Capítulo 3:Descubriendo el libro.

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—“Lo siento, pero tengo que presumirte si no no me podré dormir a gusto”

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—“Lo siento, pero tengo que presumirte si no no me podré dormir a gusto

Jennifer.

Desde la última vez que nos vimos, James y yo. Habíamos hecho lo que me prometió, tocar una puerta, pero no solo eso ocurrió...Me dijo que se iría algunos días, pero que si llegara a necesitar ayuda que fuera a un santuario. Uno en Nueva York, que no sé cómo rayos voy a pagar un boleto hacia allá.

Pero mientras ahora, en la actualidad, tres días después mi mente hizo un ¡Boom! Y muy gigantesco. ¡La cita de Steven! Obviamente yo no sabía que habían pasado días por qué me había quedado esos días encerrada impulsada a investigar más sobre el tema egipcio.

Pero yo con mis intenciones de ser la primera en preguntar cómo le fue se me ocurrió una idea tonta impulsada por la cafeína que había tomado esos tres días. Según mis cálculos, si tenía el suficiente equilibrio podría trepar ese muro como nunca en mi vida lo hubiera hecho. Me rompería un hueso, claro, pero el amor es aún más grande que la cuenta que mi padre pagará en el hospital.

Coloque un pie encima de la puerta, me impulse para tomarme de una de las varillas que sobresalían pero no me sostuve bien y la varilla se enterró levemente en la palma de mi mano, dibujo una línea curvada en el centro de mi mano.

Me felicité a mi misma y me daba regaños mentalmente: —“Nos matarás” “Estas imbécil te caerás” “Por favor ya alguien esconda el café de esta”

Pero deje de escucharlos cuando pues lindos pies ya estaban en el piso final, fue abrumador no mirar hacia abajo por qué un miedo imaginario se apoderaba de mi sistema tan rápido.

Limpie mi codo y lo acaricie antes de darle contra la ventana de Steven. Uno de los cuadros se rompió y pude introducir mi pequeña mano para abrirla.

Primero metí mis pies para impulsarme y caer bien o eso es lo que espero. No tuve tanto equilibrio como el que ocupe para escalar y terminé cayendo al suelo, tarde algunos segundos en reaccionar y luego me levanté rápido para sacudir los rastros de vidrios que intentaron cortarme.

«Estas demente» gritaba mi mente, algunos susurros comenzaron a enloquecerme de verdad. Moví mi mano en el aire como si un mosquito molesto estuviera rondando por mi rostro en busca de mi valiosa sangre.

Terminando que ahuyentar las voces y el ruido en mi mente mire hacia todo alrededor de la habitación de Steven. Algo que me llamo la atención fue el pez dorado de Steven, ¿Ya le habrá dado de cenar?

Bueno si nos ponemos a pensar, el salió antes del anochecer y digamos que Steven es muy estricto con el horario de comida de Guz.

Me acerque hasta el pez dorado. Mi dedo picaba el cristal de la pecera, Guz se movía con inquietud y a ser verdad, diría que estaba asustado, quizá por algo que vió.

—¿Sabes, Guz? —Hable con el pez, como si el fuera a responderte Jennifer— Yo una vez tuve un pez dorado. Igual que tú...—Le dí la espalda, junte las palmas de mis manos y ejercí presión en ella como método de relajación— Y en mi maldita vida no he visto que a un pez dorado le crezca una aleta —Discutí aproximándome amenazante con una mano alzada señalando a Guz que aleteaba tan fuerte con ambas aletas.

Eclipse-Moon Knight. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora