6.- Recuento

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Jiang Cheng frunció el ceño y negó con la cabeza.

— Nada— dijo—. Seguimos incomunicados.

Liu QingGe se mantuvo en silencio, tratando de estabilizar su energía interna. Se había agitado más allá de lo razonable y temía una nueva desviación de Qi... si es que los dioses sufrían de ese tipo de cosas también, no lo sabía y jamás se había preguntado al respecto. Pero ahora no era momento de pensar en eso: a pesar de que habían salido de la capital y la afluencia de fantasmas era mucho menor, todavía tuvieron que pelear a brazo partido para abrirse paso y llegar hasta acá: una caverna natural con una gran energía Qi pura que impedía el paso de espectros de rangos menores.

El cuarteto llevaba tiempo caminando a lo largo de esta caverna sin que pareciera haber indicios de una salida. Nie HuaiSang señaló una grieta en el techo y dijo:

— Podríamos salir por allí, esa grieta parece ser lo suficientemente grande para dejarnos pasar.

— Déjame tratar— dijo Liu QingGe.

Montando a Cheng Luan, Liu QingGe se elevó en el aire tratando de alcanzar el techo. Sin embargo, se detuvo en cuanto alcanzó la mitad del trayecto y por más que lo intentó no pudo avanzar más. Sintió un inmenso dolor en el pecho y comenzó a hiperventilar, balanceándose de la espada y estando a punto de caer e hizo un esfuerzo sobrehumano para mantener el equilibrio...sin éxito: Liu QingGe cayó de la espada y fue atrapado por Jiang Cheng, que había montado en Sandu para alcanzarlo al ver que se detenía.

Apenas pusieron los pies en tierra firme, Liu QingGe se separó de Jiang Cheng llevándose una mano al pecho.

— Ay, no otra vez.

Jiang Cheng se acercó a Liu QingGe y le puso una mano en la espalda, pasándole energía espiritual. Necesitaba la ayuda de alguien, de modo que miró a sus dos acompañantes y se decantó por la opción más segura.

— Señorita Wen...

— Lo sé— dijo Wen Qing acercándose con presteza.

Wen Qing presionó los puntos de acupuntura del torso de Liu QingGe, iniciando por el medio y alternando arriba y abajo, la primera vez lo hizo rápidamente mientras que la segunda lo hizo con calma. De inmediato el pulso de Liu QingGe se calmó y él se sintió mejor a medida que los malestares disminuían, aún así la médica lo revisó minuciosamente en cuanto se puso mejor.

— Le convendría meditar con Nie HuaiSang de vez en cuando— dijo Wen Qing—. Así su núcleo dorado se estabilizará.

— ¿Cómo supo...?— preguntó Jiang Cheng, a lo que Wen Qing le interrumpió respondiendo:

— Yo desarrollé esta técnica a petición del general Xuan Zhen.

Ambos se quedaron en silencio, procesando lo que acababan de escuchar.

— Ese...— dijo Liu QingGe, siendo interrumpido por otra voz.

— Cualquiera diría que el señor de la Guerra habría superado su problema de núcleo defectuoso si logró ascender. Que pena que no sea así.

Un hombre vestido de negro apareció de entre las sombras con una espada en la mano. Liu QingGe bufó de indignación al ver que era su espada y el hombre se acercó diciendo con burla:

— Liu-shishu debería ser más cuidadoso con sus cosas.

— Dame eso.

Liu QingGe le arrebató el arma a Luo BingHe, que sonrió disfrutando la oportunidad de burlarse del dios. A su lado apareció otra persona, que corrió hacia ellos exclamando con alegría:

— ¡Jiang Cheng!

— Wei WuXian...— dijo Jiang Cheng.

Ambos se dieron un abrazo. Jiang Cheng recordó la seguridad con la que Mu Qing le había dicho que volvería a verlo y cómo en un principio no le había creído.

— Se lo dije— dijo Wen Qing.

Wei WuXian la miró con sorpresa y se acercó a ella de inmediato.

— Wen Qing. ¿Cómo...?

— Eso no importa, ahora tenemos otra cosa que resolver.

La diosa explicó sucintamente la situación en la que se encontraban. Wei WuXian se llevó una mano al mentón, pensativo, y Luo BingHe dijo:

— Eso explica porqué hemos visto bestias por ahí sin que los dioses hicieran nada.

— Oye, Luo-xiong— dijo Wei WuXIan—. ¿No mencionó Hua-ge las llaves del cielo una vez?

El grupo ya había emprendido la caminata dentro de la cueva. Luo BingHe asintió con entusiasmo y dijo:

— Lo hizo. Incluso lo escribió.

— Ay dioses, ¿leíste lo que escribía?— preguntó Wei WuXian—. Mis respetos para tí, yo no pude.

— Según lo que alcancé a descifrar, las llaves del cielo nacieron por el incesante poder que el emperador del cielo empezaba a tener pero que no podía contener. Así que forjó dos amuletos que cayeron en rumbo desconocido.

Mirando sucintamente a los dioses que le acompañaban, Luo BingHe añadió:

— Aunque ahora podemos decir que no están tan desconocidos como se decía. Se ha mencionado incluso que si se encuentran juntos, esos dos amuletos son capaces de invertir el cielo y la tierra y romper la causa y efecto del inframundo.

— Sin duda sería algo que Wen RuoHan haría— dijo Wei WuXian señalando una abertura—. Bueno, ahí está la salida. Si siguen por ahí se encontraran con una secta, tal vez podrían hallar más respuestas allí.

— ¿Qué hay de ustedes?— preguntó Jiang Cheng.

— Nosotros no podemos salir hasta que el sello sea retirado— dijo We WuXian—. Vayan, vayan.

El grupo se separó. Luo BingHe los vio marchar y preguntó mirando a Wei WuXian:

— ¿Debimos decirles a quienes se van a encontrar?

— Nah— dijo Wei WuXian—. Que se lleven la sorpresa.

CatástrofeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora