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Después de un tiempo, Bakugo y Midoriya se volvieron amigos, mejores amigos. Incluso terminaron el colegio y seguían hablando seguido, aún si estaban lejos el uno del otro. Al principio Izuku quería ir a el mismo instituto que Katsuki, pero obviamente, el cenizo se lo prohibió.

“–No me sigas, tienes que ir a dónde realmente quieras ir, esto es sobre tu futuro. Yo también quisiera verte entre clases pero no hay ninguna escuela de artes en Sakuradani más que Bisukan."

Cuando tenían tiempo libre, salían a disfrutar de la compañía del otro. Por lo general terminaban en el parque, aquel donde se conocieron, y es que, Izuku y su familia se mudaron, pero el parque era lo que más cerca le quedaba para poder ver a Katsuki. Su amistad era inquebrantable, parecían muy unidos, no importa qué problema se les presentaba, siempre encontraban la manera de solucionarlo.

Los dos apreciaban demasiado su amistad.

××

El verano llegó y con ello, los festivales. Izuku quedó con Katsuki de verse en el festival de esa noche de Julio, prometieron llevar yukatas apesar de que temían que lloviera, querían arriesgarse.

Bakugou llegó justo a la hora acordada, sabía que el ojiverde era puntual y no quería hacerlo esperar.  Caminaba deprisa entre los puestos de comida y juegos que recién estaban abriendo. Su casa quedaba por la parte trasera de el festival, tendría que cruzarlo todo para llegar hasta el principio donde Izuku estaría.

“Que difícil es caminar con esto" se quejaba sobre sus sandalias de estilo Geta.

En su pelea interna con sus sandalias, terminó tropezando, estuvo apunto de caer a el suelo sino fuera por un chico que lo sujetó justo antes de que esto pasara.

–Disculpa.

–No hay problema, ten más cuidado. -le dijo el apuesto joven.

Siguió su camino pero ahora con vergüenza. Maldijo a Izuku por obligarlo a usar algo a lo que no está acostumbrado y en un lugar nada estable.
Hablando del rey de Roma, Katsuki alcanzó a ver a su amigo de pecas a lo lejos. Este estaba de espaldas a él, no sabía por dónde llegaría el cenizo. Dejó la prisa y caminó ahora tranquilo, pero tuvo que parar.

La chica de la que Izuku le contó una vez había llegado.

“¿Debería dejarlos solos o quizá debo ir?" Se debatía mentalmente. “Tal vez necesita ayuda, supongo que iré." Ya decidido, volvió a caminar, sin embargo, algo le decía que no debía interferir.

Esta podía ser una oportunidad para Izuku.

“Veré desde aquí qué pasa y entonces tomaré de verdad mi última decisión."

Inesperadamente, el peliverde y la rubia parecían llevarse muy bien. Katsuki regresó por dónde vino. Tampoco es que quisiera perderse el festival, o desperdiciar el uso de la yukata que su madre le compró y ayudó a poner, especialmente para la ocasión, pero sin su amigo, él nunca hubiera pensado siquiera en ir. Como por inercia, miró hacía atrás, pudo notar que la chica e Izuku estaban caminando juntos.

“No me puede ver." Fue lo que pensó.

Saliéndose del camino, se escondió en un puesto de Takoyaki, para disimular, le pidió a el señor que los vendía, unos de estos. Nervioso porque no quería ser visto por Izuku y arruinarle su improvisada cita, miraba de un lado para otro buscando algo que lo cubriera, gracias a el cielo que el señor del Takoyaki le entregó su orden antes de que pudieran verlo. Salió de entre los puestos hacía el camino de afuera, en el árbol más cercano fue donde se sentó sobre el césped fresco, y comió solo.

Un rato más tarde, cómo era de esperarse, la lluvía atacó. Mientras lloviera poco, el árbol lo ayudaría a refugiarse, pero no podía esperar más tiempo a Izuku, porque sí, tenía la esperanza de que este terminara su cita en cualquier momento y fuera a buscarlo.

–Probablemente ya se ha ido. -extendió su mano hacía enfrente suyo para que una gota cayera sobre su palma.

–Así que sí viniste. -Le dijo Izuku quien lo cubrió con el paraguas que traía en mano. –Llevo mucho tiempo buscándote, sabes. ¿Qué estás haciendo aquí?

Katsuki se levantó y acercó el paraguas hacía su amigo para que no se mojara tampoco.

–No quería molestarlos.

–Tonto, ¿A quién molestarías? Prometimos en vernos hoy, ¿No?

–Sí, pero a ella le gustas y-

–¿Y qué si le gusto? Nunca pondría a ninguna chica por encima de ti, tú eres más importante que eso.

–¿Cómo puedes decir cosas tan vergonzosas sin sentir pena? -Golpeó sutilmente el estómago de su amigo quien rio.

–¿Te pones tímido?

–Ya quisieras.

Al final, sí pudieron disfrutar de aquel festival juntos.

Primer Amor - [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora