Casita
Diez años después
Mirabel se preparó psicológicamente desde que despertó esa mañana para la ceremonia de su primo Antonio. Podía darse cuenta de que su familia estaba sumamente preocupada, sobre todo porque esa era la primera ceremonia desde su propia ceremonia fallida, y a pesar de que era evidente que nadie quería su ayuda, ella seguía haciendo todo lo posible por hacer algo.
Era más fácil decirlo que hacerlo, pues no podía encontrar algo que hacer. ¿Ayudar a Isabela con la decoración? Ugh, no, mejor ni se acercaba a su hermana o la acusaría de algo como siempre. ¿Ayudar a Luisa a mover cosas pesadas? Ella le había dicho que no, porque no quería que terminara aplastada, mejor hacerle caso. ¿Ayudar a tía Pepa a relajarse? No, tío Félix le había dicho que mejor se mantuviera alejada porque su torpeza era legendaria y terminaría siendo contraproducente. ¿Ayudar a su madre en la cocina? No, seguramente terminaría quemando algo... o a ella misma.
Finalmente la abuela la había descubierto tratando de ayudar y la había enviado a la habitación de niños para que no estorbara a los demás ni causara un desastre. Ella sabía bien lo que significaba eso: no quería que su mala suerte contaminara a Antonio.
Cuando entró a su habitación se encontró con una figura sonriente.
-¡Hey, Mira! ¿Qué te pasa?¿Por qué esa cara?- dijo Camilo acostado en su cama mientras que comía un alfajor que seguramente robó de la cocina.
-Ugh, ¿qué estás haciendo aquí? ¡Ya sabes que odio que haya migajas en mi cama!- dijo ella visiblemente frustrada por ver a Camilo ahí- ¿por qué no te escondes en tu propia habitación?-
-Porque no soy tonto, si hago eso abuela me atraparía- dijo Camilo con una sonrisa traviesa- nunca se le ocurrirá buscarme aquí porque sabe lo gruñona que eres-
Mirabel rodó los ojos sin aprobar la actitud de su primo. Camilo no entendía lo afortunado que era.
-¿Y por qué te estás escondiendo en primer lugar?¿Acaso no quieres ayudar con las decoraciones para la ceremonia?- preguntó ella cruzando sus brazos- ¡no sabes lo que yo daría por ayudar a la familia!-
Camilo borró su sonrisa despreocupada al escuchar eso. Mirabel ya había tenido esa conversación con su primo miles de veces en el pasado, desde que no había obtenido su don y la familia comenzó a ignorarla.
-No sabes lo que dices- dijo él frunciendo el entrecejo- no tienes idea de lo afortunada que eres de no tener ninguna de las responsabilidades que nos da la abuela. Todo el día cuidando niños, todo el día transformándome y siendo alguien más. Tú en cambio puedes hacer lo que quieras...-
-¿Crees que puedo hacer lo que yo quiera? ¡No tienes idea de lo que se siente vivir en la sombra de todos ustedes!- dijo ella a su vez.
Camilo miró a su prima sorprendido y se incorporó sentado sobre la cama, poniendo una mano a su lado para invitarla a sentarse. Mirabel lo hizo solo porque pensaba que así su primo se iría más rápido.
-Mira, no digas eso- dijo Camilo poniendo una mano en el hombro de ella- nadie piensa que tú estás en nuestra sombra. Ya te lo he dicho cientos de veces, eres tan especial como todos los demás en esta casa-
-Mentiroso- dijo Mirabel cabizbaja. Su familia no lo decía, pero a todo mundo en el Encanto le encantaba recordarle cómo era la única Madrigal sin un don, la única que no era especial. Es más, justo esa mañana Osvaldo se lo había dicho.
-¡Cómo te atreves!- dijo Camilo con una expresión dramática- ¡cómo me acusas de mentiroso cuando todo lo que hago es tratar de animarte por el módico precio de dejarme esconderme en tu cuarto!-
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Lejos de Casa
AdventureMirabel trataba de salvar el milagro, pero se encontró en problemas ella misma. Camilo y Antonio tratan de resolver el misterio de lo sucedido con su prima para traerla de regreso.