Lecciones de Practica

Capítulo 10: El aniversario.

En el momento en que se bajó la rampa de metal en el muelle, Toph pasó corriendo junto a todos hasta que estuvo de pie sobre tierra estable, firme y gloriosa. Aang, tembloroso por la casi revelación que había tenido antes en la habitación de Toph, trató de no sonrojarse cuando ella pasó junto a él. Sokka y Suki no se dieron cuenta de la reacción del monje, demasiado concentrados en el maestro tierra enloquecido, pensaron que Toph besaría el suelo, haría un ángel de la tierra y se levantaría, pero ella permaneció en el suelo, arrullando palabras ininteligibles a la tierra debajo de ella.

Un grupo bastante grande de sirvientes reales con varios dragones mangosta que esperaban al Avatar y sus amigos, miraron extrañamente al joven maestro tierra, algunos murmuraron en voz baja entre ellos.

"Toph", se acercó Suki, arrodillándose a su lado, "de verdad tenemos que irnos".

"¡Vete! ¡Yo nunca, nunca me iré ! " Respondió Toph, la suciedad cubriendo toda su ropa, cabello y rostro mientras rodaba alegremente por el suelo.

Aang la miró con una media sonrisa en su rostro y se preguntó si era posible estar celoso de la suciedad.

Eventualmente, después de un tiempo bastante largo, Suki logró levantar a Toph, pero solo después de que cada uno de sus amigos le prometiera algo a cambio: Aang una batalla de flexión, Suki un baño de barro tibio y Sokka una botella entera de whisky de fuego, todo lo cual Toph obtendría después de cualquier evento de gala que Katara sin duda había planeado para ellos.

...

Una vez que llegaron al vestíbulo alfombrado del Palacio de la Nación del Fuego, la escena allí solo podía describirse como un caos organizado. Los sirvientes corrían por todos lados. Hermosos jarrones llenos de lirios de fuego estaban siendo llevados por el Palacio a varios lugares desconocidos. Otros llevaban canastas con lo que Sokka supuso que era algo delicioso por los deliciosos olores que flotaban en el aire y le hacían agua la boca.

"Wow. ¿Todo esto es por nosotros?" preguntó el guerrero de la Tribu Agua.

Suki se encogió de hombros. Antes de que pudiera decir algo, aparecieron cuatro nuevos grupos de personas, rodeando a cada amigo.

"¿Qué está sucediendo?" preguntó Toph, lista para pelear.

Después de un silencio incómodo, un alma valiente respondió: "Nos envía la embajadora Katara".

"¿Ella esta aquí?" Suki se preguntó en voz alta.

"No, ella está actualmente en una reunión con el Consejo, pero se unirá a ustedes una vez que estén todos", aquí el sirviente hizo una pausa, sin querer insultar a ninguno de los héroes de guerra y amigos personales del Señor del Fuego, "... presentable ."

"¿Presentable?" Sokka hizo una mueca. "¡Nos vemos presentables!" Luego, miró a su esposa y amigos, quienes estaban todos manchados de suciedad hasta cierto punto, gracias a Toph, y ligeramente despeinados después del largo viaje desde el Reino Tierra. "Supongo que un baño no nos mataría pero, eh, ¿para qué necesitamos estar presentables?"

"Deja de perder el tiempo, Sokka, y vete antes de que tu hermana te atrape holgazaneando".

Todos se giraron para ver al Señor del Fuego Zuko parado cerca de la entrada, era más alto, se había engordado y tenía el pelo largo, medio recogido en un moño, se parecía mucho a su padre, aunque nadie se lo diría directamente al joven de veintiún años no necesitan molestarse, Zuko podía verlo por sí mismo, cada vez que se miraba en el espejo, esa podría ser la razón por la que había llegado a apreciar la cicatriz sobre su ojo izquierdo; lo distinguió del anterior Señor del Fuego como el que intenta reconstruir lo que el primero destruyó.