-Embarque-

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Estaba esperando en el sofá cuando tocaron la puerta, por un instante creí que sería Elisabeth a quien encontraría al otro lado, pero me sentí un poco decepcionada al notar que se trataba del chofer a quien enviaron para llevarnos hasta el aeropuerto.

Pronto tendría mi equipaje cargado en aquel bus que era más pequeño de lo usual y como era la primera a quien recogían solo me senté hasta atrás para dejar espacio al resto.

Fui recorriendo el camino a través de la ventana, aun pensando en lo que acababa de suceder, sentía una gran presión en el pecho cada vez que esos recuerdos volvían a mí en forma de imágenes.

Quería culpar a mi falta de contacto humano o de cualquier tipo en los últimos años, definitivamente me habría convertido en un ratón de laboratorio si no fuera por mis extenuantes y autoimpuestas rutinas diarias de ejercicio.

Pero, aun así, mi impresión sobre ella ahora ya no era del todo mala, era una mujer de carácter fuerte y tal vez tener personalidades similares no nos ayudaba a congeniar de buenas primeras.

El bus se detuvo y desde mi asiento veía como una joven de baja estatura y con el cabello de color cobrizo guardaba su equipaje en la parte inferior, se veía como una chica amable, en mi mente solo pensaba que ojalá esté preparada para aguantar una travesía tan larga.

Cuando subió se dirigió hacia mí para ocupar el asiento que se encontraba a mi lado.

-Hola me llamo Skye Mitchell, no nos conocemos, pero tu debes ser ¿Quién logro el descubrir la posible ubicación de una civilización perdida? No es así-

Sus ojos celestes me observaban curiosa así que respondí de inmediato.

-Así es, creo que ya te debieron hablar sobre mí, me llamo Rose Wright y sí, soy quien ha realizado la investigación, así que espero que nos podamos llegar a conocer lo suficiente como para cuidarnos las espaldas una vez que entremos al amazonas- Reí un poco para no ponerla nerviosa.

Intentaba no mostrar signos de preocupación, pero aún era visible, de todas formas, siguió conversando.

-Espero que no tengamos que llegar a eso jajaja, porque de ser así dudo ser de mucha ayuda, en realidad soy la lingüista de la expedición y a menos que se detengan al decir "congelado" creo que estaremos en problemas jajaja-

Seguimos charlando por el camino sobre distintas civilizaciones latinoamericanas y como sus culturas realizaron cientos de aportes al desarrollo de la vida en las distintas regiones de América, cuando ya habíamos llegado a la siguiente parada.

Esta vez se trataba de un joven rubio de bastante altura, su mirada era fría y además de sus maletas personales se podía observar cómo subía cajas de madera completamente selladas, sin ningún rastro de que era lo que contenían.

Al subir se acercó para saludarnos, su rostro tuvo un repentino cambio, pasando de una mirada gélida a una sonrisa agradable y cálida. Eso me inquieto de sobremanera, pero decidí ignorarlo y saludarlo junto con Skye, a fin de cuentas, quien sabe cuánto tiempo pasaríamos trabajando juntos, no había que empezar con el pie izquierdo solo por una primera impresión.

Cuando terminaron los saludos se ubicó en la fila delantera a la nuestra y no nos volvió a dirigir la palabra en todo lo que quedaba de recorrido, volviendo a tener esa fría mirada en sus ojos, al menos ahora sabía que su nombre era Andrew Wilson y si es quien creo que debe ser, es un ex militar quien conoce al Decano Erwin.

En la siguiente parada el chofer nos indicó que esa sería la última antes de nuestra llegada al aeropuerto, puesto que el resto de la tripulación nos estaría esperando allá.

La última en subir en aquella ocasión fue una chica que se veía bastante musculosa y bronceada, viajaba con solo con un bolso y una mochila, al parecer le gustaba ir ligera.

Al saludarnos, dijo que se llamaba Sofia González que era la ingeniera mecánica de la expedición y sin esperar una respuesta de nuestra parte se sentó en el asiento más alejado de todos.

-Para ser latina sí que tiene mal carácter- rio Skye.

Rei al escuchar aquello, pero de todas formas le dije. -Hay que darles tiempo a todos, ya nos conoceremos más cuando lleguemos a Brasil-

-Solo espero poder sentarme contigo en el vuelo para conversar-

-Eso sería fantástico- respondí –Así podríamos conocernos más y ya no nos sentiríamos entre puros extraños-

Paso alrededor de media hora cuando al fin llegamos hasta el aeropuerto, ahora solo teníamos que registrarnos y esperar a que llegase el vuelo. Una vez adentro pude ubicar con la mirada a Elisabeth que estaba próxima a entrar al salón vip para la espera del vuelo.

Junto al resto nos reunimos a las afueras de las puertas de embarque puesto que aún nos quedaban un par de horas de espera, eso si el vuelo no venía con retraso. Pero eso no era ningún inconveniente ya que estaba previsto en el itinerario.

En contraparte un sudor frio comenzaba a recorrer por mí espalda, me empecé a preocupar y a sentir débil, sabía que no debía comer tanto antes de un vuelo, pero me negaba a botar comida que aún estaba buena.

Mi estomago se revolvía, así que salí corriendo hasta el baño más cercano sin dar ninguna explicación. Al entrar fui directo a vomitar sobre un inodoro, podía ver cada parte de mi desayuno mientras estaba allí, hace años que no me enfermaba y justo a mi cuerpo se le ocurre decaer en un día como este.

Creo que debió pasar una media hora en la que estuve regurgitando mi estomago en aquel baño de aeropuerto, ya no tenía fuerzas para nada cuando sentí que tocaban mi puerta.

-Sigues vomitando corazón- Maldije en mi interior, ¿Cómo llego Elisabeth aquí?

-Déjame sola- intente reclamarle, pero dudo que eso sonara con la intensidad que yo esperaba porque no se marchó.

-No creo que deba, suenas como si te hubiese arrollado un camión, de todas formas, te daré un poco de privacidad y te estaré esperando fuera del baño-

Cuando sentí que la puerta se volvía a cerrar, me levanté como pude y salí de aquel cubículo, me apoyé sobre el lavamanos para poder mojarme la cara y lavarme la boca, sentía un sabor agrio que no se quitaba con nada.

Deje pasar algunos minutos más para recomponerme, veía mi rostro más blanco de lo usual, con enormes ojeras en el espejo del baño y no quería que me miraran con lastima.

Al salir no vi a Elisabeth en ningún lado, pero mejor para mí, así que fui directo a un negocio para ver si compraba algo que me quitara el mal sabor de boca, termine pagando 4 veces más por una caja de chicles y unos chocolates que en cualquier parte del país, pero al menos mi aliento no olería a basurero.

Iba de camino a la puerta de embarque cuando siento que alguien me toma del brazo y me arrastra en dirección contraria.

- ¿Qué estás haciendo? - Le recriminé en cuanto pude ver su rostro.

-Te dije que te estaría esperando fuera del baño ¿o no? Ahora vendrás conmigo- Decía mientras aun tiraba de mí.

- ¿Pero a dónde vamos? Mis cosas están con los demás y tenemos que esperar el vuelo- Me pare en seco hasta que se detuvo.

Se giro para observarme –Vamos al salón vip y ya hice que las fueran a buscar por ti-

-No puedo entrar allí, no tengo boleto de primera clase- respondí molesta.

-Jajaja- Río y presionando mi cara con ambas manos dijo –me tome la molestia de cambiar tu boleto ahora eres vip jajaja no iba a dejar que viajaras, así como estas con un montón de desconocidos- mientras se acercaba me susurro –no dejare que nadie más ponga las manos sobre ti corazón-

Desvié la mirada y pude ver como sonreía, por ahora la seguiría sin objeción, a fin de cuentas también quería saber que placeres ocultaba un salón vip, así como también la primera clase y hoy no tenía ni la fuerza ni la determinación para llevarle la contraria, solo lo lamentaba por Skye que debería viajar entre dos amargados.

Desenfreno en el Amazonas (GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora