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SeokJin observó la actividad entre las persianas de una pequeña tienda al otro lado de la calle de la escena del crimen. Había estado observando durante veinte minutos, sin moverse en absoluto. JungKook estaba a su lado, un poco más lejos de la ventana porque estaba inquieto y no podía estarse quieto.

Vieron cómo la policía local establecía un perímetro para mantener alejados a los curiosos, acordonaban para interrogar a los posibles testigos y agentes de paisano se dispersaban entre la multitud congregada para detectar posibles sospechosos. Vieron a los detectives Pierce y Holleman de pie, rascándose las cabezas con desconcierto, observaron a Ross y Sears llegar con Henninger y Morrison a remolque y rascarse la cabeza, también. Vieron llegar al forense, el nuevo, seguido por dos técnicos y una bolsa para cadáveres.

—Parece bastante caótico, creo que podemos entrar y salir sin ser vistos — murmuró JungKook a SeokJin—. El forense es nuevo, no nos reconocerá. Y sabes que lo tiene todo bastante despejado allí ahora mientras examina el cuerpo.

SeokJin asintió lentamente, sin dejar de mirar. Sacó su teléfono, pulsó algunos botones y esperó. Abajo, en la calle, Henninger sacó su teléfono.

—Vamos a entrar con el forense. Mantén al resto apartado —dijo SeokJin breve. Después de una larga pausa en la que el otro agente respondió, cerró el teléfono con una mirada sombría en su rostro—. Vamos —dijo en voz baja—. Rodeando la manzana y por detrás. La entrada es por detrás.

JungKook asintió y le siguió en silencio. Recibieron la llamada cuando salían de la librería con su recién comprado libro recopilatorio de la colección de cuentos de Poe y estaba casi ansioso por ver si este nuevo asesinato encajaba en su teoría.

Salieron y rodearon la manzana, lejos de la reunión de policías y entraron por el callejón donde estaba estacionada la ambulancia. Sólo había un par de policías montando guardia. Un rápido destello de sus placas y algunos gruñidos oficiosos sobre los hombres del gobierno con exceso de trabajo y entraron.

SeokJin se metió las manos en los bolsillos y caminó con cuidado sobre el estrecho corredor de plástico colocado sobre el suelo resbaladizo y pegajoso. Toda la habitación estaba ensangrentada. Encontraron el nuevo forense en el salón.

El hombre les miró por encima del hombro.

—¿Sois el equipo del FBI?

JungKook miró a SeokJin y luego otra vez al forense.

—¿Qué nos puedes decir? —preguntó, sin responder a la pregunta.

—El ocupante de la casa es un hombre de setenta y un años de edad. Todavía no sabemos si él es la víctima, pero no se le encuentra en ninguna parte. Por el momento, no hay forma de saber la hora de la muerte a excepción de la congelación de la sangre. Yo diría que de tres a cinco horas —les dijo el forense, quien se levantó de donde estaba agachado, manteniendo con cuidado las manos lejos de su propio cuerpo. Los guantes estaban manchados casi hasta las muñecas—. Todavía estamos encontrando trozos por toda la casa. Imagino que la mayor parte de la víctima está aquí.

—¿Cómo se descubrió la escena? —preguntó SeokJin estoicamente. El forense miró de uno a otro.

—El corazón de la víctima fue entregado en el edificio del FBI, con la dirección del remitente.

—¿El corazón? —repitió JungKook sin emoción.

El forense asintió y se limitó a mirarlo mientras SeokJin se pasaba la mano por los ojos, encogiéndose dolorosamente. JungKook miró a su alrededor y frunció los labios. La sangre que se veía estaba empezando a secarse y a volverse más oscura. Había trozos, como el hombre había dicho. Era como la escena de una matanza de una película de serie B. Pero JungKook no estaba registrando el absoluto horror de la escena que estudiaba minuciosamente. En su lugar, se encontró a sí mismo tratando de encajarla en el perfil que había hecho sobre el asesino hacía todos esos meses.

•Cortar&Correr• || JinKookJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora