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—Sweet lover.
El fin de semana estaba por llegar, algo que el joven pecoso agradecía solo un 50 por ciento, pues la otra parte está preocupada y sobre pensando, pues justo los fines de semanas es cuando se tienden a reunir los seis, ¿el porqué de ello? Se preguntarán, eso es porque Yamato se encuentra cursando la preparatoria en otro instituto y a pesar de que hablan constantemente, les gusta más el verse en persona y pasar el rato, ahora, eso en si no es lo que tiene preocupado al pecoso, sino más bien el hecho de que vera a Deuce.
Este no asistió esta semana al instituto por una mudanza, pero son conscientes que aquello igualmente tiene que ver con los padres que posee el peli azul, tiende a discutir mucho con ellos y su hermano mayor; Ace tan solo espera que todo esté bien, que el contrario no se haya atrevido a mentirle en los mensajes.
Suspirando, dirige su mirada al arete que yace en el escritorio, desea usarlo, pero el hoyito que se había hecho antes ya estaba cerrado e Izo se encuentra en casa, pues los viernes vienen a jugar videojuegos, es una tradición que poseen los mayores. Decidido toma el arete y se pone sus pantuflas de lobo, sale rápido de su habitación y baja los escaleras entre brincos, finalmente se gira en direccion al comedor, donde están los mayores riéndose con botes de soda y cerveza en mano.
El primero en notar su presencia es Marco, quien le sonríe con suavidad y le hace una seña para que se acerque; ante esa acción Shanks se asoma y le sonríe en grande.
—¿Te nos vas a unir a las retas? —cuestiona Thatch, dentro de la cocina, al parecer preparando una botana.
—Tal vez, pero, quería pedir otra cosa —responde y finalmente abre su mano derecha, en la que poseía el arete.
Buggy entrecierra los ojos tratando de mirar bien, Shanks abre su boca en una perfecta 'o' y da un golpe al brazo de Marco, quien le mira indignado.
—Oh cielo, me alegra que quieras volver a usarlos —sonríe con dulzura Izo, acercándose para poder observar el lóbulo derecho del menor—, tan solo hay que dormirte la oreja con hielo y usamos una aguja caliente.
Ace suelta un chillido al oírle y se acerca con rapidez a Marco en busca de protección, quien le da suaves palmadas en la cabeza.
—No va a doler, tranquilo-yoi —promete el rubio, mirando con calma al menor, pero este no cree en lo absoluto sus palabras.
—De verdad no va a pasar nada pequitas —habla Thatch, dejando en la mesada un gran plato de brochetas—, Marco hace un tiempo se lastimo e Izo le hizo el hoyito, sabes, tipo 'Juego de Gemelas'.
