Crepúsculo (J.Jx K.T)

Libro abierto.

Al día siguiente fue mejor... Y peor.

Fue mejor por que no llovió, aun que las nubes oscuras estubieron allí siempre.
Fácil, por que sabía que podía esperar del día.

Mike se acercó para sentarse conmigo durante la clase de Lengua y me acompañó hasta la siguiente clase mientras Erika, la chica que parecía formar parte del club de ajedrez lo fulminaba con la mirada. Me sentí halagado.

Nadie me observaba como ayer.

Durante el almuerzo me senté con un gran grupo que incluia a Mike, Erika, Jessica y otros cuantos cuyos rostros y nombres ya recordaba.

Empecé a sentirme como si flotara en el agua en vez de ahogarme.

Fue peor por que estaba agotado. El resonar del viento alrededor de la casa no me había dejado dormir. Tambien fue peor por que el señor Varner me llamó en la clase de Trigonometría, aun que yo no lo pidiera y di la respuesta incorrecta. Rayó en lo espantoso cuando tuve que jugar voleivol en Educació Física y la única vez que decido darle a la pelota en vez de esquibarla la pelota golpeó a dos compañeros de mi equipo en la cabeza.

Y fue peor por que Jeon Jungkook no apareció por la escuela.

Durante el trayecto de la mañana, traté de evitar pensar en la hora del almuerzo, sin ganas de recordar sus miradas de odio. Por un lado, deseaba hacerle frente y exigirle una explicación. Mientras permanecía despierto en mi cama me había imaginado lo que podría decirle, pero me conocía bien y sabía que no iría a hacerle frente. Tal vez si no fuera tan lindo....

Sin embargo, cuando entré a la cafetería con Jessica (Intenté concentrarme y no recorrer la sala con la mirada, buscandolo, aunque fracasé)

Vi a sus cuatro hermanos adoptivos, sentados en la misma mesa, sin él.

Mike nos interseptó en el camino y nos desvió a su mesa. Jessica parecía feliz con la atención y sus amigas pronto se nos unieron. Estaba incómodo mientras escuchaba su despreocupada conversación, a la espera de que él acudiera.
Deseaba que se limitara a ignorarme cuando llegara, y demostrar que no estaba exagerando sin motivos.

Pero no llegó y me fui poniendo cada vez más tenso conforme pasaban las horas.

Cuando al final del almuerzo no se presentó, me dirigí a la clase de Biología más confiado
Mike comenzaba a comportarse de manera posesiva conmigo, me acompañó hasta mi clase.

Dudé un poco cuando vi la puerta, pero Jeon Jungkook no estaba en el salón.

Suspiré y me encamine a mi lugar.
Mike me siguió sin dejar de hablarme de un próximo viaje a la playa y se quedó junto a mí mesa hasta que sonó el timbre.

Entonces sonrió despidiendose y se fue a sentar al lado de un chico con aparato ortopédico en los dientes.

No quería sonar arrogante, pero estaba seguro de que le gustaba, y eso me hacia sentir extraño.

En Korea, las chicas y chicos no se fijaban mucho en mí. Me pregunté si yo deseaba gustarle.

Es bastante guapo y eso, pero su exceso de atención me hacía sentir un poco incómodo. ¿Por qué? ¿Porque se había fijado en mí en lugar de que yo me fijara en él? Era algo tonto. Evidenciaba un ego desbocado, cómo si yo tuviera que elegir primero. Aun así, no era tan estúpido como la otra posibilidad que se me había ocurrido.
Esperaba de corazón que no fuera por todo el tiempo que pase mirando a Jeon Jungkook el día anterior. Pero me temía que sí.
Lo que sí era una estupidez grande. Si empezaba a comparar el atractivo de las chicas y chicos con un rostro como el de Jungkook estaba perdido.

Me alegré de tener el escritorio para mi solo y la ausencia de Jungkook.
Me lo repetí una y otra vez, pero no lograba quitarme de la cabeza la incómoda sospecha de que su ausencia fuera mi culpa.
Resultaba ridículo y egoista creer que yo fuera capaz de afectar tanto a alguien. Era imposible y aún así no podía dejar de pensar en eso.

Cuando al fín terminaron las clases y las manchas rojas (resultado de jugar voleivol) desaparecierón me pusé los jeans y un suéter grueso y me apresuré a salir del vestidor, feliz de haberme librado de Mike.
Me dirigí a toda velocidad al estacionamiento, ahora con muchos estudiantes que salian a la carretera.

Me subí a mi camioneta y busqué en la mochila, verificando que no se me olvidara nada.

Era un secreto a voces que Karl no podía cocinar más que un huevo frito.
La noche anterior le había pedido que me dejara encargarme de las comidas mientras durara mi estadía.

Él se mostró dispuesto a cederme la responsabilidad.
Una rápida inspección en la alacena reveló que no tenía nada de comida.
Así que hice una lista de compras y saqué dinero de un tarro que decía "Dinero para suplementos"
Y ahora debía ir a comprar en Thriftway.

Puse en marcha aquel motor atronador, hice caso omiso a las miradas y di marcha atrás, al ponerme en la fila de autos que esperaban para salir.

Mientras esperaba, intenté fingir que era otro auto el que hacía ese semejante ruido. Vi a los Jeon y los mellizos Jung caminando hacia su flamante Volvo.

Contemplaron mi ruidosa camioneta cuando los pasé, como el resto.
Solo que ellos no parecían al resto. Vi al tipo musculoso, Hoseok o eso creía, tenía la mano apoyada en gesto relajado en la cintura de Soobin, de seguro ese chico tambien levantaba pesas con su novio.

Me sacaban al menos cinco centimetros de alto, pero a su novio solo le sacaba dos. Aunque parecía muy seguro de si mismo, me sorprendió que Soobin se sintiera cómodo con el gesto. No es que no estubiera bueno, por que estaba buenísimo, pero no parecia... Accesible.

Era como si ni siquiera Dwayne Johnson, The Rock, fuera capas de chistarle, no sé si me explico.

El mellizo rubio me pilló viendolos y el modo en que entornó los ojos me hizo mirar al frente de nuevo y pisar el acelerador. La camioneta no ganó velocidad, solo consegí que el ruido atronador se hiciera más fuerte.

El Thriftway no quedaba muy lejos de la escuela, solo unas calles más al sur.

Me sentí muy a gusto en el supermercado me pareció normal.
En Korea yo me encargaba de hacer las compras y así llenar las alacenas.

El mercado era grande como para que no oyera el tamborileo de la lluvia y no hacerme recordar dónde estaba.

Al llegar a casa, dejé los comestibles y reordené las alacenas hasta que todo estuvo en su lugar. El sistema de Karl era absolutamente caótico.
Esperaba que a él no le importara, ya que no era un obsesivo compulsivo del orden de la cocina como yo.

Cuando estuve satisfecho con la organización, me puse a preparar la cena.

-Meng