Jennifer Novak, una mujer interesada en los dioses egipcios junto a su gran amigo Steven.
Uno de los días en que Steven le oculta la verdad Jennifer descubre que alguien que acababa de conocer quería desatar a Ammyt.
La opción de Steven era la úni...
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James.
¿Acaso mi lindo y sexy cuerpo acaba de escuchar bien? ¿Esa tonta acaba de colgarme cuando tengo mil y un cosas que decirle?
¡Por Dios! Creí que ese tipo de personas habían desaparecido de la faz de la tierra, si aún no lo han hecho deberían considerarlo seriamente.
Camine entre las personas que corrían a dirección contraria de mí, con armas en las manos y unas cuantas heridas en sus rostros.
Formule una sonrisa de oreja a oreja en cuanto ví los rizos bellos de la mujer que más unida se ha vuelto a mí. El blip me hizo darme un poco cuenta sobre la genialidad de los vengadores, o mejor dicho, Jennifer me hizo esto. Solo por ella es que estoy parado aquí, enfrente de una burbuja gigante que mágicamente la hacen llamar “El Hex” y con una bruja de por medio que ayudo a los vengadores, ¿fue mi idea o se ve sexy en las fotos que la prensa toma? ¡En cualquiera!
—¿Que hay? —Pregunté emocionado a mi compañera, estaba apresurada pero sus asuntos podían esperar quizá un poco más.
—Esos malditos...—Susurro atragantandose con el odio que casi se salía.
—Genial, ¿Sabes? Tengo una compañera idéntica a tí, ¿Si? Cuando la veo, te veo reflejada.
—Al punto James, se que no estás aquí para dialogar conmigo y necesito que te marches ahora.
—¡Que bueno! Realmente quería ir al punto pero...
—James.
—Si, es sobre Wanda Maximoff. —Informé a Mónica, ella se detuvo abruptamente. La ayuda no paraba de moverse, estaban yendo de un lado hasta otro— Peter me ha hablado sobre ella, —Tallé mis ojos, ella no sabía quién era Peter, lo olvide— El punto es que quiero preguntarle a ella sobre alguien, una pequeña.
—¿Quieres hablar con Wanda? —Ella se detuvo por momentos, confundida. Asentí.
—Solo unos segundos, —Rogué. Es posible que estuviera rogando por Jennifer, pero el interés se despertó en mí en cuanto Neith no podía recordar o no era ella.
—Debo advertirte que no tengo autorización, Darcy es la única que puede ayudarte en eso. Ahora vete.
No me lo dijo dos veces y puse en marcha mi plan, moví mis piernas hacia la dirección de la pequeña guarida de Darcy. Está estaba tras el computador con unas papitas en mano, tome una silla giratoria de las tantas que estaban desocupadas por un “pequeño” incidente que tuvieron al lanzar un misil a una bruja que literal si ella quisiera podría jugar a ser una diosa.
—¡James! —Sonrío la chica que acomodaba sus cosas para seguir tratando de descubrir como es que lo hacía.
Ella me invitó de sus papas, pero de no ser por qué el sueño me ganaba, hubiera aceptado.
