Capítulo 31

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o recordaba alguna ocasión en que verse con una mujer, llegara a causarle tantos nervios, ni mucho menos importarle verse bien para ella. Sabía que era un joven atractivo y aunque siempre ponía atención a su apariencia, nunca se había esforzado por causar una buena impresión, pues estaba seguro que su sola presencia bastaba para impactar a cualquier chica que se le pusiera en frente. Pero con Lady Irasue era diferente, su simple recuerdo estremecía su cuerpo.

Después de pasar a su departamento, darse una ducha y arreglarse para su futuro encuentro con la dama, se encamino a ese lugar que hace años no visitaba. Era tan impresionante como recordaba y en ese momento, saber que pronto la vería, le causaba nuevas sensaciones ya que visitaba la mansión con la plena intensión de probar los encantos de esa mujer.

Al llegar, estacionó su auto y entre suspiros se acercó a la puerta de entrada. Escuchó la manija y creyendo que uno de los sirvientes abriría, se puso a pensar como diría que estaba ahí para ver a Lady Irasue, pero cuando sus ojos se enfocaron en ver quien abría, se sorprendió al percatarse que era la misma dama, quien se encontraba frente a él.

- ¡Lady Irasue! – soltó sorprendido.

No solo porque le pareció extraño que ella en persona hubiera atendido la entrada sino también, por la extravagante ropa que vestía, pues traía puesto un pequeño camisón de seda, color rosa, con encaje en el escote del pecho y lo suficientemente corto que podía distinguir el color de sus bragas.

- Ocho en punto – pronunció ella, con una sonrisa juguetona – No sabía que fueras tan puntual… aunque personalmente eso me agrada, no me gusta esperar.

- Supongo que ese fue el motivo por el cual, fue usted quien abrió la puerta – comentó pasando saliva.

- Así es… y también porque, deseaba ver de cerca la expresión de tu rostro al verme – confesó traviesa. Kirinmaru soltó una risita.

- Y ¿Fue de su agrado? – preguntó, comenzando acercarse – ¿La expresión de mi rostro complació sus expectativas? – indagó curioso, acariciando el rostro de la mujer.

- Si… lo hizo – suspiró.

- ¿En qué más puedo complacerla mi Lady? – cuestionó seductor.

- Averigüémoslo – y sin esperar más, Kirinmaru, tomando su cintura, comenzó a besarla con pasión y veracidad.

Solo ellos dos, sabían el tipo de atracción que existía entre ambos, así como los inmensos deseos que habían tenido que reprimir desde conocer las intenciones del otro. Por lo tanto, esa noche, estarían dispuestos a desahogar todo lo que habían ocultado desde la cena en aquel restaurante.

La pasión de las caricias, el desenfreno de los besos y la ansiedad con la que se entregaban, fue más de lo que habían esperado. Por parte de Irasue, no había imaginado que un hombre tan joven como él, pudiera complacerla de tal manera, si bien se podía ver a simple vista que poseía buena experiencia, no creyó que fuera suficiente como para dejarla sin aliento. Mientras que del lado de Kirinmaru, había sido tal y como imaginaba, esa mujer, era impresionantemente increíble.

Pero el haber saciado su deseo pasional, no quedo solo en esa noche, pues a partir de ese momento, sus encuentros continuaron repitiéndose, y aunque al principio todo parecía un mutuo acuerdo, los sentimientos comenzaron a involucrarse.

Para que Sesshomaru no sospechara nada, Kirinmaru solía utilizar diferentes y complicadas excusas, y aunque era incomodo ocultarle tal cosa a su mejor amigo, desde la primera vez en que había tenido en sus brazos a tan espectacular mujer, había sido imposible dejar de hacerlo, pues no solo el buen sexo era lo que le fascinaba, sino que en ella, encontraba todo lo que le gustaba; era inteligente, divertida, tenaz, decidida, hermosa, sensual, perfecta. Volviéndose de a poco, en su prioridad, pues sin notarlo, se estaba enamorado de ella.

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