01. Una bebé en la puerta

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   Esto no podía estar pasando

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Esto no podía estar pasando.

Estaba por entrar en pánico, se quería arrancar los cabellos; quería gritar y echarse a su cama, dormir y despertar para salir de aquel extraño sueño. Dejó la canasta sobre la alfombra del suelo y corrió como un niño asustado para tirarse sobre el sofá de la sala, se cubrió con las mantas que había dejado allí la noche anterior y se cubrió la cabeza con ello. Cerró los ojos y apretó los párpados con fuerza, fingiendo dormir.

-Todo esto es un sueño. Todo esto es un sueño, Doyoung. Mamá te dijo que comer muchos dulces te haría soñar cosas extrañas.

Los chillidos y gritos que el bebé pegaba lo hicieron saltar en su lugar, en cuanto se puso de pie casi se va de bruces al pisar la punta de la manta.

Aquél no era un mal sueño. El bebé que había encontrado en su puerta seguía ahí, dentro de la canasta.

Aquella escena parecía sacada de una película.

Se acercó a la canasta y corrió la manta que cubría el rostro de la bebé, porque a su parecer era una infante. Una muy linda.

-¡No llores! ¡No llores! ¡Cálmate! -Su voz salió rasposa, casi dolida, no fue un grito, pero al parecer el bebé lo sintió así porque se soltó a llorar mucho más fuerte de lo que ya lo hacía. Su pequeño rostro estaba tan rojo, que Doyoung temió que hubiera pescado alguna enfermedad-. ¡Lo siento! ¡Lo siento!

El departamento se llenó de súplicas por parte suya y lloriqueos por parte de la bebé. Los dos tan alterados a su manera.

-Vamos, Doyoung -se alentó-. Tienes que calmarte, esto seguramente es una confusión.

Rogaba a todos los cielos que solamente fuera una confusión. Pero por el momento tuvo que sacar a la bebé de la canasta en la que estaba. En cuanto la tomó entre sus manos pudo darse cuenta de que las prendas que traía encima estaban bastante húmedas. Eso lo hizo entrar en pánico de nuevo.

-¡Santo cielo! ¡Vas a pescar un resfriado!

¿Qué debía hacer? ¿Qué debía hacer en una situación como esa? Nunca había cuidado bebés en su vida. Es decir, no todos los días te encuentras con uno en la puerta de tu departamento a mitad de la noche, ¿O si?

Lo único que se le ocurrió hacer en ese momento fue quitarle la ropa a la pequeña, empezó por el suétercito que traía encima y después por los pantaloncillos afelpados, esta última prenda no estaba muy mojada, lo que evitó que el pañal de la pequeña se humedeciera. Doyoung agradeció eso.
En cuanto retiró la ropa por completo, y como si de magia se tratara, la bebé dejó de llorar.

Un punto a su favor, ya no había más lloriqueos.

Ya más calmado fue a buscar unas toallas limpias de la gaveta del baño y una de sus camisas. Primero la secó con una de las dos toallas que trajo, después la envolvió con su camisa y le enrolló la toalla por encima.

Papá por accidente (Taedo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora