté el teléfono supe que iba a perder el tiempo hablando con Donna, tiempo valioso que podría haber aprovechado para escribir al menos una oración sobre lo primero que se me venga a la mente.

—¡Si, tonto!—respondió la morocha emocionada.—Pero eso no es todo...

—Me muero por saber el resto.—repliqué con sarcasmo, llevándome el cigarro casi consumido a mis labios para dar la última y más deliciosa calada.

—El mismísimo Jim Morrison autorizó una biografía...—comentó bajando el tono de voz, como si temiera que los demás oyeran lo que estaba a punto de revelar.—Y vino con su representante al periódico para buscar un escritor.

Con sus palabras mis pulsaciones aumentaban y sentía la necesidad de pedirle disculpas a Donna por cómo la había tratado durante estos minutos que estuvimos hablando. Ahora la llamada cobraba sentido al igual que la emoción de la joven por querer contarme.

—¿Y lo encontraron?—pregunté levantándome de mi asiento lentamente y esperando oír solo una repuesta positiva.

Jim Morrison te quiere a ti.

voten y/o comenten si les gustó💕 el primer capítulo es corto pero a medida que avance la historia estos se irán estirando.

en mi perfil pueden encontrar otra historia de jim morrison llamada PARANOID, agradecería que pasen y dejen un voto o comentario💘

Wild Boy «Jim Morrison+Alain Delon»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora