•𝐈𝐈𝐈•

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—¿Quiere que lo lleve a su casa?—el castaño negó con la cabeza

—No gracias, tomaré un taxi

Harry miró la hora en el reloj de plata, ya había tardado más de dos horas, lo que abuelo iba a anunciar ya lo había echo. Devolvió su vista a Louis.

—Yo lo he traído hasta aquí y me temo que es mi responsabilidad llevarlo.—luego se disculparía con su abuelo por no llegar a tiempo.

Minutos más tarde, Harry estacionó la camioneta en la orilla de la carretera, justo en donde Louis le dijo que se detuviera.

—¿Vive por aquí?

—No, por aquí trabajo

Al escuchar eso Harry se preguntó el por qué Louis estaba en la empresa si trabaja por por estos rumbos, estaba algo lejos de las empresa. Bueno, igual no era de su incumbencia así que no dijo nada.

—Ouh, entiendo.

Louis se quitó el cinturón de seguridad.

—Fue un gusto conocerlo, aunque no fuera en las mejores condiciones.—dijo Harry

El de ojos azules lo miró y asintió con una ligera sonrisa

—Lo mismo digo.—dijo y abrió la puerta con una mano

Bajó del auto, luego se agachó un poco para quedar a la altura de la ventana y ver a Harry.

—Muchas gracias todo y también por la medicina.

Antes habían hecho una parada en la primera farmacia que el director general vió en el camino y decidió comprar los analgésicos que el doctor le había dejado al ojiazul.

—Ya le dije que no tiene nada que agradecer y recuerde seguir al pie de la letra las indicaciones del doctor.

Louis sonrió sin mostrar sus dientes

—Así lo haré, no se preocupe.

Harry asintió conforme con la respuesta.

—Nos vemos.

—Adiós.

Louis cerró la puerta, caminó unos pasos hacia adelante del auto y se detuvo, miró hacia la ventana del auto y se despidió una vez más del ojiverde con un gesto con la mano. Harry copió la acción y luego de unos segundos el ojiazul cruzó la calle, el rizado encendió el motor y puso el auto en marcha.

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Antes de llegar a la puerta de la entrada a la pastelería, Louis logró oír algunos sollozos y sabía de quien provenían. Se apresuró a entrar y ya adentro lo primero que vió fue a Niall tratando de calmar a Ayla, la pequeña lloraba sin parar en sus brazos.

—¡Bendito Dios!—exclamó Niall al ver a su amigo entrar—. Que bueno que ya estás aquí. Ya le dí leche, le cambié el pañal, la toqué para ver si no tenía fiebre y no tiene. Tampoco tiene inflamado el estómago, no quiere estar acostada pero tampoco quiere estar en mis brazos. ¡No sé que es lo que pasa!—dijo claramente desesperado

𝐂𝐫𝐞𝐚𝐭𝐮𝐫𝐚 𝐃𝐞𝐥 𝐋𝐮𝐧𝐚 [𝐋𝐒]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora