—¡AYYYY! ¡¡¡EMIIIIII!!!— chillo Lana al leer la carta. Desgraciadamente a mi metiche compañera no se le podía ocultar ni la mínima cosa.Ya era de día, el turno de hoy era en la tarde por lo que no teníamos ni idea de que hacer. Bueno, hasta que a Lana se le ocurrió "limpiar" mis cosas. Y aquí nos encontrábamos.
Suspire dramáticamente al ver que ella seguía examinando cada palabra, como si con eso pudiese descubrir el mayor secreto de la historia.
Carraspee para llamar su atención y Lana asintió con seguridad antes de girarse a mí.
—Es una carta de amor.— dicta, segura de si misma.
—A esa extraña conclusión habría llegado yo solita, pero gracias.— ironizo, un poco nerviosa, antes de quitarle la pequeña carta.
—Pero ¿quien podría ser A?— pregunta ignorandome y sumiendose en sus pensamientos.
La noche anterior no había podido dormir pensando en lo que había pasado. Me había atrevido a ir a la cocina y a la sala una vez, buscando al pequeño gato. Sin embargo no había encontrado absolutamente nada. Nada fuera de lugar, como si esa noche nunca hubiese pasado. De hecho, hasta la paleta que había tirado del susto estaba bien acomodada en su lugar.
Le había preguntado a Lana, y aseguraba que no había hecho nada más que tomar agua esa noche. Luego de eso no volví a mencionar el tema. Tenia una sensación extraña que me pedia a gritos guardarme esa experiencia para mi misma. Ademas, si le decía, podría pensar que no estaba tan cuerda como me mostraba.Sacudí, repetitivamemte, la carta en mi mano con un sentimiento de ansiedad. Era de un papel muy fino y lo más extraño era que las letras estaban escritas con un lapicero gris un poco abrillantado. Tenía una caligrafía hermosa y elegante, como sacado de otra época. Quién sea que lo haya escrito debió haber sido alguien de la ciudad. O al menos con experiencia en el hábito de escribir.
—Qué raro.— murmura la chica regresandome a la realidad. —Ahora me parece más una carta de asesino en serie.
—Ya deja, Lana.— le pongo mala cara antes de guardar la carta entre las páginas de un libro, mientras ella se ríe de mi clara perturbación en el tema.
—Era broma, era broma.— aclara soltando una risita. —Bien, si hoy no me ves luego del trabajo, ya sabes donde estaré.
Lana siempre sale a visitar a sus abuelos, sus únicos familiares en el pueblo, quienes viven unas casas después de nosotras. La verdad nunca me molestó en lo absoluto, y al ver a Lana trayendo tortitas o galletas caseras adore mucho más que fuera. Estuve a punto de decirle que debería ir más seguido. A punto, eh.
La tarde en el trabajo transcurre un poco lenta. Pase tanto tiempo en mi mente que ni siquiera hable mucho con mi abuelo Adams. Aunque insistió en preguntar que me pasaba yo siempre le respondía lo mismo. Nada.
Lo más raro es que luego de dejar de insistir me lanzaba miradas extrañas, a las cuales yo fingía no ponerles mucha atención. La verdad es que me tenían los nervios de punta. ¿Pensaría algo extraño de mí? ¿Sabría algo que yo no? Habia demasiado trabajo para pensarlo.El poderoso sabor de la gomita en mis manos hizo que saliera de mis pensamientos. Por estas delicias le recordaba a Lana traer dulces de la casa de sus abuelos.
Ahora con la casa sola y con un silencio infernal, tenía más tiempo para aclarar y aceptar las cosas. Me encontraba sentada en el sofá de la sala, mi mirada perdida entre las portadas de libros que descansaban en mis muslos y en el sofá.
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¿QUIÉN ES -A? (EN PROCESO)
Teen FictionEmily, una chica olvidada en un pueblo olvidado. O eso es lo que piensa. Porque cuando menos lo espere, cosas misteriosas pasarán por delante de sus ojos, haciéndola dudar mucho de su estado mental. Al menos hasta la llegada de unos chicos nuevos...