Capítulo 3: Pequeño y hermoso

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Bruselas, abril de 1815

El edecán indicó con un gesto a Liam que entrara en la oficina. Dentro estaba el duque de Wellington mirando un legajo de papeles con el ceño fruncido. El duque levantó la vista y su expresión se alegró.

– Comandante Payne, qué alegría verle. Ya era hora de que esos idiotas de la Guardia Montada me enviaran a alguien competente, en lugar de estos muchachos que no tienen otra cosa que influencia familiar que los recomiende.
– Me costó lo mío, señor -contestó Liam-. Pero al final logré convencerlos de que podía ser útil.
– Más tarde le daré un regimiento, pero por el momento voy a dejarle aquí para trabajo de Estado Mayor. Las cosas son un caos -el duque se levantó y fue a la ventana a mirar ceñudo a una tropa de soldados flamencos que iba pasando-. Si tuviera aquí a mi ejército peninsular, esto sería fácil. En su lugar hay demasiados soldados británicos sin experiencia, y los únicos flamencos con experiencia son los que sirvieron bajo las águilas de Napoleón y no saben muy bien qué lado quieren que gane. Probablemente se van a pasar al otro bando a la primera señal de acción -soltó una risa-. No sé si este ejército va a asustar a Bonaparte, pero por Dios, a mí sí que me asusta.

Hablaron durante algunos minutos; después, el duque acompañó a Liam hasta la sala grande. Varios ayudantes de campo habían estado trabajando allí, pero en ese momento estaban agrupados en el otro extremo de la sala.
– ¿Ha encontrado alojamiento, Payne?
– No, señor. Vine directamente aquí.
– Entre los militares y los frívolos de moda, Bruselas está a reventar -miró la sala. Al ver asomar una cabecita  de entre los oficiales, añadió-:Pero... Ahí hay una posibilidad. ¿Es el tierno Malik él que está distrayendo de su trabajo a mis ayudantes?
El grupo se disolvió, y un omega sonriente salió del centro. Liam lo miró y se paralizó de la cabeza a los pies. Era un omega muy hermoso, hermoso para parar el corazón y embriagar la mente. Al verlo recordó lo que era ser un alfa con su primera pareja, demasiado embobado. Se sintió como un pez que acabara de tragarse un anzuelo letal.

Cuando él omega se acercó y tendió la mano al duque, Liam se recordó que tenía veintinueve años, ya había pasado la edad de enamorarse instantáneamente de una cara bonita. Pero él omega era lo suficientemente bello como para armar una revuelta en un monasterio. Llevaba sus brillantes cabellos oscuros adornados con un broche brillante, con una sencillez que realzaba la perfección clásica de sus rasgos, y su frágil figura tenía la indecencia de atormentar los sueños de cualquier Alfa.
– Siento haber distraído a sus oficiales -dijo a Wellington en tono divertido-. Pasé por aquí a dejar un mensaje a mi tío el coronel Gordon. Pero me marcharé enseguida, antes que me tome prisionero por ayudar e instigar al enemigo.
– Eso jamás -repuso galantemente Wellington-. Payne, ¿conoció a Malik en la Península? Su esposo es capitán del tercer batallón de los Dragones.
– Creo que nunca tuve ese placer -contestó Liam, sorprendido de la calma de su voz-. La caballería y la infantería no siempre tienen mucho que decirse.
– Cierto -rió el duque-, pero a el omega Malik también le llaman san Zayn, por su trabajo atendiendo a los heridos. Sobrino, le presento a el comandante  Liam Payne.
Él se volvió hacia Liam y en sus ojos brilló un pequeño destello que se desvaneció al estirar la mano dirigiéndole una sonrisa amistosa. Sus ojos eran tan pasmosos como el resto, de un color café, pero un brillo como la miel, diferente a todos los ojos que había visto en su vida.

– Sobrino, Zayn.
Al inclinarse sobre su mano, las palabras del duque despertaron un recuerdo. Dios santo, ¿podría ser ese elegante y tierno omega el mismo que había visto en el hospital de campaña después de la batalla de Salamanca? Era difícil de creer. Mientras él se erguía, el duque le dijo a el omega:
– El comandante Payne acaba de llegar a Bruselas y necesita alojamiento. ¿Hay lugar para otro oficial en la casa de tu familia?
–Sí, tenemos lugar -dijo él haciendo una mueca de cómica tristeza-. Es decir, si usted puede tolerar convivir con tres niños y un número variable de animales domésticos. Además de mi Alfa.
Esta vez Liam reconoció la dulce y tranquilizadora voz que había cantado al chico moribundo. 

Arcoiris roto [Ziam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora