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No puedo evitar llorar. Me siento mal por Giyuu. Está ahí, sin saber que hacer mientras una casi desconocida llora.
-Lo siento, no deberías tener que pasar por esto -digo.
-Está bien, no te preocupes. ¿Quieres un abrazo?
Él abre sus brazos para mí y lo abrazo sin pensarlo dos veces.
Hace mucho necesitaba esto...
Las lágrimas dejaron de salir con el paso de los segundos. Me sentí en paz y protegida.
Giyuu acaricia mi cabello y espalda. No dice nada, y lo agradezco.
-Puedo quedarme a dormir si lo necesitas -habla cuando me separo.
-¿En serio? ¿No debes estar en tu departamento antes de las 12?
-Pues sí, pero no quiero dejarte sola. Algo dentro de mí me dice que debo quedarme -Limpia mis mejillas y habla al mismo tiempo.
-¿En serio te quedarías conmigo? Soy una extraña salida de la alcantarilla.
-Puedo hablar con la casera, y no eres una extraña salida de la alcantarilla.
-Me conoces hace una semana con suerte...
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Cuando Tomioka se duerme a mi lado en la cama, no puedo evitar pensar en muchas cosas.
me he dado cuenta de que no puedo hablar de las cosas que me gustan. Nadie supo de mis intereses cuando estaba rodeada de gente. Todos eran mis amigos porque yo los conocía y los trataba bien, pero nadie sabía nada de mí.
Mi color favorito era un misterio. Saber que me gustaba a parte del arte era aún más difícil, y todo porque suelo darle toda la atención a las personas a mi alrededor.
He hecho de todo para que sigan conmigo. Les entrego todo de mí. Y aún así, he sido un juguete para muchos.
Trato de no pensar que es por mi físico, o algo relacionado a este. Pero por alguna razón no puedo dejar de hacerlo.
Antes, cuando estaba rodeada de gente intentaba ser amable. La persona que todos querrían en sus vidas.
Alguien detallista, que prestara atención a los pequeños detalles y te diera toda su atención. O al menos esa es la persona que yo he querido en mi vida por mucho tiempo.
Siento que no me queda de otra que ser amable. El resto de personas corre con la suerte de ser linda, pero yo... ¿Dónde quedo yo?
No creo ser de las mejores personas del mundo, ni cerca, pero estoy cansado de ser un juguete.
No lo entiendo. ¿Por qué? ¿Por qué yo? ¿Por qué no yo?
Mi pecho se presiona. Siento como si fuera a llorar, pero lo guardo todo.
Ya no puedo volver a dejar de prestarle atención a los demás. Me asusta que me abandonen, y por esos mismo ya no me rodeo de gente, pero en cuanto alguien me importa, no puedo siquiera pensar en mí.
Hacer esto me hace sentir cansada. Nadie sabe de mí, no soy relevante para nadie, y nadie repara en mí.
Solo resaltan mis pinturas llamativas, no yo.
Seguí intentando quedarme dormida. Pensar tanto era una tortura, ya no lo quería.
Y eventualmente así fue. Pude dormir.
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A mitad de la noche, sentí un brazo ponerse encima de mi cintura, y más dormida que despierta, me asusté.
¿Quién estaba durmiendo conmigo y por qué lo hace?
Hice un recuento de mi día y recordé a Tomioka yendo conmigo a mi departamento.
Solté el aire retenido y volví a dormir.
Hace mucho que quise esto, y por fin podía sentir a alguien abrazarme mientras dormía.
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Mis ojos al despertar se dirigen inmediatamente al otro lado de la cama, dónde se supone que estaría Tomioka, pero no está.
El sentimiento de que lo he ahuyentado me carcome.
Me siento como cuando de pequeña mi papá se despertaba y se iba luego de que le hubiera pedido que durmiera conmigo por una pesadilla.
La misma presión de siempre se hace presente en mi pecho. Me dan ganas de llorar y mis ojos se ponen acuosos.
Tengo la esperanza de que esté abajo, en la sala, baño o simplemente no en el cuarto. Pero cuando lo busco por todo el departamento, no está. Se había ido.
Mía lágrimas comienzan a salir sin que lo piense. Odio llorar, pero no lo puedo evitar.
Al encontrar una pequeña nota en la nevera me sorprendo y mis lágrimas dejan de salir. Solo se quedan en mis ojos.
"tuve que salir, lo siento mucho. No era mi intención dejarte durmiendo sola, si quieres luego podemos hacer una pijamada o algo."
-Tomioka.
Había una tortilla de huevo en un sartén junto a unos panes tostados en el horno. Panes caseros.
Mis ojos lloraron más por la emoción. En mi vida nadie había hecho algo tan lindo como eso por mí.
Al comenzar a comer la comida que dejó Giyuu, no puedo dejar de pensar en lo rico que es. La tortilla de huevo tiene queso y sabe cómo el cielo.
Fui al cielo, me besé con Dios y sabía a esto.
El pan lo había hecho él, y es de los mejores panes que he probado.
Me había sentado de espaldas al ramo azul que me había regalado, pero cuando lo volví a ver, había renovado las flores.
Esto se siente muy lindo. No paro de llorar.
Todo en mi cerebro grita que no me deje llevar. Que esto va a acabar pronto, y que con el paso del tiempo él se cansará de mí; como todos los demás.
Echando esos pensamientos a un lado, me recuesto en el mueble luego de haber recogido los platos para mirar por la ventana.
Es lindo vivir en un piso alto, puedes ver muchas cosas con solo asomarte a tu ventana.
Es domingo por la mañana, y recibo una llamada.
Esta me sorprende; nadie me llama nunca.
Pero me sorprende más ver a un número desconocido.
Contesto con miedo, nunca fui buena para hablar por teléfono.
-¿Si? ¿Con quién hablo? -digo.
-¿Cari?
Reconozco ese acento inmediatamente, es Tomioka.
-¿Giyuu? ¿Cómo tienes mi número?
-Se lo pedí a una chica de artes. Creo que se llama Jenny. Pero ese no es el caso, ¿comiste?
En ese momento, me sentí emocionada. Era la primera vez que un chico tomaba la iniciativa de hablarme.
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Orange & blueberry muffins (Giyuu Tomioka)
FanfictionNo recuerdo la última vez que sonreí sin taparme la boca, o sonreí de verdad. Honestamente no lo recuerdo. Me siento muerta por dentro, y se que nadie volverá a salvarme, no esta vez. Un pelinegro un día llegó a la puerta de mi casa, preguntando si...