Si tan solo pudiera curar tu alma...

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Hay días en los que creo que estamos en otra realidad, una donde no estas muriendo cada día y yo no estoy esperando el momento en que tus ojos se cierren para siempre. Estás cayendo, estamos cayendo y yo no soy capaz de soportar el dolor de tu caída y mucho menos puedo detenerte en el aire... si tan solo fuera capaz de retroceder el tiempo y conocerte un poco antes de saber que tienes cáncer, valdría la pena solo por tener más minutos a lado tuyo.

NARRA MEI

Estaba regresando de un día pesado en la academia, la mayor parte de mi tiempo pensé en Yuzu, en lo sola que debía sentirse sin mi en casa o acaso ¿era yo extrañándola cada minuto del día? Cuando te enamoras, te conviertes en un ser patético. Sea o no correspondido tu amor, imaginar a la otra persona, pensarla y sentir esa necesidad de tenerla cerca... ¿todos los amores son así? ¿o solo yo estoy sintiéndome estúpida por amar mucho a una rubia escandalosa?

Llegué a casa mas pronto de lo que normalmente lo hacía, mis pies parecían querer saltar con tal de llegar más rápido, cambié mi uniforme de la academia y llevé mi mochila conmigo, haría mis deberes en casa de Yuzu, por que si, no puedo esperar ni un solo minuto más para poder verla. Mi relación con ella se volvió un poco (muy) diferente... soy consciente de que las amigas no se besan, tampoco se toman las manos y entrelazan sus dedos, mucho menos se observan a la hora de dormir. Así que justo ahora no se que soy de Yuzu y sinceramente, tenía demasiado miedo de preguntárselo por que yo sé que ella sería capaz de alejarme con tal de no salir lastimada por ella, lo que no sabe es que ya me jodió... cerca o lejos, ella va a tener mi corazón para siempre.

Mei: Yuzu, soy Mei, abre la puerta... -apenas terminé de cambiarme, salí junto con mi mochila al departamento de enfrente, tenía tantas ganas de estar cerca suyo... Me preocupé cuando no escuché su voz chillona por mi llegada.- ¿Yuzu? ¿Está bien si entro?

Evidentemente le había pedido una llaves a Yuzu, no quería que volviera a pasar lo de aquella vez... esa vez cuando la ví toser sangre por primera vez. Actué lo más rápido que mi cerebro me permitió, con las manos temblando abrí aquella puerta y juro que mis pulmones volvieron a funcionar cuando la ví ahí dormida en el sofá de la pequeña sala que había en su departamento. 

Mei: otra vez te quedaste dormida viendo anime... ¿qué voy a hacer contigo?

Sonreí y después de mucho tiempo, soy capaz de hacerlo sinceramente, sin ninguna necesidad de fingirlo. Bajé mi mochila, me senté en el sofá dónde ella estaba y acomodé su cabeza en mi regazo, me dediqué a mirarla tanto como mis ojos me permitían sin pestañear, ví sus hermosas ojeras debajo de sus cansados ojos, ví el pequeño tanque de oxígeno que la mantenía con vida y agradecí a los médicos por mantenerla respirando durante mucho más tiempo, al menos logré conocerla. Acaricié sus mejillas pálidas, toqué suavemente su cabello rubio y por un momento deseé poder curar su alma, quitarle todo el maldito cáncer que la estaba consumiendo a cada segundo, quitarle cada dolor que sufría cuando sus pulmones no podían darle el aire suficiente. Jamás en mis cortos años había deseado tanto que una persona estuviera sana, ni siquiera cuando el abuelo cayó en coma por culpa de algún problema que él mismo se buscó al enredarse con gente de la mafia. 

Pero con Yuzu era diferente, con ella quería vivir tantas horas como el día me lo permitiera, había dejado de lado algunas cosas del consejo estudiantil por venir a verla y sé que jamás me voy a arrepentir de ponerla siempre frente a todo lo demás, frente a todo lo que hago. 

Se removió del sofá y por un momento creí que iba levantarse para preguntarme si quería comer algo, pero solo mantuvo los ojos cerrados, colocó una de sus manos a la altura de su pecho y soltó un suspiro pesado. 

Mei: ¿estás bien? -pregunté al ver como habría uno de sus hermosos ojos.- 

Yuzu: aún no muero, así que estoy perfectamente bien.

Yuzu era así, jamás me diría lo mucho que le duelen sus pulmones, jamás admitiría que se siente cansada y necesita ir a un ritmo más lento, no, ella volaría como todas las demás personas por que el cáncer no la limitaba y mucho menos iba a restarle la velocidad de sus pasos. 

Mei: sabes que no me gusta cuando hablas así.

Yuzu: lo sé y eso lo hace mucho más divertido... 

Mei: ¿a caso te gusta jugar conmigo Okogi? 

Yuzu: me gusta mucho jugar contigo Aihara... 

Y así se levantó del sofá, me miró directamente a los ojos y entonces supe que no había miradas más lindas como las que ella me regalaba, que no había ojos tan hermosos como los que ella poseía y que no había manos tan cálidas como las que ella tenía. 

Mei: también sé jugar Okogi... 

 Y me lancé a sus labios sin pensarlo dos veces. Había aprendido a manejar su ritmo al besarme, sabía cuándo tenía que alejarme para no hacerle daño, sabía cuándo ella podría soportar mi boca unos segundos más y aprendí a manejar el pequeño respirador que estaba siempre en su nariz. 

Mientras más besaba a Yuzu, más entendía lo equivocada que estaba la vida con ella, por que seamos sinceros, no puedes darle un cáncer terminal a una chica que apenas estaba comenzando a vivir, a soñar, a caminar... No podías darle cáncer a una chica tan buena y noble como Yuzu. Simplemente no podías quitarle su vida tan rápido como se la diste.

Cuando los besos fueron suficientes (lo cual era un error por que yo nunca podría tener suficiente de ella) decidimos que era un buen momento para hablar acerca de nuestros sueños, de las metas que nos gustaría cumplir cuando seamos adultas. 

Mei: ¿un libro?

Yuzu: si, me gustaría contar mi historia y que las personas la lean, que hablen de mi en todas las bibliotecas de Japón y hacerlos llorar con mis palabras. 

Mei: es un muy lindo sueño, pero eso de hacerlos llorar no me gusta, las palabras que sea que vayas a decirles, debe dejarles algo que recuerden toda su vida. 

Yuzu: el éxito no tiene una edad, las personas no deben presionarte por esto o por aquello, mírame a mi, tuve cáncer y ahora estás leyendo esto, un relato de una persona que creyó que la vida se la llevaría más rápido de lo que lleva aquí. No dejes que las palabras del mundo se queden en tu cabeza, tu no eres el mundo y el mundo no es como tu... eso me gustaría decirles.

Me quedé callada, entendiendo que ella tenía la esperanza de que su cuerpo se curará de una manera casi milagrosa, que le diera la oportunidad de contarle su historia a alguien que fuera capaz de escribirla y darle las mejores palabras que ella pueda dar.

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Akira: así que por eso me lo está contando... ese era el sueño de Yuzu. 

Mei: fué su mayor sueño, incluso cuando ella estaba en la cama del hospital, me pedía todo el tiempo que buscará a alguien para que ella le hablará... pero a veces su voz simplemente no quería salir y terminaba llorando por no poder hablarme.

Mei cerró los ojos conteniendo como podía sus lagrimas. Era el sueño de ella, de su amada Yuzu, cuando estaba en sus últimos días ella le juró que todo el mundo sabría de ella y se lo cumpliría, por supuesto que lo haría.  


CONTINUARÁ... 

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