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JungKook deslizó la llave de la habitación en la cerradura electrónica y se estremeció cuando las luces parpadearon en rojo. Lo intentó de nuevo, mirando al número de la puerta para asegurarse de que era la habitación cuando las luces parpadearon en rojo de nuevo. Suspiró y golpeó la puerta con el puño. Espera unos momentos y al no escuchar ningún movimiento en el interior, golpeó de nuevo, más fuerte.

—Kim —gritó, tratando de no alzar la voz. Era tarde y no querían atraer una atención indebida. Miró por el pasillo y gruñó.

Miró a su tarjeta con disgusto, al darse cuenta de que la había puesto en la cartera con sus tarjetas de crédito y probablemente había desmagnetizado la maldita cosa. Murmuró en voz baja mientras lo intentaba una última vez en vano. Giró sobre sus talones, con intención de ir a su habitación, pero antes de que pudiera dar un paso recordó que la llave de su habitación estaba dentro de la habitación de SeokJin con el resto de sus cosas.

Gruñó para sí mismo y miró por el pasillo a su propia habitación, frunciendo el ceño ante el cartel de no molestar. ¿Y si alguien había estado allí antes? ¿Y si alguien sabía dónde estaban? Con ese pensamiento, un frío repentino le llenó el pecho. ¿Y si su compañero estaba herido? ¿Y si JungKook se había ido a echar un polvo y alguien había atacado a SeokJin? Tenía muy poca confianza en la capacidad de su nuevo compañero para protegerse cuando estaba sano, mucho menos herido o relativamente indefenso.

JungKook corrió hacia el ascensor y apretó el botón del vestíbulo, pero cuando tardó demasiado tiempo se dirigió a la escalera y comenzó a correr por los ocho tramos de escaleras. Murmuró para sí mismo con impaciencia, el miedo crecía mientras pensaba en la gran cantidad de cosas que podían haber ido mal. Trató de decirse a sí mismo que sólo estaba siendo paranoico y sintiéndose culpable. Nadie sabía dónde estaban, ¿no?

A excepción de Sears y Ross, que habían estado siguiéndoles antes y probablemente todos los otros agentes de la oficina de Nueva York, incluyendo a quienquiera que buscaran. Se abrió paso entre las puertas de las escaleras y atravesó el vestíbulo, tratando de controlar el pánico irracional.

Momentos más tarde, estaba ante el mostrador de recepción. Tuvo algunas dificultades para que le reprogramaran la llave duplicada de SeokJin, sobre todo porque él no era exactamente SeokJin. Finalmente, tuvo que sacar su identificación del FBI y gruñir a la mujer para que lo hiciera. En el momento que regresó a la habitación de SeokJin, estaba tenso y casi temblando de miedo.

—Mejor que estés tomando un jodido baño de burbujas o algo así —murmuró mientras pasaba la tarjeta y las luces parpadeaban en verde.

Casi se quedó consternado al encontrar la habitación del hotel vacía. Se quedó en el umbral, calmándose antes de caminar por la habitación en busca de alguna pista sobre a donde habría ido SeokJin. No había signos de lucha o de una salida precipitada. Todo estaba ordenado y en su lugar, si es que había orden en medio del caos de sus archivos.

Finalmente, vio el directorio del hotel, abierto sobre la cómoda. Se acercó y colocó la mano suavemente sobre las páginas laminadas, miró el pequeño mapa y la lista de los clubes nocturnos y bares.

Con un gemido, JungKook se dio cuenta de que Seokjin había salido a conseguir una copa.

—Cabrón —gruñó a la habitación vacía.

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SeokJin caminaba a lo largo de la concurrida calle, mirando los escaparates de tiendas y restaurantes, dejando que su mente vagara. Pensar en otra cosa que no fuera el caso era un alivio. Se detuvo en una esquina, esperando a que cambiara el semáforo y se iluminó. Giró los hombros, hizo una pequeña mueca y suspiró. Se sentía bastante decente después de aliviar parte de la tensión que chispeaba entre él y JungKook. Un forcejeo caliente en el oscuro baño de un club lo había logrado.

•Cortar&Correr• || JinKookJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora