Capítulo 5: Celosa

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No me puedo quejar sobre cómo acabó la noche. Me fui a la habitación de aquella chica del equipo de natación y me lo pasé muy pero que muy bien. Aunque en cuanto acabamos, me volví a la mía. No es que fuera algo nuevo, siempre me marcho en cuanto acabo con una chica, pero ayer tenía mucho en lo que pensar. Bueno, no es como si hubiera dejado de pensar en el tema desde que ocurrió. ¿Qué le pasa a Danielle conmigo? ¿Y por qué no parábamos de mirarnos mientras besábamos a otras personas? Esa imagen está incrustada en mi cabeza y no para de repetirse una y otra vez.

Más me vale olvidarme de todo este tema, porque tenemos el primer partido amistoso ahora mismo y necesito concentrarme. Lo bueno es que no jugamos contra el equipo de Ashton, porque eso haría que me descalificaran por el puñetazo que me apetece darle en toda la cara.

El árbitro hace sonar el silbato y mis compañeros saltan para hacerse con la pelota. Yo observo todo el proceso desde el banquillo. Es normal. Soy el nuevo, ni yo ni las nuevas incorporaciones estamos de titulares, pero sé que me sacarán de un momento a otro. Los amistosos son el mejor momento para que los novatos practiquen.

El problema está en que no paro de mirar el puto reloj y el entrenador no me pide que caliente para salir. Meto un grito de frustración al ver que nos meten el tercer triple. No es nuestro día. Somos mejor que esto, en los entrenamientos nos va mucho mejor. Si solo el entrenador Sheridan me diera una oportunidad, saldría y me esforzaría para marcar todos los puntos que pudiera para al menos conseguir empatarlos.

Pero eso no ocurre. Ni durante la primera ni durante la segunda parte.

En cuanto suena el silbato indicando el final del partido, me levanto del banquillo y me meto en los vestuarios. No me detengo ni para charlar con mis compañeros después del partido. Lo siento. No me sale, y no soy el tipo de persona que puede fingir un comportamiento que no le sale de manera natural.

Me meto en la ducha, ni siquiera sé para qué porque no he derramado ni una gota de sudor en el puto banquillo, y oigo los pasos de mis compañeros entrar minutos después. Hablan sobre jugadores del equipo rival, sobre sus jugadas más épicas, sobre qué trabajar en los entrenamientos para machacarlos cuando empiece la temporada, y yo me callo mis opiniones porque quizás ni siquiera les importe.

—Qué callado estás —murmura Ethan a mi lado enrollándose la toalla en la cintura.

Me encojo de hombros.

—No tengo demasiado que decir.

Suelta una sonrisa irónica.

—No te conozco demasiado aún, pero no pareces el típico que no tiene nada que decir.

Vuelvo a encogerme de hombros y me visto con rapidez para salir del vestuario. Mientras camino alejándome de la zona, escucho una voz detrás de mí que me detiene.

—¡Miller!

Me giro y veo a Greg, el capitán, correr hacia mí para alcanzarme. Cuando se pone a mi lado, continuamos caminando hasta que salimos del pabellón y nos dirigimos hacia el hotel, que está prácticamente al lado.

Antes de terminar de subir las escaleras para entrar por la puerta principal, pone una mano en mi hombro y me detiene.

—¿Estás bien?

—Supongo.

Lo oigo suspirar y deja su mochila en suelo.

—Te entiendo —dice sin más—. Es una mierda ser el nuevo y venir con tantas ganas para que después no te saquen a jugar, pero es un amistoso, Miller, este partido no tiene importancia.

—Precisamente por eso estoy así —me quejo—. En los amistosos suelen salir los novatos para que vayan practicando. Si no he salido en este, ¿crees que el entrenador va a sacarme durante la temporada? Porque yo lo dudo mucho.

MILLERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora