Las palmas de mis manos sudaban de una manera exorbitante mientras esperaba a ser atendido en la oficina de The Doors. Bill Siddons, el mánager de la banda, había organizado una reunión conmigo para presentarme las bases y condiciones que debía respetar si quería ser el responsable de la biografía de su cliente.
Jim también iba a estar ahí presente y era su presencia la que me ponía tan nervioso. Este encuentro era la clave para obtener el empleo, pues mi desempeño en el periódico a lo largo de todos estos años, mi título universitario en Periodismo y mi extenso currículum no serían de ayuda si no le caía en gracia al cantante de moda. Mi estabilidad laboral pendía de un hilo y aquél hilo estaba en manos del mismísimo Jim Morrison.
Al entrar a la oficina Bill me había ofrecido un vaso con agua, el cual a causa de la sequía de mi boca ya lo había acabado y deseaba que mágicamente se volviera a llenar. Seguía en la sala principal esperando a ser llamado y mí corazón latía con velocidad al ritmo de una canción de The Mamas & The Papas que sonaba en la radio a un volumen medianamente alto.
Y me sobresalté cuando Bill abrió la puerta de su oficina para invitarme amablemente a entrar.
—Pasa, pasa, lamento hacerte esperar tanto.—se disculpó con un sincero arrepentimiento en sus palabras.—Toma asiento, por favor.—señaló la silla frente a su escritorio.
—Gracias.—dije con apenas un hilo de voz y me senté frente a él.—Es un placer estar aquí.—mentí, estaba tan nervioso que no podía saborear este glorioso momento, el cual si salía bien podría catapultar mi carrera a lo más alto.
El hombre sonrió ante mis palabras, parecía creerse todas y cada una de ellas.
—Estoy muy feliz de que estés aquí, Leonard.—admitió.
—Por favor, llámame Lenny si quieres.—sugerí.
—Bien, Lenny...—obedeció el hombre largando una pequeña risa.—Estoy un 99% seguro de que Jim también estará muy feliz de verte aquí.
—¿Y qué hay del otro 1%?—pregunté intrigado, temiendo oír una respuesta que no me agrade.
—Jim es una persona muy especial.—aclaró, cambiando la sonrisa y el tono alegre de hace unos segundos por una expresión más seria y apagada.—Hay días buenos y días malos, pero últimamente son más buenos que malos y no sabemos cómo mantenerlo con los pies sobre la tierra.
Otra vez el miedo invadía mi cuerpo al pensar en aquél joven rebelde que tenía el mundo a sus pies y en cómo haría para controlarlo cuando lo tenga junto a mi. La tarea se tornaba cada vez más difícil y aún no había comenzado.
—Cuando lo conocí la primera vez estaba cagado, ¿sabes?—Bill rió un tanto incómodo y las comisuras de mis labios se inclinaron en lo que se suponía que debía ser también una sonrisa, pero acabó siendo una extraña mueca que no representaba ninguna emoción en particular.—Él me asustaba muchísimo.
—Interesante...—murmuré intentando parecer tranquilo y que no se notara lo asustado que en realidad estaba por cada palabra que escuchaba.—Siento que ya debería estar tomando notas para el libro.
—Tal vez deberías ponerte a trabajar, así es.—tanto Bill como yo pegamos un salto en nuestro asiento al escuchar esa inconfundible voz.
—Hola, Jim, ¿qué tal todo?—su mánager se acercó rápidamente a la puerta para saludarlo con un amistoso apretón de manos.
—Todo bien, Billy.—contestó el castaño con una pequeña sonrisa adornando su rostro.—Y lamento llegar tarde, había mucho tráfico.—se disculpó.
—No es nada, lo importante es llegar sano y salvo.—Bill le restó importancia y volvió a sentarse detrás de su escritorio.—¿Sabes quién es?—le preguntó a Jim señalándome a mi.
Yo me levanté de mi asiento y acomodé mi cabello con las manos intentando mantener la compostura, pero ahora que tenía a Jim Morrison a menos de un metro recargado sobre el marco de la puerta, podía entender el susto que sintió Bill al conocerlo. Yo estaba asustado también.
—Leonard Kane.—contestó Jim acercándose lentamente y mirándome de arriba a abajo a medida que daba cada paso.—24 años de edad, periodista y escritor.—me dio un apretón de manos y me dedicó una pequeña sonrisa que podía jurar que era capaz de derretir a cualquiera en cuestión de segundos.—Es un placer.
—Igualmente.—respondí con apenas un hilo de voz y volví a tomar asiento.
—Tú no necesitas presentación, querido Jim.—bromeó Bill.—Si Lenny quiere conocer más de ti puede encontrar toda tu información en las revistas.
Jim ni se inmutó ante el chiste y se recargó sobre el escritorio con sus brazos cruzados sin dejar de observarme. Podía sentir sus ojos azules clavados en mi y no tenía el valor suficiente de levantar mi cabeza para conectar mi mirada con la de él. El simple hecho de existir lo volvía una persona intimidante.
—Leonard y yo pasaremos mucho tiempo juntos a partir de ahora, a medida que escriba el libro sabrá más cosas de mi que nadie más en este mundo.—respondió Jim sin correr sus penetrantes ojos de mi.
Sus labios se inclinaron en una sonrisa diabólica que no podía descifrar lo que significaba, pero estaba seguro de que conocer a Jim Morrison era como tener en frente al mismísimo Diablo. Era tentador tomar su mano y seguirlo a dónde sea que quiera llevarte, pero su camino nunca era el correcto y jamás traía cosas buenas.
—Así es, tendremos mucho de que hablar.—repliqué intentando sonar amigable pero mi voz se entrecortó al final.
—Lo único que te pediremos a cambio es la más estricta confidencialidad, mi querido Lenny.—agregó Bill cambiando el tono de su voz a uno más serio y profesional.—Si bien Jim es una figura pública, hay cosas que puedes llegar a ver u oír que no pueden salir a la luz...
Con estás últimas palabras pronunciadas por su mánager, el músico se apartó del escritorio y se acercó a la biblioteca que estaba junto a la puerta para observar los títulos de todos los libros que descansaban en ella. Yo sabía lo justo y necesario de él, todo a través de notas en periódicos y revistas, por lo que no entendía si esta actitud de él era una táctica con un fin que no conozco o si ignoraba cualquier conversación que no sea lo suficientemente interesante para él.
—Entiendo.—asentí pensativo.—Cuando tenga un borrador se lo traeré...
—No soy yo quién tiene la última palabra sobre lo que puedes escribir o no.—me explicó Bill y con su cabeza señaló a Jim.—Es él.—asentí sin decir una palabra y Bill agregó con la voz lo suficientemente baja como para que su cliente no nos oiga.—Procura caerle en gracia o te arrepentirás.
Y esto confirmaba mi teoría de que conocer a Jim Morrison era muy parecido a encontrarse con el Diablo, tal vez aún peor, pues era aún más bello y seductor con la intención de llevarte a lo más profundo del Infierno.
—Estoy aburrido.—dijo el cantante cerrando un libro y devolviéndolo al estante.—Querido Lenny, ¿no quieres charlar un rato conmigo?—preguntó con una divertida sonrisa en su rostro y mi cuerpo comenzó a temblar.
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Wild Boy «Jim Morrison+Alain Delon»
Hayran Kurguun periodista sigue a jim morrison durante unas semanas para escribir un libro sobre él y descubre más de lo que desearía. ✨#1 en Jim Morrison (30/04/2022).