CAPÍTULO 1

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A la edad de 53 años, Pieter Paul Rubens pierde a su esposa y comienza a tener un gran afán por pintar una nueva temática; La belleza y el disfrute de la vida reflejada en la figura de la mujer. Una mujer de curvas suntuosas, rostro mancebo y actitud pletórica. La representa en repetidas ocasiones y hasta varias veces en la misma obra. ¿Fue eso ocasionado tal vez porque después de la muerte de su esposa se casó con una joven de 16 años? Desde ahí fue la modelo de todas sus obras posteriores.

Muchos lo explican como que el artista se obsesionó por retratar y tomar de inspiración a su nueva esposa, llena de vitalidad y con la cual llegó a tener nada más ni menos que cinco hijos. Se lo pasaba realmente genial con ella en todos los aspectos, incluidos los malpensados.

Cuando el profesor Linares explicó eso en clase solo se me vino a la cabeza la palabra turbio, y en parte claro que lo es, pero cuando la oportunidad de ver esas obras de Rubens en persona se me presentó la semana pasada, no se me pasó por la cabeza todo eso. Para una estudiante de segundo curso de Historia del arte esto supone una gran oportunidad, poder ver en persona obras de uno de los grandes de la pintura Barroca como fue Rubens se sale de todas las expectativas que tenía yo cuando solicité las prácticas en la ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela. A tan solo unos días de empezar, me tiemblan las manos solo de recordar el suceso de ayer. Lo sé, debería estar atendiendo a lo que el profesor está explicando, o tal vez debería pensar en cómo organizarme para poder llegar puntual todas las mañanas desde tan lejos, pero sinceramente, no he podido evitar mantener el recuerdo de esos ojos verdes en mi mente desde anoche.

Por una parte me siento mal por haberme ido y haber dejado a aquel chico al borde de la muerte tirado en aquel callejón cochambroso al que posiblemente nadie se haya acercado desde aquellas.

''Y si nadie llamó a una ambulancia. Y si nadie se percató de que estaba allí. Y si está muerto...''

Sacudo la cabeza cuando todos esos pensamientos destructivos empiezan a hacerse pesados en mi mente. En vez de eso, decido concentrarme en lo que el Profesor Linares está explicando acerca de la metodología. Metodología. Una de las asignaturas más difíciles de toda mi carrera y yo solo puedo concentrarme en lo guapo que es y lo bien que habla. Pero no soy la única. A pesar de que rozará los treinta y muchos años, desde el día uno todas, y gran parte de los chicos también, no se han podido resistir a sus indudables encantos. Habla de una manera que refleja a la perfección la dificultad de su asignatura, de hecho, es posible que no me haya enterado ni el noventa por ciento de las dos semanas de clase que llevamos. No he podido dejar de fantasear con acercarme a hablar con él, con besarle, con desnudarle, con ir a su despacho y darle día libre a esta tensión sexual que se construyó desde el día uno.

—Señorita Russo.—Pronuncia de pronto en voz alta. Mi corazón se detiene en el acto, y a pesar de que toda la clase me esté mirando, solo puedo pensar en lo guapo que se ve desde tan lejos mirándome directamente. Me aclaro la garganta con tensión y escucho la carcajada nerviosa que se le escapa a Aitana.

—¿Sí, profesor?

—¿Acaso su grupo ya ha elegido tema para su trabajo?—Miro a Paloma y a Gemma y las tres nos tensamos en el sitio. Niego con la cabeza incapaz de respirar con normalidad. Es que es tan jodidamente atractivo que ni siquiera me percato de la seriedad con la que está hablando.

—Estamos en ello, profesor.—Interviene Gemma desde su lugar, tan solo a un par de asientos a mi derecha.

La clase se me pasa muy rápido, tanto que antes de que suene el timbre doy por finalizado el dibujo que estaba haciendo y lo guardo con rapidez en mi bolso junto a mi ordenador.

—¿Qué era lo que dibujabas?—Pregunta Aitana con una sonrisa que le cubre la cara entera. Me fijo en lo bien que le quedan las dos trenzas de boxeadora que se ha hecho y dudo en si decirle o no todavía lo que pasó ayer. La conozco, demasiado como para saber que lo primero que hará será preguntarme qué rábanos hacía ayer por la noche a esas horas sola y entrando en callejones tenebrosos.

Mi Sentimiento InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora