Capítulo 4: El torneo

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No debería haber accedido a venir a una fiesta un puto lunes, sobre todo porque me prometí a mí mismo que empezaría a aplicarme con los estudios a partir de esta semana, pero es que Danielle va a venir y le dije que iba a ayudarla, y pienso mantener mi promesa.

Me insistió mil veces en que no hacía falta que viniera, que no tenía por qué ayudarla, pero claro que voy a hacerlo. Si cree que lo decía solo por quedar bien, está muy equivocada.

En cuanto pongo un pie en la fiesta, la busco con la mirada. Me dijo que no se iría muy lejos para que la encontrara sin problema. La veo al lado de un sofá y, sin ni siquiera avisar a Finn, me acerco a ella.

—Aquí estás —la saludo.

—Aquí estoy —me corresponde.

—¿Cómo estás? —me intereso.

Ella me mira por un rato y se encoge de hombros.

—Estoy bien. Me vino bien desahogarme, aunque no quiero que sientas que tienes que ayudarm-

—Lo hago porque quiero. Nadie me está poniendo una pistola en la cabeza.

Esboza una sonrisa y finalmente asiente.

—Vale. Empecemos por encontrar a alguien que te atraiga físicamente. Será más fácil así.

Gira su cuello hacia mí y me mira por unos segundos sin decir una palabra. Llego a pensar que se ha quedado pillada, pero termina sacudiendo la cabeza y se gira para mirar a la multitud.

—Mm... ¿qué tal ese?

Sigo su mirada para ver al afortunado pero tenso la mandíbula, molesto, y la miro. ¿En serio? ¿De entre todas las personas tenía que elegirlo a él?

—Ese tiene novia y es mi mejor amigo. No va a pasar.

Danielle se ríe y me mira, divertida.

—Ya sé que es tu amigo. Lo he visto entrando contigo, solo te estaba tomando el pelo.

—Vaya, qué graciosa estás hecha.

Pone una mirada orgullosa y río. Menuda chica.

Continúa mirando por un rato y no la presiono. Que se tome el tiempo que necesite.

—Ese —señala.

Un chico alto, no tanto como yo, moreno, no tanto como yo, y atractivo, evidentemente no tanto como yo, es quien ha llamado la atención de Danielle.

—¿En serio? ¿Ese?

—Miller... —se queja.

—Está bien, está bien. —Pongo las manos en alto. Si le gusta ese chico, no seré yo quien se interponga.

Le explico cómo tiene que empezar a hablar con él, la ayudo a relajarse y le prohibo llevarse alcohol junto a ella, porque eso podría hacer que se sienta totalmente cómoda por estar bebiendo y no porque de verdad se sienta así.

Cuando ya estoy seguro de que ha entendido todo lo que le he dicho, se dirige hacia el chico y empieza la conversación tal y como le he indicado.

Este sonríe en cuanto se da cuenta de que se está dirigiendo hacia él. Es obvio, Danielle es preciosa, y cualquier chico se sentiría afortunado de saber que ella se ha fijado en él. Veo que ambos sonríen. Parece que la conversación va bien, aunque el chico... no sé, no me parece lo suficientemente bueno para ella. Sé que no está buscando nada serio, solo un poco de conversación, pero no sé...

Yo sería más divertido. Yo podría hacerla sentir cómoda. Yo podría hacerle olvidar al imbécil de su ex. Pero esto no se trata de mí. Se trata de hacer sentir cómoda a Danielle y que supere algo que la tiene mal. Estoy aquí para ayudarla y no para fantasear sobre ella, por mucho que me apetezca hacerlo.

MILLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora