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Me e caído y todo comenzó a formar sentido para mí y para mi propio bien. A lo largo del tiempo solo fui un pobre sirviente del más fuerte. No soy, ni quiero ser un simple muñeco de trapos. Pero lo soy. Aún así, me doy cuenta de que un paso hacia la muerte (con inseguridad) encontraré una manera de que mi enemigo se aleje de quién quiero ser, y no de quién quiere que sea.
— Los seres humanos matan, apenas te vean huiran de tí o irán a por ti. Elige, ¿quién soy yo? Aquel el que te protege y te brinda un hogar, o el animal sin razonamiento que te maltrata.
Palabras vacías escuché del búho. A maltratado mis alas por años, y parece que nadie entiende que necesito escapar. Vuelo intentando desparecer de su vista, ya mayor mi necesidad de ser libre cada vez es más fuerte, pero siempre me picotea hasta quedar sin plumas en la cabeza. Dos años con la peor raza amenazando que me comería.
Tengo miedo de ser solo una bola de huesos y plumas vomitadas. Porque eso vomita el búho cada vez que termina de comer.
— ¿Y bien? ¿Necesitas que te demuestre mi cariño? O, darás un paso en falso hacía lo desconocido.
¿Me armó de valor? Nací en el inafortunado momento de la carencia paternal y maternal. De verdad, me atrevería a decir que me quiero quedar con el, pero pienso en la poca paciencia que puede tenerme. No. Nací. Nací y nadie me preguntó si quiera nacer.
— Me voy, no quiero oír ni una palabra más.
Pero, mi error fue soltar la lengua y dejar salir aquellas palabras tan desafiantes. Acababa de armarme de valor, sabía que apenas me fuera toda la presión que había sentido desde que lo conocí desaparecería.
Enterró sus garras en mi ala derecha y por la presión, golpeo mi cuerpo e hizo presión contra la áspera madera de nido.
No dijo ni una palabra, pero ví por segundos sus ojos. Enormes ojos que atravesaban mi alma y ahogaban todo pensamiento de supervivencia. Hay peores destinos que la muerte, considero que está, es una de esas.
— Ey, ¡Suelta¡
En estas situaciones lo que más quise fue cortarme la lengua y morir desangrado. Cada palabra que salía de mi pico era el infierno oral para mí contrincante, actuaba como si tuviera miedo, y su miedo lo demostraba picoteando masivamente mi cabeza.
Las contusiones se sentían en toda mi conciencia. Hasta que paró. Repentinamente paro de golpear mi cabeza, y mientras un poco de sangre salía de su pico soltaba mi cuello maltratado.
— A ver si así puedes irte. Ten un buen viaje.
Pronto, me sentí liviano y me deje llevar por el peso de mi cuerpo. Con sus garras, presionó nuevamente mi cuello y empujó con facilidad hacia el vacío. Estaba inconsciente, sabía que el nido que había hecho por obligación estaba muy arriba del árbol, y yo, sin saber volar fui lanzado hacia el suelo desde una gran distancia. Si el propósito era que aprendiera a volar por sobrevivir, no estaba funcionando. Con los golpes en todo el cuerpo, lo único importante en ese momento era dejarse caer y morir por el impacto.
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