V - Te y letras.

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Me desperté al sentir mucho calor, la habitación desconocida recibiendome al abrir mis párpados. Me levanté algo desorientada al ver la intensa luz que atravesaba la ventana. No sólo me había despertado el calor, si no también el sonido externo de una voz.

Me senté en la cama tallando mis ojos cuando una voz varonil me hizo despertar completamente ¿Eda había metido a un hombre a su casa? No tuve que preguntarlo dos veces cuando mis sentidos se dispararon al sentí su cercanía. Casi al instante mi mente busco posibilidades para pasar desapercibida, sin embargo no pudo encontrar ninguna. ¿En qué estaba pensando? ¿Como iba a dormir tan tranquilamente en una casa desconocida?

Antes de todo solo había cruzado, quizá, más de dos palabras con Eda. ¿Como fue que terminé aquí?  ¿Tan inconsciente?

Mi mano apretó las sábanas con nerviosismo y la suavidad de esta me impresionó y pude sentir el dichoso "la cama me llama" incluso estando sentada en ella.

—...Estás loca —susurro una voz gruesa con cierto nerviosismo.— Tu no te atreverías a eso.

—No trates de subestimarme, Edel —susurro un poco más fuerte la chica. ¿Edel? Nunca había escuchado ese nombre en el pueblo. ¿Era nuevo?

Antes de poder analizar mis preguntas internas, Eda asomó rápidamente su cabeza por la puerta, comprobando que estaba despierta.

—Emily —sonrió ampliamente al verme.— Te ves mucho mejor ¿Como te sientes?

—Bien...—respondí lo más tranquila que pude. El hecho de que la puerta no me dejaba ver a la otra persona me causaba un poco de ansiedad. Aunque tratara de no demostrarlo, mis dedos en la orilla de la cama estaban repiqueteando, impacientes. Eda se acercó lentamente hasta sentarse en la cama junto a mi e inmediato empezó a recorrer con su mirada mis brazos y piernas donde yacían varios rasguños cicatrizados.

Puso una de sus pálidas manos en mi brazo e inspeccionó un rasguño un poco grande y aún vivo en mi brazo izquierdo. Ahora que la podía ver de cerca ella era mucho más pálida que los demás, casi podía ver sus venas azules en sus sienes. Un hermoso cabello castaño claro cae por sus hombros contrastando con unas pequeñas pecas que adornan sus mejillas y sus ojos amarillos como la miel. Es muy bonita.

En un movimiento inconsciente echo su cabello hacia un lado y pude ver una pequeña marca en su cuello, que se diferenciaba por tener un color más oscuro a su piel. Parecía de nacimiento. Me acerqué un poco más, curiosa por definir una figura, pero mis nervios se estremecieron al ver a una figura alta parada a mi otro lado.

Alce mi mirada hacia ella y me impresione por lo que vi. Era el chico. Y era idéntico a Eda. El parecido entre los dos era más que obvio, pero nunca había visto a una persona tan igual a otra. Era un poco perturbador.

A diferencia de su hermana lo único que tenía era su gran altura y unos ojos mucho más amarillentos, además, no falta mencionar que carga ropa de calidad. Una que no se conseguiría fácil estando en el pueblo.

Él ladeo la cabeza hacia un lado y por un momento pude ver un mechón verde. ¿Un chico con cabello pintado? ¿Eso se podía?

Su mirada pasó de mis ojos a mi cuerpo. Inspeccionandome de pies a cabeza y por un momento me sentí intimidada, pero antes de poder sacar mi lado defensivo volvió rápidamente a mis ojos con una amplia sonrisa en su rostro.

—Así que, tú eres Emily —dijo con voz amigable y un ligero acento que no reconocí. Asentí un poco dudosa y él, al ver mi confusión estiró su mano hacia mí, presentándose. — Yo soy Edel, hermano de Eda.

—Somos mellizos —murmura Eda aún revisando mis heridas.

—¿Por qué no lo había visto antes? —volteo hacia Eda, un poco a la defensiva con su hermano.

¿QUIÉN ES -A? (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora