Cuando Ona regreso a Barcelona, tuvo unas semanas muy duras. Formalizo la matriculación en la universidad de medicina, eran 6 años, no lo dudo, era su sueño y lo iba a hacer realidad.
Se encontró una cola kilométrica, llevaba encima mil papeles y no se aclaraba, con los créditos de libre elección.
-Perdona, quilla, ¿eres catalana? -le pregunto un chico, alto y delgado, obviamente era andaluz, a Ona le hizo gracia solo verlo igual que ella, todo cargado de papeles.
-Sí, dime ¿Qué necesitas?
-Me traduces esto, que pone aquí. -Le dijo el chico señalando, en el papel.
-Sí, claro, te pone que no puedes superar los créditos de libre elección, hay un tope, ves aquí te lo marca. -Le dijo Ona sonriéndole.
-¡Ojuu! Gracias, me llamo Miguel.
-De nada, yo Ona.
-Pues ya me quedo aquí contigo, como el que no quiere la cosa, ¡vaya cola!, ¿Primer año?
-¡Sí!
-¿Has visto lo de la ONG?
-No, ¿El qué?
-¡Si vamos de voluntarios de la ONG, te quitas un montón de créditos muchacha! -Mientras hablaban se les acercó otro chico.
-Miguel, es en Sudán del Sur. -dijo el otro chico.
-Mira, él es Lucas, tampoco es catalán, ella es Ona es de aquí. -dijo Miguel
-Encantado, yo soy de Tenerife, tendremos traductora. -dijo el chico riéndose tímidamente. Ambos eran guapos, pero Lucas tenía un encanto especial, a Ona le encantaban los acentos de las islas.
-Se nota por el acento, en teoría serán en castellano... -dijo Ona. -Y eso del voluntariado ¿Cómo funciona?
Tras realizar los tres todo el papeleo, Ona se inscribió al voluntariado, se iba en cinco días todo el mes de julio, tenía los gastos del viaje cubierto por la ONG y poco más, evidentemente iban sin cobrar nada de nada. Ona lo necesitaba, nuevas experiencias, salir de Barcelona y ver la cruda realidad de la vida, para eso quería estudiar medicina.
Cuando llego a su casa y lo expuso, sus padres pusieron el grito en el cielo, pero Ona era mayor de edad, y lo asumieron. Ona hablo con Guille, y le explico que se iba a África y el motivo por el que lo hacía, para encontrarse con ella misma, ya que desde la muerte de su abuelo no se ubicaba.
Ona se fue a África, más concretamente al Sur de Sudán, iban como 20 nuevos estudiantes de medicina, no iban para cubrir créditos, todos tenían sus propios motivos, descubrir, ver mundo, experimentar, ver los privilegios de los que gozaban, cada uno tenía sus motivos. Ona quería comprobar de que pasta estaba hecha y recuperarse a sí misma.
Todos hicieron piña entre ellos durante el viaje, solo estaba Ona y otra chica de Barcelona, el resto eran Andaluces, Extremeños, Valencianos, de las Islas, lo que hacía las conversaciones de lo más interesantes. Ona conectaba muy bien con Miguel y Lucas, ellos compartían piso, los padres de ambos eran amigos y se conocían desde niños.
Cuando llegaron se encontraron una imagen desoladora, niños desnutridos, falta de material médico, falta de mano de obra, eran refugiados que habían huido de una guerra. A Ona le pareció curioso como la miraban, iban andando todos con sus mochilas a cuestas, con lo justo e imprescindible. La gran mayoría de ellos iban descalzos, sin casi ropa, la calor allí era espantosa y sin agua potable, debían andar casi 4 kilómetros para poder conseguir agua, ese era el principal motivo por el que ellos estaban allí. Habían ingenieros voluntarios, que iban a realizar un sistema para darle agua al poblado, y necesitaban manos.
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EL CHICO DEL POLO ROJO
Ficção AdolescenteOna es una chica normal que tiene 14 años, nacida en Barcelona capital, ese año termino la secundaria y como todos los años se iba a pasar el verano al pueblo natal de sus padres. Un pequeño pueblo Extremeño llamado Berlanga, aquel pueblo le daba la...