7.- Reunion

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Liu QingGe miró a Nie HuaiSang con los ojos entrecerrados y pose de sospecha.

— ¿Qué sabe usted sobre desviación de Qi?— preguntó.

— Más de lo que me gustaría— dijo Nie HuaiSang, que parecía estar haciendo un esfuerzo supremo por no echarse a correr ante la evidente hostilidad de su interlocutor—.Los líderes de mi secta murieron jóvenes a causa de una desviación de Qi por nuestras armas.

Nie HuaiSang no quisó ahondar al respecto, por lo que Jiang Cheng se ofreció a explicar a Liu QingGe.

— Los sables de la secta Nie se alimentaban con la sangre de quienes asesinaban, lo que los volvía terriblemente viciosos y eso llevaba a una desviación de Qi.

— Naturalmente, como yo no quería morir por eso, investigué al respecto cuando me volví líder de secta— dijo Nie HuaiSang—. Y cuando ascendí, trabajé en conjunto con la señorita Wen combinando lo que sabíamos al respecto, de modo que cuando el general Xuan Zhen vino a buscarnos...

— ¿Cómo lo supo?— cuestionó Liu QingGe de repente, con el ceño fruncido.

Jiang Cheng soltó una carcajada.

— No es como si estuviera precisamente oculto— dijo—. Incluso yo, que no tenía los sentidos agudos de un dios cuando nos conocimos, pude notarlo.

Wen Qing abrió la boca para replicar con el objetivo de interrumpir lo que parecía ser una pelea, pero una voz cercana se escuchó en ese momento cortando de golpe los reclamos de los dioses:

— No me imaginé que el líder Jin fuera tan bueno cocinando.

— Supongo que debe ser de herencia. Dicen que su tío aprendió a cocinar a temprana edad, por eso de que en Yunmeng las personas se cuidaban a sí mismas.

El cuarteto se mantuvo en silencio. En ese momento se escuchó otra voz.

— ¿Trajeron madera suficiente? El pabellón de batalla necesita más espadas de entrenamiento.

El primero que había hablado resopló:

— ¡Piérdete! ¿Qué clase de entrenamiento llevas para que rompas las espadas? ¡Tu maestro se sentiría avergonzado!

— ¿Tú qué sabes?

Lui QingGe dio un respingo y corrió, seguido por Jiang Cheng, Nie HuaiSang y Wen Qing. Apenas salió a la vista, exclamó:

— ¡Yang YiXuan!

El joven dio un respingo al escuchar su nombre y volteó. Su expresión seria se volvió una de inmensa alegría y corrió hacia Liu QingGe exclamando:

— ¡Shizun!

Los otros dos jóvenes eran Lan JingYi y Ouyang ZiZhen, quienes se dirigieron a Nie HuaiSang y Jiang Cheng con respeto. Los tres jóvenes los guiaron por un valle hasta llegar a una secta oculta detrás del mismo, en mitad de una tierra repleta de Qi que aprovechaban para cultivar. Apenas llegaron, Yang YiXuan gritó:

— ¡Miren quiénes están aquí!

Jin Ling, que estaba enseñando el tiro con arco a unos estudiantes, volteó hacia Yang YiXuan listo para reñirle por hacer escándalo cuando vio a Jiang Cheng. La sorpresa se abrió pasó en su rostro y soltó el arco yendo a su encuentro, dándole un abrazo.

— ¡Tío!— exclamó con la voz quebrada—. Creí que te había perdido.

— Liu-shijie, ven— llamó Yang YiXuan.

Liu MingYan, acompañada por Lan SiZhui y Wen Ning, apareció. Wen Qing soltó una exclamación ahogada al ver a su hermano y dijo:

— ¡A-Ning!

— ... ¿Jiejie?— soltó Wen Ning con incredulidad.

Los dos hermanos se abrazaron, sollozando por la alegría de encontrarse nuevamente, y Wen Ning llamó a Lan SiZhui, presentándolos a ambos. Finalmente, tuvo que ser ella quien puso sobre la mesa el tema que los había arrastrado hasta aquí.

— ¿Las llaves del cielo?— dijo Jin Ling—. Hay alguien que puede ayudarles en esto.

El joven los guió hasta una pequeña casa y tocó la puerta, diciendo:

— Pei-xiong, Ban-jiejie, los buscan.

La puerta se abrió dejando ver a una muchacha de negro y a un joven con una túnica sencilla. Eran Pei Su y Ban Yue, la única conexión que tenía la secta con el cielo.

CatástrofeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora