35. Todo principio...

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5 años después.

—¿Estás listo? —La voz a sus espaldas le hizo pegar un brinco en su lugar. Se llevó la mano al pecho y soltó un suspiro pesado cuando se dió cuenta de que era Donghyuck quien entraba a la habitación, seguido de un Jaehyun con la corbata mal amarrada y la camisa mal abotonada.

—Sí, sólo... Jaehyun, ¡Por Dios! Harás que se me reviente una úlcera estos días —se quejó. Se acercó a su amigo y comenzó a desabotonar su camisa para poder acomodarla. Jaehyun rodó los ojos y se llevó las manos a la espalda para evitar pegarle—. Estoy nervioso.

—¡¿En serio?! ¡No me digas!

—Jae, yo creo que mejor te callas, no creo que quieras que Doyoung te reviente la cara a golpes el día de su boda.

—¡Oh, por Dios! —susurró Doyoung, retrocediendo hasta apoyarse sobre la punta del buró—. Me caso...

Donghyuck y Jaehyun se miraron confundidos, sin embargo, sus alarmas se dispararon cuando vieron que las primeras lágrimas comenzaban a deslizarse por las mejillas de su amigo como si no hubiera fin. Jaehyun se acercó a él y tomó su rostro entre sus manos para mirarlo a los ojos, una acción tan íntimamente cariñosa. Ambos estaban tan acostumbrados a ese tipo de contacto, que a nadie se le hacía raro que hicieran esto incluso en presencia de sus parejas. Se sabía que Jaehyun quería a Doyoung como si de su hermano se tratara.

—¿Qué sucede, Dongs? —preguntó preocupado, sus cejas casi alcanzaban a tocarse ante la inminente preocupación plasmada en su rostro. Doyoung, por su partee, negó suavemente y escondió el rostro en su pecho, sollozando muy bajito para no alterarlos más. Jaehyun frotó su espalda y miró a Donghyuck, preguntando silenciosamente si sabía algo.

El chico se encogió de hombros y salió por la puerta, regresando casi al instante con su hermano. Taeyong entró vacilante a la habitación, buscando a su amado con la mirada.

Su rostro se tornó pálido cuando lo vió hipar entre los brazos de su amigo, este lo miró con preocupación y se separó lentamente del cuerpo de Doyoung.

—¿Bonito? —Le llamó suavemente, Doyoung levantó la mirada e intentó sonreírle, pero lo único que logró formar con sus labios fue una tierna mueca, similar a los pucheritos que Irene hacía cuando quería algo. Taeyong se acercó a él y lo envolvió entre sus brazos sin dudarlo, al parecer fue lo único que Doyoung necesitó para desmoronarse. Se aferró a él, tomando parte de su vestimenta entre sus manos—. Está bien, amor. Está bien. Estoy aquí, no iré a ningún lado, puedes llorar tranquilo.

Jaehyun hizo un ademán con la cabeza y salió de la habitación sin hacer mucho ruido para no perturbar la burbuja en la que ambos habían entrado. En cuanto la puerta de cerró, Taeyong se permitió cerrar los ojos y mecer suavemente ambos cuerpos, mientras tarareaba aquella canción que a Doyoung tanto te gustaba.

Papá por accidente (Taedo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora