3. Medianoche.

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Faltaban veinte minutos para la medianoche y ya había consumido tres botellas de cerveza, con la cuarta por la mitad. Aún no tenía sueño, así que estaba sentado en mi escritorio organizando todo el papelerío y anotaciones sobre Jim Morrison, información del músico recopilada en vano porque no estaba seguro si continuaría con el ambicioso proyecto de escribir su biografía. El deseo de escribirla aún estaba intacto, pero no estaba seguro de cuánto podría soportar la actitud del ídolo.

Él era consciente del poder que podía ejercer en los demás y yo no era una persona dócil que pudiera seguir todas sus órdenes, mucho menos cuando se trataba de mi trabajo. Al ser periodista yo debía escribir con la verdad y no podría permitir que Jim este controlando cada palabra que escriba sobre él, no sería un relato verídico sobre la ajetreada vida del músico.

Y esos malditos juegos de seducción me volvían loco, porque era difícil resistirse a Morrison y sus encantos.

En ese preciso instante, mientras yo divagaba en mi mente, el timbre sonó sacándome de mis pensamientos. Miré el reloj que colgaba en la pared y este marcaba las 00.17. Tambaleando a causa de la enorme cantidad de alcohol que bebí, logré llegar con dificultad hasta la puerta para observar a través la mirilla de esta, abriendo mis ojos como platos al descubrir que mi invitado era el mismísimo Jim. Me maldije a mi mismo en cinco idiomas distintos por haber bebido en un momento así y no estar con todos mis sentidos alerta por cualquier reacción que pudiera obtener de este o poder defenderme de sus picantes palabras. Apoyé mi cabeza contra la aspera madera de la puerta y conté hasta 10, tratando de armarme de valor para enfrentarme a él nuevamente.

—Sé qué estás ahí.—lo oí decir al otro lado, no podía descifrar muy bien el tono de sus palabras, pero no parecía molesto, sino impaciente ante mi tardanza.

Así que abrí sin pensarlo mucho más, porque cuánto más pensaba, menos deseaba confrontarlo.

—Así me gusta.—soltó, sonriendo a medias una vez que se encontró delante de mi, sin barrera de por medio más que el umbral de la puerta.—No me gusta mucho esperar.

—Eres famoso, es obvio, todo lo que quieres lo obtienes en un santiamén.—repliqué, de mala gana, dándome la vuelta e indicando con mi cabeza que pasara.

Sentía los pasos de Jim detrás mío hasta la sala dónde me encontraba antes de su llegada, mis puertas temblaban, sentía que iba a desplomarme en cualquier momento, no sabía si por la inesperada visita del cantante o por el alcohol, tal vez era la combinación de ambas lo que estaba afectando mis extremidades. Hice a un lado los papeles del escritorio y me recargué sobre este, con ambas manos a los costados, las cuales transpiraban por los nervios. Jim observaba todo a su alrededor, con curiosidad, no despreciando mi estilo y calidad de vida por su estatus de estrella. Leí bastante sobre él en este corto tiempo, así que sabía que a pesar de ser famoso no se aprovechaba mucho de ello, de los lujos que el estrellato acarreaba consigo.

—¿A qué viniste?—pregunté, con dificultad, evitando hacer contacto visual con el músico.

De reojo, noté que Jim volvió a sonreír y se acercó al escritorio donde yo estaba. Se paró a mi lado y sentí la desnuda piel de su mano rozar la mía cuando tomó uno de los papeles que había dejado a un costado hace un par de minutos. Era una nota de un periódico, en la cual hablaban de él, de su banda y de sus comienzos tocando en un bar de Venice.

—¿Estuviste leyendo sobre mi?—preguntó él ahora, sin despejar mi duda anterior.

—Yo te pregunté algo antes.

—Por lo que veo aquí, si estuviste averiguando sobre mi, eso es bueno. Se nota que tomas en serio tu trabajo.—comentó, ignorando mi pregunta nuevamente y tomando otro recorte: una foto suya en uno de sus conciertos.—¿Y las fotos para qué son? ¿Te parezco atractivo?—el color subió a mis mejillas, las cuales algo sonrojadas ya se encontraban a causa de la cerveza que tomé hace rato. Jim notó el gesto y dejó la foto en su lugar, para después largar una risa y darme un pequeño codazo, juguetón.—Estoy bromeando, lo siento.

Wild Boy «Jim Morrison+Alain Delon»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora