XII

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Samuel suspiró sobre su cama, llevaba ya varios días visitando las distintas facultades de la región que apenas había tenido tiempo para interactuar con el castaño, además de que este había regresado a trabajar en su oficina por lo que era menos común encontrárselo por la propiedad.

Pero ese viernes las cosas no se iban a quedar así.

Releyó los últimos mensajes de sus amigos, Willy insistía en que la "guía" que le había mandado era la solución mientras que Aro le decía que sólo debía ser él mismo. Eso último no terminaba de convencerlo; ser él mismo implicaba dejar al descubierto sus gustos más "peculiares" cómo la ropa color pastel, los unicornios, las faldas, la repostería y un sin fin de cosas que no sabía si serían del agrado del mayor.

Él era todo lo contrario a lo que había conocido en Alejandro, por lo tanto existía la posibilidad de que a Rubén no le gustase.

Sin embargo llegado a este punto no podía echarse para atrás, así que con un poco de duda abrió el armario donde guardaba sus pertenencias y buscó lo más "él" que hubiera llevado consigo. Cuando se vistió se miró en el espejo una última vez antes de salir de su habitación y bajar a la cocina.

Tanto Merlin como Amidala, quienes se hallaban dentro, abrieron los ojos con sorpresa al observarlo.

- ¡Woau! ¡Sam! ¡Qué lindo te ves! - Chilló la castaña apenas miró su atuendo. - ¿Por qué nunca te habías puesto eso?

- Yo... No lo sé - Masculló - ¿No les molesta? - Ambas mujeres negaron.

- Por supuesto que no, sólo nos sorprende... No creímos que tú... Bueno, ya sabes... - Dijo con torpeza la menor, el azabache rio por su actitud. - Aunque la verdad es que te queda muy bien ¿cierto Merlin?

- Sí, se ve muy bien joven Samuel... - Asintió la mayor con una tierna sonrisa.

- Gracias - Aunque no lo dijera, Samuel se sintió verdaderamente aliviado por la forma en que ambas mujeres habían reaccionado pues se sentía un poco más confiado consigo mismo. - Ustedes... ¿Ustedes creen que a Rubén le moleste? Lo que pasa es que... En toda la semana no pude lavar mi ropa y ahora esto es lo que queda - Mintió

Amidala intercambió una rápida mirada con Merlin antes de negar con una sonrisa. - Para nada... Estoy segura de que no te dirá nada

- Uff menos mal... - Hizo una pausa. - Entonces... ¿en qué les ayudo?

- No se preocupe por eso joven Samuel... Nosotras podemos arreglárnoslas - Espetó la mayor, el azabache rápidamente negó.

- Oh no, no, Merlin... Creo que ya he sido una carga en toda la semana como para dejarles hacer todo hoy... Permiteme al menos ayudar con la cena esta vez

Al oir la insistencia del adolescente, Merlin sonrió asintiendo.

- Esta bien joven, pero en todo caso... Usted díganos que desea preparar y Amidala le ayudará

- ¡Hey! ¿Por qué yo? ¡Samuel me va a humillar con su talento! - Alegó con un puchero, el mencionado rio.

- Ya, ya, no pongas pretextos niña y obedece... Yo mientras le diré a Merlon que me lleve al supermercado, hay que rellenar ya la despensa...

-...y también otra cosa - Murmuró la castaña con doble sentido, Samuel tuvo que reprimir una carcajada.

- ¡Eh! ¡Eh! ¡Respetame señorita! ¡No le faltes el respeto a tu abuela!

- ¿Cómo? - El ojimorado las miró incrédulo dejando de reir. - ¿Son familia?

Las risas de Amidala se detuvieron ante su pregunta. - Sí, Merlin es mi abuela... Ella nos ha cuidado a mí y mi hermana desde que éramos pequeñas... Lana antes trabajaba con nosotras pero ahora esta fuera del país... El señor Rubén le apoyó con sus estudios y ahora trabaja en el extranjero

ℍ𝕒𝕤𝕥𝕒 𝕢𝕦𝕖 𝕥ú m̶e̶ 𝕢𝕦𝕚𝕖𝕣𝕒𝕤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora